viernes, 28 de diciembre de 2012

Contando nuestros días

“Enséñanos a contar nuestros días, de tal manera que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12)

aprovechando_los_años
Finalizamos un año más, pero no un año cualquiera: por causa de la crisis financiera, fundamentalmente, va a ser un año que perdure en la historia y mucha gente no lo olvidará fácilmente, aunque dicen que el tiempo todo lo cura (y lo olvida). Pero el año ha finalizado con anécdota y expectación mundial: se ha hablado, una vez más, del fin del mundo. Alguien divulgó que el “calendario maya” finalizaba el 21 de diciembre del 2012 y eso se podía interpretar como el fin de una era o el fin del mundo, según como se quisiese ver, aunque el sensacionalismo de los noticieros, prefirió decantarse por lo segundo. La mayoría de la gente se dedicó a bromear sobre el asunto; no sé si por dentro correría algún tipo de inquietud, pero dicen que hubo algunos más aprensivos, supersticiosos o ingenuos que, por si acaso, se dedicaron a proveerse de un bunker o similar, anti catástrofes y a llenarlo de víveres para resistir lo que pudiese echársenos encima. Yo no sé si esto es cierto porque no tengo forma de comprobarlo, pero sí sé que la noticia hizo correr “ríos de tinta” y dio la posibilidad de poner sobre la mesa las mil y una teorías de cómo será el fin del mundo si es que llegase ese fin.
Como ya ha pasado la fecha y no ha ocurrido nada, ahora se hacen bromas sobre el asunto, se recuerda que “seguimos aquí”, y se pierde la preocupación sobre qué pasaría si se acabase el mundo, lo que deriva en despreocupación por el más allá, “a otra cosa mariposa”, “hablar de esas profecías es perder el tiempo”, etc., etc., aunque para no perder del todo el interés, ahora se está hablando, aunque menos, que dentro de veintitantos años, una roca que viene viajando por el espacio tiene alguna posibilidad de chocar con la Tierra y, como resultado del impacto, desaparecerá la vida de su superficie tal y como la conocemos ahora.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La cantinela


Ayer ha sido un día especial en nuestro país, se celebraba el sorteo de lotería de Navidad, una “cantinela” que recuerdo desde siempre por estas fechas y que machaconamente repite cientos de veces la palabra “euros” (antes era “pesetas”) que a mí me suena a una especie de rezo cantado y repetido para gozo y deleite del dios de este mundo “don Dinero”.
Luego, en los informativos, se repiten las imágenes de los “afortunados” ganadores, abriendo botellas de cava, esparciendo éste sobre los sonrientes e histéricos coristas que rodean al sufrido reportero, y repitiendo ante la cámara la lista de parientes y amigos a los que les ha “repartido” su número agraciado. En el tiempo que nos está tocando vivir, con tanto paro laboral y con la presión añadida de la crisis económica, es agradable ver la felicidad espontánea que traen estos premios entre los más necesitados y nos congratulamos unos a otros repitiéndonos las frases de todos los años: “ Al menos le ha tocado a gente necesitada…, a trabajadores en paro…, a algún inmigrante en apuros…, estos premios están muy repartidos…” Y por unos instantes, parece que la justicia ha actuado sin mirar categorías…, al menos hasta el próximo noticiario.
Pero hay una frase que he oído ya varias veces en la radio, que me golpea como si de un directo al mentón se tratase y que, creo, ha sido la chispa que me ha impulsado a escribir esta meditación. El locutor dice muy convencido: “… y este sorteo marca el inicio de la Navidad… ¡ahora sí! ¡ya estamos en Navidad de lleno! Hoy se da el banderazo de salida a estas fiestas que en nuestro país finalizan el día 6 de Enero “el día de Reyes.”

