viernes, 30 de septiembre de 2016

La Verdad

Yo soy la verdad
Acabo de leer esta frase: "Europa y los Estados Unidos se están convirtiendo con mucha rapidez en sociedades pos-cristianas."(1) Lo de "con mucha rapidez" me ha producido vértigo y preocupación al mismo tiempo. Otra vez he vuelto a pensar en ¡que gran responsabilidad tenemos los cristianos! Si, los cristianos de verdad, no los nominales. ¿Responsabilidad sobre que? Sobre "contender por la fe" (Judas 3). 
Se rechazan muchas de las cosas por las que vivimos los cristianos cada día. Si obedecemos a la Palabra de Dios como debemos hacerlo se nos tacha de fundamentalistas o de memos, según. Se nos acusa de no haber avanzado. A veces leo alguna declaración de algún sacerdote católico que salta a la prensa porque sigue las directrices señaladas en la Biblia y claro, cae como una bomba, como si nunca estuviera escrito ahí y alguien lo hubiera destapado de repente como una novedad. Para muchos es novedad, lógico, no leen la Biblia, no la conocen y se escandalizan cuando se les dice algo respecto a Ella. "Se han quedado en la edad media", o lo que viene a ser lo mismo, ¡pobres ignorantes ilusos! En la edad media la iglesia dominaba a las gentes incultas porque ella tenia el poder gracias al conocimiento y podía hacer con la plebe lo que quisiese, porque la plebe era inculta, no tenía acceso a los libros (ni a la Biblia, porque estaba prohibido), y de esa manera podían hacer y deshacer a su antojo, pero hoy... Hoy la gente ha estudiado, es culta, puede opinar y opina, pero (no se si consciente o inconscientemente), lo hace subjetivamente y de ahí que puede considerar todo relativo, sin despeinarse. ¡Todo es relativo! y ¡ya está!, todo resuelto y decidido porque lo importante es que uno se sienta bien consigo mismo y con lo que cree y piensa. Para ello hay muchas verdades y aquel que trate de defender que hay una sola Verdad (como afirma Jesucristo en las Escrituras), es un necio. ¡Cuantas personas han dado su vida por defender esta Verdad! De momento, en este País no se mata por eso; por ahí fuera, en algunos se sigue matando por "contender por la fe que ha sido una vez dada a los santos". 
Esa fe ha llegado hasta aquí y para la gente es algo rancio, huele a antiguo, en la sociedad de hoy indefendible. Pero para el auténtico seguidor y servidor de Cristo, es la única fe que le da un propósito y sentido a la vida porque es la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, muerto y resucitado, al que estamos aguardando porque ha prometido que volverá "y todo ojo le verá", y en esa espera tenemos que vivir contracorriente, porque no seguimos la corriente de este mundo que es por donde va la mayoría. Se nos llama fundamentalistas porque no vamos con la mayoría, entonces ¿porqué se nos llama nada si ellos dicen ser tolerantes? Tolerantes ¿con quien, con quien les lleva la corriente y les da la razón? No se entienden algunos modernismos. Pero ante todo esto que estamos viviendo, el creyente en Cristo tiene que luchar y perseverar con humildad. Humildemente, si, porque la actitud humilde es la única que le va a dar la gloria a nuestro Señor. Él fue manso y humilde cuando fue acusado injustamente; y fue manso y humilde cuando fue azotado, golpeado y humillado con las burlas, los escupitajos y los insultos que le profirieron; y fue manso y humilde cuando fue clavado en una cruz de madera como malhechor. y Él hoy nos dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 11:29).
¡Cuánto nos cuesta Señor! Porque somos orgullosos, nos cuesta mostrar la otra mejilla, nos duele que se burlen, no nos gusta que nos desprecien... y sin embargo, todo eso se lo hicieron a nuestro Maestro, aquí, en la tierra donde vivimos. No fue en otro planeta, fue aqui con gente como la que tenemos ahora a nuestro alrededor, gente que si se encontrase hoy con Jesús lo acusaría de nuevo ante los tribunales por defender la única Verdad: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí." (Juan 14:6). Jesús dice que Él es la verdad, no una de las verdades. Entonces ¿qué hacemos con él? La mayoría ya lo ha decidido: ¡ni caso! Una minoría, una "manada pequeña" como dice Jesús, ha decidido perseverar siguiéndole, obedeciéndole y, tratando de imitarle. ¡Que Él nos de fuerzas para llegar a la meta!

