jueves, 12 de mayo de 2016

El Peregrino

El Progreso del Peregrino
Uno de los libros que más me impactó durante mi adolescencia (¡ya llovió!), fue "El Niño Peregrino"
(Editorial Moody). Recuerdo que lo leí como dos o tres veces y viene a cuento porque me he hecho con el original de dónde procede "El Niño Peregrino", el clásico "El Progreso del Peregrino" de John Bunyan. Comparando ambos libros me llama la atención de que "El Niño Peregrino" está escrito por Helen L. Taylor, una escritora que lo que hizo fue adaptar el original de Bunyan para lectores jovencitos y por lo que he encontrado en Internet, vendió más de 600.000 copias de esta adaptación.
Como digo, la lectura de esa versión me quedó grabada y, muy en especial, los gráficos que la acompañan, porque sí, esa adaptación venía ilustrado por un tal W. Lindsay Cable, según la Wikipedia, un ilustrador de libros infantiles y también colaborador de la revista de humor y sátira "Punch" allá por los 1840 - 1850. (Muy curiosas las informaciones que nos proporciona Internet).
En "El Niño Peregrino" el protagonista se llama, como no podía ser de otra manera, Cristianito, mientras que el original se llama Cristiano. Inolvidable la imagen de Cristianito ante la cruz mientras la carga que llevaba a su espalda cae rodando detrás de él por la pendiente abajo. También la de Cristianito con su armadura, su escudo y su espada; el ilustrador, que me parece muy bueno, consigue impregnar en su dibujo la idea de una armadura adaptada al protagonista y con la apariencia de flexibilidad y ligereza necesaria para que no represente la típica armadura pesada que llevaban algunos caballeros y que me recuerda a David, cuando siendo pastor decide enfrentarse al gigante Goliat y le ponen la armadura de Salomón consiguiendo que debido a su peso no se pudiese mover. Creo que el señor W. Lindsay era muy bueno en su trabajo.
Hay otros dos cuadros que siempre he recordado: en uno se ve a Cristianito junto a otro peregrino llamado Esperanza cruzando el río Oscuro antes de entrar en la Ciudad Celestial y otro muy parecido, ya en la segunda parte de la novela, en el que también se ve a Cristiana cruzando ese mismo río, con el agua hasta el cuello, pero con un rostro iluminado y sonriente mirando al frente, con seguridad, como guiada por una luz que viene del cielo...
Cuando ojeo ese viejo libro ya amarillento por el paso del tiempo, recuerdo como me impresionaban esas sencillas imágenes, a la vez que me cautivaba el relato, por eso, he decidido volver a leer este relato del viaje de alguien llamado Cristiano, una alegoría creada por John Bunyan sobre el peregrinaje de los cristianos en todo el mundo que, escuchando y obedeciendo el mensaje de salvación que está en los evangelios, decide huir de la ciudad de Destrucción, que representa al mundo y marchar a la Ciudad Celestial cuyo constructor es Dios.
Según podemos leer en la biografía de John Bunyan, escribió este libro durante el período en el que estuvo encarcelado: doce años, por defender su fe cristiana y su ministerio como predicador. Escribió otras obras importantes durante su encarcelamiento pero "El progreso del Peregrino" ha sido la más famosa e influyente. En algunas ocasiones he utilizado alguno de los acontecimiento por los que pasaba Cristianito como ilustración y por eso estoy leyendo de nuevo la historia completa e íntegra para enriquecer mi base de ilustraciones, ya que, las vivencias que aquí se relatan son atemporales, son experiencias que seguimos viviendo en la realidad los creyentes que sabemos que somos peregrinos en este mundo, camino de la Ciudad Celestial.
Seguro que escribiré alguna vez más sobre este libro durante el tiempo que lo este leyendo.