jueves, 13 de diciembre de 2012

ORACIÓN


¡Oh Señor, cuánto necesito Tu Compañía! ¡Cuánto anhelo morar en Tu abrigo, bajo Tu sombra, mi refugio, mi castillo!(1)
Siento frío en la compañía del mundo, no se respira solidaridad, si acaso, atisbos… un poco aquí, un poco allá, pero muy poco. Falta la calidez que despide Tu Amor, falta la seguridad de tu cobijo… entonces lo echo en falta, necesito acurrucarme bajo Tus plumas, refugiarme debajo de Tus alas (2). ¡Es tanto lo que nos das! Llenas nuestra alma, rebosa nuestro corazón, Tú, oh Jehová, para siempre eres el Altísimo. Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó; desde la eternidad hasta la eternidad, Tú eres Dios (3).
Mi alma tiene sed de ti, del Dios vivo (4), y se sacia en Tu Palabra. Lo sé, Tú ya nos lo has dicho: el que medita en Tu Palabra de día y de noche, será como un árbol junto a corrientes de aguas, un árbol que da su fruto a su tiempo, un árbol de hoja perenne (5). Enséñanos a aprovechar nuestros días de tal forma que traigamos sabiduría a nuestro corazón (6).
¡Qué efímera es la vida sin Ti! Ahora me doy cuenta. Tú eres el Dios todopoderoso y tienes Tú Plan. ¡Es grande formar parte de ese Plan! Me miran asombrados… sus ojos tienen la mueca de la burla… ¡formar parte de ese Plan! ¿será iluso? Podría serlo si dependiese de mis méritos pero no depende en absoluto. Los méritos son de Jesucristo, todos, y el que cree en Su Nombre, tiene Vida Eterna (7). No lo he dicho yo, ni me lo he inventado. Lo has dicho Tú, Todopoderoso, Rey, Creador y yo, así lo creo por la fe que Tú derramas en los corazones arrepentidos.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Obstáculos


Soy un admirador de la obra de D. Ernesto Trenchard y hoy, leyendo el prólogo del librito “Escenas de la vida misionera en España” editado por CEFB, prólogo escrito por D. Samuel Escobar, descubrí algo de la vida de D. Ernesto que desconocía: En Agosto de 1944 y como consecuencia de una caída sufrida en Noviembre de 1942, sufrió la amputación de la pierna izquierda lo que le llevó al borde de la muerte.
Esta noticia me impactó porque hace muy pocos días que he leído el libro de Nick Vujicic “Una vida sin límites” y, para quién no lo conozca, diré que Nick es un joven que nació sin brazos ni piernas pero con un coraje, una fe y unas ganas de vivir que le han hecho ser conocido a nivel mundial por su ejemplo inspirador para vivir una vida completamente feliz superando todos los obstáculos inimaginables. Son famosos los vídeos “colgados” en Youtube en los que se ve a Nick en patinete, o haciendo surf, nadando en la piscina o en el mar, haciendo música, peinándose o afeitándose con todo tipo de artilugios e ingenios y, como para poner el broche de oro, ante grupos numerosos de gente de todos los tipos, grupos de jóvenes, empresarios, congregaciones, etc., y todo eso en cualquier parte del mundo.
¡Nick carece de brazos y piernas! Solamente dispone de un pequeño “apéndice”, como si de un pie extraño se tratase, que le asoma en lo que sería su pierna izquierda, y otro más pequeño todavía en su pierna derecha, y, a pesar de lo que él llama sus “carencias”, se dedica a recorrer el mundo como conferenciante motivacional, o sea, motivando a quien lo necesite con el ejemplo de su vida rica en experiencias y en vivencias, y, especialmente, llena de una fe real en Jesucristo como su Señor y Salvador. Sus palabras hablan por sí solas de lo que Nick proclama y cree: “Como un hijo de Dios, eres hermoso y bello, eres más valioso que todos los diamantes de la tierra. ¡Tú y yo fuimos diseñados con perfección para ser quienes somos!”
La imagen y la vida de Nick ha sido puesta en mi camino para que, si en algún momento se me ocurre pensar que tengo motivos para quejarme, piense en Nick, piense en sus palabras, piense en su lucha superando obstáculos que ni en mis peores pesadillas podría imaginar que me iba a enfrentar con ellos y piense en su sonrisa, su humor, sus ojos llenos de luz, su expresión victoriosa, sus oraciones de agradecimiento y su ministerio de servicio a Dios.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La fragancia

