lunes, 20 de mayo de 2024

Cosas

En una ocasión Jesús dijo a sus discípulos: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33). Les estaba hablando de las prioridades en la vida, la comida, la bebida, qué vestir, dónde vivir, cosas necesarias para vivir y por las que nos preocupamos como es normal, cosas que echamos en falta precisamente cuándo no las tenemos y cuándo tenemos problemas para conseguirlas. La seguridad que nos da tenerlas forma parte de esa felicidad que anhelamos y que muchas veces no reconocemos; solo nos consideramos felices en momentos puntuales: esa celebración, esa buena noticia esperada o no, aquello conseguido después de mucho esfuerzo. El protagonista del cuento de León Tolstoi era feliz y sin embargo no tenía camisa porque aquel hombre feliz era muy humilde y precisamente lo que quiere recalcar el cuento de Tolstoi es que la felicidad se encuentra en las cosas sencillas y el acumular riquezas está demostrado que no da la felicidad como comprobó el rey sabio Salomón. Se puede estar contento con lo que se puede tener viviendo honesta y dignamente sin desear tener más de lo necesario poniendo nuestro corazón en la ambición y la avaricia.

En la sabiduría de Jesús en sus palabras encontramos ésto pero con un añadido: Si buscamos el Reino de Dios, todas esas 'cosas' serán un objetivo secundario porque Dios nos va a marcar prioridades más importantes para nuestra vida, prioridades que consisten en acumular riquezas en el cielo en el sentido espiritual. Dios sabe que nuestro tiempo en la Tierra es muy breve aunque a nosotros nos parezca mucho; pero claro, comparado con la eternidad que viene después 80, 90 o 100 años no es más que una gota en el océano.

Las instrucciones que Dios nos da en Su Palabra son una preparación para esa eternidad. Alguien me dirá: ¿De qué eternidad estás hablando?  Hablo de la que prometió Jesús a los que creen en Él: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano." (Juan 10:27-28). ¿Cuales son estas ovejas? La Biblia contesta así: "A Todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos, hijos de Dios." (Juan 1:12). Recibieron..., creen..., hijos de Dios. Ese rebaño está compuesto por "hijos de Dios" no "criaturas de Dios", personas que desde el momento que se arrepienten de sus pecados, se reconocen pecadores y aceptan a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, tienen asegurada la vida eterna; no que no vayan a fallecer que si Jesús no viene antes sí lo harán, pero curiosamente en la Biblia lo llaman "dormir en el Señor", ¿por qué? Porque al morir los creyentes en Cristo es como si durmiesen hasta el día en el que el Señor los despierte y los lleve con Él a Su gloria.

Por eso se dice que los cristianos estamos en el "ya pero todavía no"; la definición técnica de esta expresión podría decirse así: "El "ya pero todavía no" establece la distinción entre los elementos de las predicciones de las últimas cosas que están "ya" cumplidas y aquellos elementos que "todavía no" han visto su cumplimiento pleno al fin de la era presente. Y dentro de las cosas que están por cumplirse están la segunda venida de Jesús y el "arrebatamiento" de la Iglesia junto con Él.

Así que mientras estamos en el todavía no, recordamos estas cosas sabiendo que esa salvación eterna sólo se puede conseguir a través de Jesús y entre los requisitos he dicho "reconocerse pecadores": es una de las cosas que más nos cuesta: humillarnos ante la grandeza de Dios santo, santo, santo. Una vez leí esta frase: "Dios mide a los hombres por la pequeña dimensión de humildad y no por la grandeza de sus hazañas o de sus capacidades." Ya lo he escrito otras veces aquí: Nuestra propia justicia es como trapos de inmundicia porque la salvación no es por obras, por nada que podamos hacer o añadir con nuestro esfuerzo: la salvación es un regalo de Dios y no creeremos en Jesucristo verdaderamente hasta que le entreguemos nuestra vida y le recibamos como nuestro Salvador y la mejor manera de demostrar nuestra fe en Él es confiándole nuestra vida y recibiéndoles incondicionalmente como nuestro Salvador personal.

En este mundo nunca hallaremos la verdadera felicidad. Cuando Jesús dijo su predicación en el monte en donde mencionó las llamadas bienaventuranzas, dijo que los verdaderos creyentes en este mundo encontraremos persecución, calumnias, difamación y engaño, pero también añadió: "Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros." (Mateo 5:12). ¿Qué quiso decir con ésto? Los profetas que se mencionan en la primera parte de la Biblia ya han pasado por ésto y ahora nos están observando desde el cielo en un completo "estado de felicidad" en el que estaremos nosotros tal y como se nos ha prometido, por eso el verdadero creyente actúa como actuaron los profetas en su momento, mirando hacia el futuro, hacia esa Ciudad Celestial de la que se nos habla en Apocalipsis y aún sin llegar al último libro, Jesús anticipó que iba a "preparar un lugar" para nosotros. De manera que como nuestro tiempo aquí es breve y un anticipo de la eternidad, no tenemos que tener ansiedad ni ponernos nerviosos cuando las cosas no salen como teníamos previsto ya que los sufrimientos que tenemos que pasar aquí no son nada comparados con la gloria que en el futuro va a poder verse y estas promesas y esta esperanza nos proporcionan la verdadera felicidad.

Muchas personas han encontrado la felicidad en Jesucristo aquí en la Tierra pero nunca la encontraron buscándola directamente en las 'cosas' de aquí, sino, como Jesús dijo: Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33)