martes, 7 de mayo de 2019

Hablar de Jesús

evangelismo, hablar de Jesús, aprovechar las puertas abiertas
El fin de semana pasado hemos disfrutado de un Retiro de Iglesia en el que se nos ha hablado sobre
Evangelismo.
Evangelismo es cumplir con el último mandamiento de Jesús que se conoce como “La Gran Comisión” y que se encuentra en el Evangelio de Mateo, capítulo 28 y versículos 18 al 20: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Quiero ilustrar esta meditación con una historia que leí en el devocional “Nuestro Pan Diario”:
“El ex jugador de la liga profesional de béisbol de Estados Unidos, Tony Graffanino, habla sobre un ministerio en un país europeo. Cada año, su institución organiza un campamento de béisbol de una semana. Durante ese tiempo, también ofrecen un estudio bíblico diario. En los últimos años, el líder intentó encontrar maneras razonables de convencer a los campistas de que Dios existe, para que pusieran su fe en Él. Después de unos trece años, solo tres personas decidieron seguir a Jesús.
Entonces cambiaron su enfoque, Según Graffanino, en lugar de “intentar presentar hechos o ganar argumentos para debate”, sencillamente hablaron de “la vida y las enseñanzas maravillosas de Jesús”. Desde entonces, más campistas escucharon y decidieron seguir al Señor.
El apóstol Pablo dijo que cuando les hablamos a otros del evangelio de Jesucristo, tenemos que ofrecer una “…clara exposición de la verdad […]. No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor” (2 Corintios 4:2, 5). Este era el estándar de Pablo para la evangelización: “…me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:2).
Tenemos que conocer la Biblia y las razones que sostienen lo que creemos; y a veces, es necesario explicar esas razones. Pero la historia más convincente y eficaz que podemos contar es la que coloca a Cristo en el centro.” JDB
El apóstol Pedro dice de los verdaderos cristianos que “sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (1 Pedro 2:9).
Anunciar las virtudes de Jesucristo es comunicar con naturalidad nuestra fe a los demás, primero glorificando a Dios con nuestra vida (no se puede anunciar el mensaje del evangelio y vivir como si no lo conociésemos) y segundo compartiendo nuestra fe en todo momento, en todo lugar, algo que algunos no hacemos “en todo momento, en todo lugar” como debiéramos porque por, lo que yo llamo “temores infundados”, algunos nos quedamos mudos creyendo que, con que observen nuestra vida, será suficiente, pero la Palabra de Dios nos recuerda que eso no es suficiente, que el creer viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Cuando Jesús está contando la historia del hombre rico y de Lázaro, dijo: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos… Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.” (Lucas 16:29, 31). Las personas se convierten por el oír, no solo por el ver.
En el Estudio que hicimos sobre este importante asunto, se nos enseñó que ¡hay un clamor en el Cielo respecto a esto! “¿A quién enviaremos?” (Isaías 6:8). Cuando Jesús se estaba despidiendo de sus discípulos, aquellos que fielmente le habían acompañado durante los años de su ministerio mientras estuvo en la Tierra, les dijo: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en todo Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8). Más adelante el apóstol Pablo escribió: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7). Dios nos ha capacitado con el Espíritu Santo y Su Palabra para que “seamos testigos” hablando y compartiendo nuestra fe.
Que Dios nos ayude, guíe, anime y conforte para que le seamos fieles en nuestra obediencia como Sus embajadores. Amén.