jueves, 16 de marzo de 2023

¿Estamos viviendo los días que son como en los días de Noé?

¿A qué me refiero? Jesús menciona “los días de Noé” como la época que se menciona en el libro del Génesis capítulo 6: es verdad que se trata de un capítulo difícil, oscuro de entender en algunos puntos, pero lo que sí se resalta y está claro es que habla de un tiempo difícil, la violencia campaba a sus anchas, la sociedad se había corrompido de tal manera y las cosas se presentaban tan mal que Dios decidió destruir la tierra y a sus habitantes con un diluvio universal. Hay quien piensa que como se trataba de una civilización primitiva tal vez la violencia y la corrupción fuese consecuencia de su ignorancia, sin embargo, a la luz de la historia que fluye de la Biblia, aquellas personas estaban relativamente cerca de la perfección que tenían los primeros seres humanos creados por Dios: Adán y Eva.

Hay un momento especialmente doloroso en el relato del Génesis cuando Dios ve que “la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo solo al mal.” (Génesis 6:5). Uno de los motivos para llegar a esta situación es algo que está muy presente en estos días: los hombres habían rechazado a Dios, lo habían alejado de sus vidas y fruto de ese alejamiento lo habían olvidado. ¿No se os hace familiar? Seguro que sí porque hoy pasa exactamente lo mismo y fruto de ese rechazo y ese olvido vemos como esta sociedad parece que solo tiene como objetivo, detrás de una apariencia de conocimiento, independencia, autosuficiencia y progreso, desterrar los principios que hasta ahora han regido a la humanidad, principios que tienen una base puramente bíblica y que como consecuencia de ese destierro, la sociedad se aboca a una serie de problemas y maldades que ni siquiera somos capaces de prever, pero que no auguran nada bueno. 

El capítulo 24 de Mateo es especial porque allí Jesús profetiza cosas que iban a suceder, unas a medio plazo y otras a largo; las de medio plazo ya se cumplieron como la destrucción de Jerusalén y del templo por medio de los romanos. Pero para las de largo plazo que apunta a los tiempos finales, Jesús pone como ejemplo de como estará la sociedad, “los días de Noé”, en los que Dios envió un terrible juicio por medio del diluvio, juicio del que solo se salvaron Noé y su familia, un total de ocho personas. E impresiona pensar que Jesús puso como ejemplo de cómo serán los días antes de su segunda venida, “los días de Noé”, días que, como ya he dicho, Génesis habla de gente que le había dado la espalda a Dios y a su mensaje de salvación, representado en aquel momento de la historia por el arca que Moisés construyó siguiendo las instrucciones que Dios mismo le dio.

¿Qué dice Jesús de aquellos días? Oigámoslo: “En esos días, antes del diluvio, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en el arca. La gente no se daba cuenta de lo que iba a suceder hasta que llegó el diluvio y arrasó con todos. Así será cuando venga el Hijo del Hombre.” (Mateo 24:38-39). En la segunda carta de Pedro se nos informa que “Noé advirtió al mundo del justo juicio de Dios, y por eso Dios lo protegió cuando destruyó, con un gran diluvio, el mundo de los que vivían sin Dios.” (2ª Pedro 2:5). Por eso se le llama a Noé el “pregonero de justicia” porque en medio del caos se dedicó a anunciar el juicio que venía y la única opción de salvación provista por Dios que era el arca de la salvación. Pero la gente hizo oídos sordos al mensaje y prefirieron seguir el conocido dicho que ha llegado hasta nuestros días: “comamos y bebamos porque mañana moriremos”, un mensaje que por cierto está en la Biblia en el capítulo 22 del libro de Isaías; o sea, venían a decir algo que nos suena por cercano: “paso de saber nada del futuro y déjame vivir a mi aire el presente”. El plazo que la gente del tiempo de Noé tuvo para arrepentirse y cambiar de idea fue de 120 años pero la gente no quiso saber nada porque el registro dice que solo Noé y su familia entraron en el arca de salvación antes de que Dios mismo cerrase su única puerta de entrada.

Bueno pues Jesús dijo que la gente que viva en el tiempo antes de su va a reaccionar exactamente igual que aquella. No hace falta pararse mucho para ver cómo está la sociedad hoy de enfrascada en sí misma, viviendo egoístamente, rechazando cualquier mensaje de gracia que pueda venir del pueblo de Dios y toda esa gente que rechaza de plano cualquier aviso de un hipotético juicio, va a reaccionar igual que cuando vino el juicio y, literalmente, “se los llevó a todos”, porque se encontrarán con la realidad de la aparición de Jesucristo con el agravante de que entonces ya será demasiado tarde, ya no habrá plazo para el arrepentimiento porque la puerta del Arca que es Jesucristo ya se habrá cerrado y entonces vivirán la terrible realidad de tener que enfrentarse al juicio justo de Dios por sus pecados. Y Dios es Justo con mayúsculas. Lo digo porque hay gente que dice que no va a haber problema porque como Dios es amor, no va a condenar a nadie. Pero eso no es lo que dice en Su Palabra: “Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo.” (Eclesiastés 12:14). La segunda venida de Jesús será el cierre de la oportunidad de salvación que ahora aún está abierta: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.” Dios dice: “En el momento preciso te oí. En el día de salvación te ayudé.” Efectivamente, el “momento preciso” es ahora. Hoy es el día de salvación.” (2ª Corintios 6:2).

Quiera Dios que tú que lees esto tomes conciencia de que “los días de Noé” están ya aquí y que urge que te arrepientas de tu vida pasada, busques a Dios y le pidas que te perdone, te limpie y aceptes a Jesús como tu único y suficiente Salvador. Él te va a oír, Dios nunca rechaza un corazón arrepentido. Entonces notarás Su paz, paz que producirá el saber que tienes relación con Dios de nuevo y que, cuando Jesús regrese y se prepare el juicio, tu no tendrás que pasar por él porque Jesús ya ha pagado en la cruz lo que nosotros tendríamos que pagar como pecadores.