lunes, 8 de enero de 2024

El día de la no Navidad

Toda la parafernalia comercial que se monta durante las llamadas "Fiestas navideñas" termina, como sabemos, el día de Reyes. Ahora comienza otra red comercial clásica: Las rebajas de enero y febrero. Todo es un entramado de redes buscando tentar al consumidor para que se compre aquello que vio en diciembre pero que estaba a un precio que, seguramente (nos decimos), bajará en estas rebajas.

Pero el título de este comentario apela al domingo día 7, el llamado "día de la no Navidad", como resistiéndose a que todo se acabe pero deseando, en el fondo, de que sí se acabe la "Navidad" que definen como el tramo que va desde el 22 de diciembre, día de la lotería, hasta el 6 de enero, "Reyes". Este es el concepto de la Navidad que campa a sus anchas como si la Navidad fuese un 'black-friday' más. 

Ya he hablado en otras ocasiones sobre en lo que ha degenerado la Navidad, la "Natividad" (el nacimiento de la Divinidad), por eso hoy quiero hablar sobre "la post Navidad", porque he vivido como un objetivo el insistir desde el púlpito cristiano sobre el verdadero significado de la Navidad para que, al menos en las iglesias cristianas, se persevere en celebrar la verdadera celebración: "No tengan miedo—dijo—. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador—sí, el Mesías, el Señor—ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!" Ésta era la noticia que según el relato de Lucas 2, traían los ángeles a personas humildes y despreciadas como eran los pastores del siglo I, noticias que producirían una gran alegría, especialmente entre las personas que estaban esperando la llegada del Mesías, anunciado en los libros antiguos recogidos en el Antiguo Testamento que profetizaban la llegada de un Libertador, un Enviado de Dios a la Tierra, que resultó ser Dios mismo en la persona de Su Hijo Jesús.

El tiempo, la tradición, el ansia de vender y todo lo demás fue lo que trató de ocultar el verdadero motivo de la Celebración, por eso desde las Iglesias cristianas, esto es, las seguidoras de Cristo, se esfuerzan cada diciembre por recordar este anuncio celestial para que los seguidores del dios dinero no logren ocultar del todo el verdadero significado de la Navidad. Entiendo muy bien el ansia de los vendedores, es su objetivo, es su cometido, vender y cuanto más mejor, es lógico; si os fijáis, el año se ha dividido comercialmente, en ciclos de tiempo determinados que mueven a la gente a acercarse a los templos comerciales a cumplir con su tributo y satisfacer así una necesidad impuesta a la que actualmente muchas personas no pueden llegar, básicamente por el elevado coste de la vida, pero sí hay otras muchas que tienen el calendario muy bien acomodado en su cerebro de manera que "no se pierden" las rebajas de enero (y febrero), la campaña pre-vacaciones de verano, las rebajas de verano, el black-friday que abre la pre-campaña navideña, la navidad propiamente dicha y así volver a empezar cada año como un reclamo que cubre todas las expectativas pero que finalmente lo único que hace es dar un ligero barniz que resulta claramente insuficiente a la vista de la insistencia en cumplir puntualmente con cada una de las romerías a las que asisten fielmente aquellos que se pueden dar el lujo de hacerlo.

Por todo lo dicho, el Día de la no Navidad, es en sí un paréntesis, un tomar impulso de nuevo para volver a empezar, descansando, eso sí, de reuniones familiares, comidas de empresa, fiestas y demás que han dejado las mentes y los cuerpos saturados, perfectamente preparados para apuntarse dos meses a los gimnasios; pocas son las personas con tesón que logran seguir después de los dos primeros meses, sobre todo, teniendo en cuenta que están a la vuelta de la esquina los carnavales y las vacaciones de Semana Santa.

Quiera Dios que muchas personas se hayan visto tocadas al recordar nombres como Jesús, Salvador, Dios con nosotros y que, de alguna manera, estas fechas hayan servido para que algunos sean llamados a formar parte del Pueblo de Dios, personas que están siendo preparadas para seguir "defendiendo la fe que Dios ha confiado una vez y para siempre a su pueblo santo." (Judas 1:3).