¿Qué nos viene a la mente si pensamos en una fragancia? Flores, una colonia, un olor agradable, frescura, relajación, provoca una sonrisa de bienestar, un comentario bonito, nos predispone positivamente ante el siguiente minuto… es aire puro con un ligero toque de dulzura bienhechora. Se agradece.
Hoy he leído algo que Ray Stedman escribió: “Cuando el amor de Dios brilla en nuestro corazón, nos volvemos más receptivos con los demás. Esto permite que la fragancia de su amor fluya y atraiga a quienes nos rodean.”
Automáticamente me sentí señalado: ¿fluye la fragancia del amor de Dios del interior de mi corazón? ¿Atrae esa fragancia a los que me rodean? Sinceramente, creo que en muy pocas ocasiones. Como para corroborar este remordimiento, fui llevado a la amonestación de Colosenses 3:8 “Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de vuestra boca.”
A nuestro alrededor, no están solamente los hermanos con los que coincidimos los domingos en la iglesia o los amigos o familiares con los que nos reunimos en ocasiones especiales. Hay personas que viven con nosotros el día a día, en nuestro trabajo, en nuestro hogar, personas que son las que pueden percibir la fragancia que fluye de nuestro corazón y que también perciben el olor amargo que desprende la ira repentina, el enojo incontrolado o la malicia ponzoñosa en la respuesta impropia de un “escogido de Dios”. ¡Dejad también vosotros todas estas cosas! “Como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia” (Colosenses 3:9). Dios conoce nuestra debilidad y por eso nos corrige y, si observáis, todo con lo que nos dice que nos “vistamos” es justamente lo contrario de lo que tenemos que dejar si queremos que “el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones”, como creyentes en Cristo, como hijos de Dios, haga fluir la fragancia de Su Amor: En lugar de ira, mansedumbre, humildad; en lugar de enojo, profunda compasión, paciencia; en lugar de malicia, benignidad.

jueves, 1 de noviembre de 2012

MIEDOS

Huimos del miedo, no queremos tenerlo, pero en estos días, mucha gente se divierte haciendo fiesta al miedo, a la muerte y a los muertos, a lo relacionado con la sangre, las brujas, la magia negra… ¿una disculpa para hacer fiesta de disfraces tétricos? Halloween, la fiesta también conocida como “Noche de Brujas” o “Noche de Difuntos”, una tradición en Estados Unidos y en el Reino Unido y que se ha introducido en nuestro país en donde no tiene arraigo ninguno, pero ya se sabe, como tenemos fama de que apreciamos lo que viene de fuera como algo bueno, y si eso permite fiesta y diversión y tapar lo que se venía haciendo por estas fechas que no era otra cosa que hablar de visitas a los cementerios, recordar a nuestros muertos y cosas más bien tristes y algo religiosas, pues se acepta más rápidamente, aunque da cierta cosa ver con que impunidad se introduce en los colegios y “mentaliza” a los más pequeños, mientras que por otro lado se hace mucho hincapié en eliminar cualquier vestigio religioso que pueda molestar a sus laicos padres.
Halloween es una fiesta secular, aunque hay quien afirma que tiene un trasfondo religioso, relacionándola con la festividad de Todos los Santos. Para nuestra época, lo interesante es que se asocia a fiestas de disfraces, bromas relacionadas con el miedo, lectura de historias terroríficas o visionado de películas sobre este género… en conjunto, provocar una especie de miedo festivo que es en realidad lo que se busca cuando se va a ver una película de terror, buscar sensaciones fuertes, pasar miedo gratis.

sábado, 13 de octubre de 2012

Temor al hombre

Acabo de leer esta frase: “El “temor al hombre” es un enemigo cruel e incapacitador, y la Biblia con frecuencia advierte contra él a sus lectores.”
He buscado una definición de temor y leo lo siguiente: “Sentimiento de inquietud y miedo que provoca la necesidad de huir ante alguna persona o cosa, evitarla o rechazarla por considerarla peligrosa o perjudicial.”
En el caso que nos ocupa, estaríamos enfocando la definición al caso concreto de “sentimiento o inquietud que provoca la necesidad de huir ante alguna persona por considerarla peligrosa o perjudicial”.
Encuentro que el temor en general es un instinto común a todos: “Tengo miedo a…”, o, “de repente sentí miedo”, o una frase más conocida, la respuesta de Adam en la que menciona, por primera vez, este sentimiento: “Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me escondí.” ¡Mmm! Aunque me tienta comentar esta respuesta, no voy a desviarme del asunto sobre el que ahora quiero escribir, pero me da pie a decir que el temor surge como una reacción de defensa ante algo que ocurre que nos sorprende por ser inusual y nos pone en alerta para saber cómo reaccionar, de manera que condiciona nuestra conducta, aunque también encuentro que hay grados, desde una simple timidez hasta el pánico desatado y, entre medias, el miedo y el terror.
En ocasiones asociamos el temor al sentido común. Estoy pensando ahora en los bebés, los niños en sus primeros pasos no tienen miedo de nada y argumentamos: “todavía no entienden”, porque cuando entiendan, veremos que tendrán miedo a cosas que deben rechazar o evitar para su propio progreso, para su avance, sin caer en riesgos innecesarios que le van a producir dolor, o una regañina por parte de sus padres o cuidadores.