(1) Benton, John. "La contienda por la fe". Ed. Peregrino, 2001.

sábado, 17 de septiembre de 2016

HOY

“¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempoLa semana pasada leía esta historia en la hoja de La Buena Semilla:
“Ese mismo día, poco antes de que iniciara el gran incendio que devastó la ciudad de Chicago (del 8 al 10 de octubre de 1871), el evangelista Moody hizo la siguiente pregunta ante una multitud de 2.500 personas: “¿Qué decisión van a tomar con respecto a Jesús?”. Y para terminar su predicación, añadió: «Ahora les invito a reflexionar y a darme una respuesta el próximo domingo». Minutos después sonó la sirena y toda la ciudad se vio envuelta en llamas. Cientos de personas murieron en el incendio. Muchas de ellas habían oído el mensaje de salvación, y quizá no tuvieron tiempo para pensar en él, como se les había invitado. El incendio dejó a unas 100.000 personas sin casa.
A partir de ese día el predicador, conmovido por aquella tragedia, nunca más habló de esperar cierto tiempo antes de tomar la decisión de aceptar a Cristo. Apremiaba a su auditorio a decidirse inmediatamente por Cristo, como la Palabra nos invita a hacerlo: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7). ¡Quizá mañana sea demasiado tarde!”
El texto del enunciado era el de Santiago 4:13-14: “Decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” 
Hoy es normal esta forma de hablar. Alguna vez ya lo he comentado: no hace muchos años, escuchando la radio, cuando terminaba un programa y el locutor se despedía solía decir: “Hasta mañana, si Dios quiere”. Hoy ya no se dice, es más, se asegura que mañana estarán ahí sí o sí. 
Dios no está en contra de que planifiquemos. Jesús enseñó que es aconsejable: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.” (Lucas 14:28-30). Lo que a Dios no le gusta es que hagamos planes sin contar con Él. “Hoy haré, mañana iré… sí o sí”. Dios no aparece, lo que demuestra que el que habla así no cuenta con Él y si lo planificado no sale como estaba previsto, se va a olvidar de que en su momento dijo mañana iré, mañana compraré, etc., y achacará a la mala suerte el no poder cumplir sus objetivos o a otras influencias, dependiendo de lo que crea.
Esto sucede incluso entre los cristianos. En muchas ocasiones se elaboran proyectos, campañas evangelísticas, cualquier tipo de proyecto de construcción de locales, campamentos, etc., cualquier cosa planeada sin tener en cuenta en Dios, sin orar previamente respetando Su soberanía y Sus proyectos que, en muchas ocasiones, suelen ser totalmente distintos de los nuestros. Esto conlleva a que se produzcan auténticos fracasos y se achaca a otras cosas, nunca a nuestra propia arrogancia.
Nosotros no podemos conocer el mañana, por eso el Señor nos recuerda: “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Pero nos rebelamos a esta realidad y nos ilusionamos con la idea de que tenemos todo controlado. ¡Cuántas veces la realidad nos ha demostrado que nuestro “control” es efímero! Cada día llega cargado de sucesos y circunstancias con las que no contábamos en nuestros arrogantes proyectos. El Señor destaca que, a su lado, somos como nada, como un vapor, una neblina, como una sombra dice el salmista: “Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” Este pensamiento lo ilustró Jesús con una parábola: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”  O lo que es lo mismo, mañana es tu último día en la tierra y no lo sabías ¿para qué tanta planificación sin contar con Dios? En este caso es más una denuncia de amor al dinero, a las posesiones aquí, al acumular más sin prever cuánto tiempo las vamos a disfrutar sabiendo que para allá no las podemos llevar y que aquí no sabemos de cuánto tiempo disponemos.
Y esto aplica a nuestra eternidad, porque es hoy cuando tenemos que tomar la decisión de contar con Dios o no, de creer que Jesucristo es quien dijo ser o no, de que la Biblia contiene la Palabra de Dios o no. La hoja de La Buena Semilla terminaba con estas palabras: Para todos los que desean ponerse en regla con Dios, hoy todavía es el tiempo en que Dios persona. Basta reconocer en la persona de Jesucristo al Salvador que necesitan. ¡El mañana no nos pertenece!