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miércoles, 17 de septiembre de 2014
jueves, 4 de septiembre de 2014
Los ojos del Señor
Hay una continua referencia en la Biblia a los ojos de Dios.
Dios es espíritu y por eso
sabemos que cuando habla de los “ojos de Dios” lo
está haciendo en lenguaje antropomórfico, una forma de lenguaje para hablar de
Dios en términos humanos y así podamos entender.
Lo que la Biblia nos menciona referente a los “ojos de Dios”
son auténticas revelaciones sobre la actividad diaria de Dios que nos
sorprenden y, si creemos en Él, nos dan pie al agradecimiento y también, al
temor reverente. Veamos por qué:
El libro de Proverbios afirma en, al menos, dos versículos
que Dios lo ve todo porque lo observa todo: “Porque
los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus
veredas.” (Proverbios 5:21) y “Los
ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.”
(Proverbios 15:3) Una cosa queda clara en estas revelaciones: Dios nos observa,
a todos, sin distinción; posiblemente el 90% del tiempo no somos conscientes de
ello ni los mismos cristianos y, posiblemente, más del 90% de los habitantes
del planeta nunca han pensado esto. Pero hay dos detalles interesantes añadidos
respecto a este “trabajo” de Dios: el primer versículo dice que nos observa y
considera “todas nuestras veredas”, o sea, por donde andamos, a donde vamos,
que hacemos…, lo que en términos de nuestro Señor quiere decir que delante de
sus ojos están “nuestros caminos” que incluyen obras, pensamientos, pecados,
actitudes, obras… Por eso la Biblia también habla de caminos, camino de bien y
camino de mal, camino de bien y camino de pecado, camino de salvación y camino
de perdición. Eso abarca una visión mucho más amplia de lo que como humanos
podemos imaginar.
Porque Proverbios 15:3 nos enseña dos cosas importantes
sobre los atributos de Dios: Su omnisciencia y su omnipresencia: conocimiento
absoluto de todo y presencia en todas partes: “en todo lugar”. Aunque no lo
podamos entender desde nuestra mente finita, porque si lo entendiésemos
seriamos como Dios, Dios no es ciego a la maldad que ocurre, e igualmente
tampoco lo es a lo bueno que está ocurriendo. Ante esto, enseguida surge la
pregunta: Si es verdad que está viendo todo lo terrible que ocurre en el mundo
¿cómo es que lo permite? Según sabemos por la Escritura, Dios permite lo que
permite según Su Soberanía y Sus Propósitos. A veces llegamos a ver o entender
porque han sucedido las cosas; muchas otras veces no. “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios” (Deut.29:29)
¿Un ejemplo? Los que se burlaban de Jesucristo cuando estaba clavado en la cruz
decían despectivamente: “Si es Hijo de Dios como dice, que se baje de la cruz”.
Hoy sabemos que si Jesús hubiese bajado de la cruz, porque podía hacerlo,
nosotros seguiríamos en nuestros pecados y la puerta de acceso a la salvación
estaría cerrada. Jesús tenía que morir en la cruz para pagar por nuestros
pecados. Era el único que podía hacerlo. Pero si siguiese el criterio y el “entendimiento”
del hombre, habría roto esa puerta.
Ante esta revelación, y realidad, de que Dios nos observa,
la Palabra de Dios nos aconseja al respecto: “Haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien”
(Deuteronomio 6:18). Es lo que procede. Si Él nos está observando, condenará lo
malo porque Dios es bueno por naturaleza y no puede convivir con el pecado.
Pero además está la promesa: “para que te vaya bien”. La obediencia a las
demandas del pacto era la condición necesaria para el éxito de Israel en la
tierra prometida. El versículo lo hemos sacado de las exhortaciones que estaban
siendo dirigidas al pueblo de Dios, por tanto llegan a nosotros de la misma
manera como pueblo de Dios escogido en este tiempo que nos ha tocado vivir. La
obediencia traería dos grandes bendiciones a Israel: ellos tomarían posesión de
la tierra y tendrían la victoria sobre sus enemigos. ¿Qué tenían que hacer para
ello? Obedecer y vivir conforme a los mandamientos de Dios: “Haz lo bueno y lo recto…
porque yo te estoy observando.” El saber que Dios nos está observando en cada
momento de nuestra vida nos impulsa a hacer lo bueno.
Como creyentes, seguidores de Cristo e imitadores de Él,
debemos vivir siguiendo su ejemplo y, por tanto, haciendo el bien. Porque,
además “Porque los ojos del Señor están
sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor
está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro 3:12) Dios tiene una preferencia:
sus hijos, los salvos por medio de la fe en Jesucristo, aquellos que han
decidido aceptar a Jesús como su Señor y Salvador personal. Dios presta
especial atención a Sus siervos. Esa expresión: “los ojos del Señor están sobre
los justos” es más que estar en estado de observación: Dios está velando por
los Suyos, presta especial atención igual que lo contrario para aquellos que
hacen el mal. El apóstol Pedro está transcribiendo lo que muy bien explica el
Salmo 34: “¿Quién es el hombre que desea
vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus
labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y
síguela. Los ojos de Jehová están sobre
los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. La ira de Jehová contra
los que hacen mal, para cortar de la tierra la memoria de ellos.”
(Sl.34:12-16).
Pero las promesas y la fidelidad divinas dan un paso más a
favor de los que le aman: “Porque los
ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los
que tienen corazón perfecto para con él.” (2 Crónicas 16:9). Es como si nos
estuviese indicando que los ojos del Señor buscan a personas a las que bendecir
¡¿no es grande?! Esa es la expresión del amor de Dios, buscando a sus criaturas
para que se vuelvan a Él, para restaurar la relación perdida, para bendecirlos
y cuidarlos con Su Poder. La Biblia está llena de ejemplos prácticos de esta
realidad al igual que la Iglesia de Cristo está llena de hermanos que pueden
dar testimonio, hoy en día, de esta vivencia real de Dios a favor de sus
redimidos: “Pero Noé halló gracia ante
los ojos de Jehová” (Génesis 6:8) ¿Te imaginas? Yo lo pienso cuando subo en
un avión y a través de la ventanilla puedo ver la ciudad como si estuviese
observándola desde la cámara de Google, con sus calles como rayitas minúsculas,
y las personas invisibles a esa distancia… pero ahí está el Señor en su grandeza
observando a las personas, y te ve, y hallas gracia ante sus ojos… ¡Qué gran
desafío y que gran promesa! Hallar gracia ante Dios todopoderoso… “por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8)
Que así sea con cada uno. ¡Amén!
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