lunes, 28 de noviembre de 2016

Textos seleccionados de JOB

poor boyJob 1:21a.- "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá". Job como modelo de integridad, confianza en Dios y fe. No reacciona airadamente sino como un hombre sabio, un hombre que controla sus actos (rasgó su manto y rasuró su cabeza (1:20) en señal de que había perdido todo, hijos y riquezas), y luego adora a Dios, demostrando su fe y su confianza en él, no en las riquezas que son algo temporal, incluso la familia personal lo es aunque lloremos y suframos su pérdida"Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano" (Ecle.5:15), mostrando que espera en Dios sea cual sea la situación a su alrededor, como también había aprendido el apóstol Pablo: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil.4:12-13). ¿Todo lo puedo en Cristo? La reacción de Job nos muestra que él todo lo podía en Dios que lo fortalecía.

Job 1:21b.- "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito".  Job espera tanto en Jehová que no se extraña que haya tenido y ahora no tenga, lo ve como algo natural, como algo que fluye de una comunión tan viva e intensa.
Satanás había asegurado que Job maldeciría a Dios cuando le atacase de esa manera tan cruel; por supuesto perdió su reto, no lo maldijo, lo bendijo y reconoció su soberanía y la acató como un siervo fiel, como se ve en el gesto de “postrarse en tierra en adoración”. Dios aprobó su comportamiento reconociéndoselo y registrándolo en la Escritura: "En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (v.22).

Job 2:10.- "Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios." Cuando oímos hablar a la mujer de Job es como si nos doliese a todos ¡qué decepción! No esperábamos ese golpe posterior después de todo. Job, en su sabiduría, responde pacíficamente porque la conoce: posiblemente sea una persona no creyente o con una fe muy endeble; ha sufrido un golpe terrible: ha perdido a todos sus hijos, y en consecuencia está sufriendo un desgarro y una amargura terribles. No creo que esa mujer sea desleal, es una madre destrozada (¿Cómo reaccionaríamos nosotros? Pongámonos en su lugar), y como suele suceder en las personas poco piadosas, o religiosas nominales, cuando les sucede una desgracia muy grande, se desahogan echándole la culpa a Dios, ¿dónde estaba Dios? ¿Veis como no existe? Eso es lo que oímos siempre cuando hay un accidente, un terremoto, o cualquier desgracia en la que muere gente.
Job así lo ve y le recrimina: Tenemos que aceptar lo que nos ocurra en la vida si es que de verdad nuestra vida está en Cristo: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 Pe.4:12-13).

Job 13:15a.- "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;" Siempre he elegido este texto como la máxima expresión de fe en Dios. Podría ser la continuación a las palabras de su esposa como broche de oro, pero está en otro contexto: sus “amigos” lo acusan en lugar de consolarlo y Job, casi en el límite de sus fuerzas, todavía les demuestra que él es inocente y que confía plenamente en Dios… hasta la muerte. ¡Sublime! Por esa razón dice en el siguiente versículo: “Él mismo será mi salvación”, pase lo que pase, sea culpable o no, mi vida, lo que soy, lo que tengo es suyo ¿qué más puedo decir? “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Sl.23:4).

Job 19:25-27.- "Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí". Job demuestra su fe y su confianza en Dios una vez más, diciendo que cree en que va a ser redimido por el mismo Dios y que resucitará para verlo. El pobre Job destrozado física y espiritualmente no recibe más que reproches, falsas acusaciones, condenación, así que se tiene que girar y dirige su mirada hacia Jehová y hacia un futuro que él cree más esperanzador porque confía en que algún día, Dios mismo mostrará su inocencia, inocencia que corrobora confiado en que si alguien escribiese su historia, las generaciones futuras lo reconocerían: "¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen esculpidas en piedra para siempre! (Job 19:23-24). Es como una profecía que se ha cumplido como una bendición más de la divina providencia al consentir que la historia de Job llegase hasta nosotros.

“En mi carne he de ver a Dios”, "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza" (Sl.17:15); "Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido" (1 Co.13:12). Máxima certidumbre imposible y, a considerar en qué situación lo dice Job. Pero hay certeza (¡gloria a Dios!) y esas palabras nos llenan de gozo y amamos y admiramos a Job por decirlas y por creer en ellas a pesar de estar sufriendo de esa manera tan atroz. Estas palabras han sido de gran consuelo a muchas generaciones y tienen que seguir siéndolo ahora. ¿Puedes tú afirmar lo mismo hoy?