viernes, 6 de mayo de 2016

Andar en la verdad


cual es la verdad

Acabo de leer este comentario del apóstol Juan en su tercera carta respecto el testimonio que tenía de Gayo, un hermano amado por él, un testimonio que venía a demostrar que “andaba en la verdad”, porque según palabras de Juan, “No tengo mayor gozo que el de oír que mis hijos (se entiende “hijos espirituales”, personas a las que se les ha guiado para que reconozcan a Jesús como su Señor y Salvador), andan en la verdad.”
Hoy es problemático hablar de “la verdad” porque hablamos de “una verdad” y, en consecuencia, se nos va a tachar de “fundamentalistas”, poco flexibles, no permisivos, etc., todas esas cosas que se nos llama por ser fieles al único y verdadero Evangelio, porque es de lo que se trata, cuando hablamos de la Verdad con mayúscula nos estamos refiriendo a la Verdad proclamada en el Evangelio, la que compartimos todos los hermanos en la fe y miembros, como el apóstol Juan, de la familia de Dios. Esa Verdad, como ya hemos comentado en este blog en varias ocasiones, es la que encarna Jesucristo cuando dice “Yo soy la Verdad” en Juan 14:6. Porque estoy hablando de la Verdad que se asocia a la naturaleza esencial de Dios, como se menciona en Romanos 1:25.- “Ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira”; estoy mencionando la Verdad que en toda la Biblia se asocia con Cristo (“la verdad está en Jesús” (Efesios 4:21)); estamos hablando de la verdad que está en el Espíritu Santo (“…el Consolador, el Espíritu de verdad…” (Juan 15:26)). Cuando Jesús habla de la Palabra de Dios afirma: “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17) y, profundizando un poco más, sabemos que Jesucristo es “el logos”, la Palabra “encarnada” (“y aquel Verbo (logos) se hizo carne y habitó entre nosotros…” (Juan 1:14)), entonces se cierra el círculo y Jesús es la Verdad porque en Dios (Jesús) está la Verdad como afirma desde el comienzo la Biblia: “Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él” (Deuteronomio 32:4); “La suma de tu palabra es verdad” (Salmo 119:160).
El testimonio que los hermanos daban de Gayo era que lo que él hacía demostraba que “andaba en la verdad”, o sea, actuaba conforme a la Palabra de Dios, la obedecía y como ya he dicho que Dios es el Dios de la Verdad y su Palabra es la Verdad, entonces Gayo andaba en esa verdad que la Palabra de Dios declara única y encarnada en la persona de Jesús.
Transcribo un párrafo del libro “Hacia el conocimiento de Dios” de J.I.Packer sobre el tema.- “La verdad en la Biblia es una cualidad de las personas principalmente, y de las proposiciones solamente en segundo término: significa estabilidad, confianza, firmeza, veracidad; la cualidad de la persona que es enteramente consecuente, sincera, realista, no engañada. Así es Dios: la verdad en este sentido es su naturaleza, y no está en él ser de otro modo. Por eso es que él no puede mentir: “…Dios, que no miente…” (Tito 1:2); “Dios no es hombre, para que mienta” (Números 23:19); “es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18). Es por eso que sus palabras son verdad y no pueden ser otra cosa que verdad. Constituyen el índice de lo real: ellas nos muestran las cosas tal como son, y como lo serán para nosotros en el futuro, según que acatemos o no las palabras de Dios para nosotros.”
“No tengo mayor gozo que el de oír que mis hijos andan en la verdad”, dice Juan, porque era la prueba de que sus “hijos espirituales” no sólo habían creído el mensaje de la salvación que él les había enseñado, sino que lo vivían diariamente; era una alegría para él porque sabía de la situación difícil por la que pasaban esos primeros cristianos que estaban sufriendo la persecución por, precisamente, seguir esa verdad, conociendo él como conocía que había muchos de esos supuestos cristianos que se habían apartado de la verdad por miedo o por no creer de verdad en el mensaje. La auténtica fe se demuestra en las obras que se hacen y en cómo se hacen, obras que generan un testimonio, testimonio que se ve y que es la evidencia a los demás que “algo” ha transformado a esa persona porque ha decidido seguir y obedecer a la Verdad y andar en ella.