sábado, 26 de agosto de 2023

Meditando en el campo

" ¿Cómo puedes meditar en el campo con el calor que hace?" me puede preguntar alguien. Bueno,
depende de dónde esté el campo en pleno mes de agosto que es cuando estoy escribiendo. Hace años estuve en el campo en la provincia de Córdoba a finales de la primavera y recuerdo mucha calor; ahora estoy en Galicia y la temperatura es muy agradable (24-25º), estoy en el campo aunque la playa está muy cerca, ya sé, quien me lea va a pensar que estoy en el paraíso y casi sí. 

Sea como sea la frase del título viene en la Biblia y tiene como protagonista a Isaac: "Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde;" (Génesis 24:63). Consultando a los Comentaristas veo que la palabra usada para 'meditar' también se puede entender por orar (hablar en oración con Dios); orar, meditar... la escena es bonita ya que Isaac estaba esperando a conocer a su futura esposa Rebeca y el momento de espera en el campo seguramente era muy propicio para orar o simplemente para meditar, algo en lo que los creyentes podemos invertir tiempo como algo placentero cuando estamos solos. La tendencia ahora es dedicar tiempo a las redes sociales... sociales... sociedad... corriente de la sociedad... corriente del mundo... Hoy escuché en la radio a personas que se habían "desenganchado" de las redes sociales; hay otros que se enganchan apropósito, sienten esa necesidad de "estar al día" en las cosas del mundo, las noticias, los cotilleos, el "estar conectado" con personas que la mayoría de las veces no conocen y "por fe" se confían en ellas sin saber a quién están desvelando su vida o sus anhelos.

Charles Spurgeon escribió: "Si los que malgastan tantas horas en ociosidad, en lecturas livianas y en pasatiempos inútiles, aprendiesen sabiduría, hallarían compañía más provechosa y ocupación más interesante en la meditación que en las vanidades que ahora tanto los atraen." Spurgeon no conoció la realidad de las redes sociales ni de lejos, él vivió en el siglo XIX, pero como inspirado, profetizó en sus escritos un pobre anticipo de la realidad increíble de hoy; como se sulee decir: "¡Si Charles levantara la cabeza!"

La realidad de los cristianos busca esa sabiduría y solaz de los antiguos porque la corriente del mundo se ha vuelto abusiva, frenética, entrometida, no contempla tanto la meditación excepto cuando hace caso a algún maestro de las artes orientales que reconocen el valor terapéutico de la meditación.

"La meditación rumia y extrae la verdadera sustancia del alimento intelectual acumulado en otra parte", sigue diciendo Spurgeon. En el caso de Isaac fue un momento en el que encontró a la que sería su esposa, Rebeca, como broche de oro a un momento importante para él que buscaba en la quietud y tranquilidad y frescura del campo, poner en orden sus ideas y sus ansiedades. 

Las circunstancia en las que vivimos no nos facilitan siempre la posibilidad de tener un tiempo y un lugar idóneo para la meditación. Jesús se apartaba muchas veces a un lugar solitario para orar; para Él era muy importante esos tiempos de oración y meditación al Padre para fortalecerse en la obediencia que mantenía en esa comunión con Quien lo había enviado a esa misión vital para devolver la relación de toda la humanidad con el Creador. Jesús nos enseñó con su ejemplo y con sus palabras: "Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público." (Mateo 6:6). 

Me he encontrado con hermanos que ni siquiera pueden encerrarse en su aposento porque viven en pisos muy pequeños y son muchos de familia. Los consuelo diciéndoles que el Señor ya lo sabe, no siempre hay esa bendición de tener un lugar, y menos en el campo, para estar meditando y orando a nuestro Dios. Pero a lo mejor, Dios nos lo proporciona en momentos que podemos aprovechar. 

La habitación con la que a veces nos regala el Señor en el campo es el lugar más hermoso: toda la hermosa decoración que vemos a nuestro alrededor, es una enseñanza para meditar en ella: casi todos los días me visita un pájaro pequeño, parecido en tamaño a un gorrión pero de un color negro ceniza muy vistoso y elegante; me imagino que debe de tener su vivienda cerca pero me gusta verlo porque es como si me estuviese diciendo: "¿Has visto lo maravilloso de la creación de Dios?" Las mismas hormigas que abundan a nuestro alrededor me traen la misma pregunta. Y ya no digamos de la belleza que brota del campo sin apenas cuidados, con flores que espontáneamente se muestran hermosas por muy sencillas que sean como las margaritas que adornan el campo como estrellas rutilantes puestas al azar entre la hierba verde que resplandece con las gotas que el rocío ha caído en la noche.

La mente de Cristo vive en el cristiano verdadero de manera que al ver todas estas pequeñas maravillas, se deleita en la enseñanza que fluye de la Creación de Dios. Por eso tener el privilegio que tuvo Isaac de encontrar un tiempo en el campo para meditar es un regalo y una bendición de Dios, igual que el que estoy disfrutando en esta época que reconozco debo agradecer a Dios con sinceridad y humildad porque el conocimiento y el reconocimiento que nuestra mente hace de lo que nos rodea es consecuencia del encuentro que Dios tuvo conmigo como consecuencia de creer en Jesús como el Hijo de Dios y como mi Salvador, un encuentro y un ofrecimiento que está a tu alcance y al alcance de cualquiera que busque a Dios entre tanto que Él nos da tiempo y oportunidad de hacerlo.