Vemos también a través de la historia que siempre ha habido alguien que se ha aprovechado del temor infundido por poder, violencia, represión física, etc., para ejercer dominio sobre los demás. Demasiadas veces… Esto me acerca de nuevo a la advertencia bíblica que mencionaba al principio… Llegaremos a ella, porque antes quiero darle otra vuelta a la investigación del ¿por qué?

jueves, 4 de octubre de 2012

CONDUCTAS

Es impresionante la cadena de noticias que generan los juicios que se están celebrando en este país a causa de la corrupción. Son tan numerosos que nos hemos acostumbrado, y lo peor, nos hemos insensibilizado y pasamos de puntillas por la noticia porque, nos hemos aburrido de hacer comentarios que, en nuestro pobre conocimiento popular, sospechamos acertados pero que, si los analizásemos fríamente, llegaríamos a la conclusión de que sí, la conciencia del hombre está cauterizada de tal forma que ya no se miden los riesgos, ni las consecuencias de robar, mentir, engañar, porque, finalmente “no pasa nada”.
Hoy he leído: “No te impacientes a causa de los malhechores, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad, porque como la hierba pronto se secan y se marchitan como el pasto verde.” (Salmo 37:1-2).
¿Envidia?, pensé. Claro, normalmente se tiene envidia de los que “viven bien” (aparentemente) porque tienen cosas, las lucen delante de los demás, a veces hasta son famosos del mundo (de la farándula o del mundo a secas). Producen envidia en la gente que lo pasa realmente mal. No solo porque tengan cosas, sino porque cuando los detienen y les acusan de haberse apropiado de lo ajeno, casi siempre de muchos miles de euros, usando esos euros robados u otros que ya tenían, se pagan unos abogados que cobran mucho dinero y que los sacan a los “dos días” de las manos que se suponen que les tienen que administrar justicia y se asoman a nuestras pantallas televisivas con una gran sonrisa asegurando que son totalmente inocentes mientras no se demuestre lo contrario. Producen también envidia porque, curiosamente, nunca devuelven lo presuntamente robado, aunque se trate de cantidades que no sabemos ni manejar, ni valorar, por lo excesivas.

Ante estas escenas que ya se están convirtiendo en cotidianas, el pueblo llano, asustado porque no comprende tamañas atrocidades, exclama resignado: “¡No existe justicia en el mundo!” El salmista vuelve a insistir al respecto: “No te alteres con motivo de los que prosperan en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira y abandona el enojo; de ninguna manera te apasiones por hacer lo malo.” ¿Por qué nos dice Dios esto? Es fácil que viendo lo que vemos, alguno pueda angustiarse ante lo duro de su situación y decida hacer algún “pequeño robo” (principio de “grandes”), viendo la prosperidad del que nosotros (y Dios), consideramos malvado. Si a ellos no les “pasa nada”, podemos argumentar, por qué me va a pasar a mí, si además “sólo” he robado para comer.

viernes, 21 de septiembre de 2012

La realidad de Su Presencia

La Biblia insiste una y otra vez en la misma idea: suceda lo que suceda, Dios está ahí. Por eso no temeremos aunque la tierra tiemble, aunque los montes se derrumben en el corazón del mar, aunque sus aguas rujan y echen espuma, y se estremezcan los montes por su braveza.
Y si sucediera algo de esto ¿no temeríamos?
La clave está en creer a las promesas de Dios o en no creer.
Y sobre la fidelidad de Dios hay mucho escrito, hasta el punto de que nos asegura que es para siempre. Es como si afirmase que no podemos concebir la naturaleza de Dios aparte de su fidelidad, su lealtad, su rectitud. Podemos contar con Él siempre, porque es fiel con los que le aman. Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo. El que anda en camino de integridad, ese me servirá.

Cuando copio Sus palabras, siento su presencia. Su Palabra destila santidad, autenticidad, luz, pureza. Como el salmista, me gozo y me recreo en Ella. Leyendo Su Palabra descubrimos la Fe.
Es curioso: La fe es creer en lo que no vemos, pero, sin embargo, se va afianzando en lo que experimentamos. Y siento que Dios está más cerca de lo que pensamos. A veces, le pedimos ayuda, o un favor, un socorro… y llega la ayuda, la respuesta… Con todo pensamos ¿será posible? ¿Habría llegado igual si no lo hubiésemos pedido? Creo que no. Pero no puedo analizar la mente de Dios porque Sus Pensamientos no son nuestros pensamientos, ni Sus Caminos son los nuestros. Los planes y métodos de Dios son mejores que los que nosotros podemos idear.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Señales y Prodigios

(Adaptación de la predicación que hice el 19 de Agosto sobre Hechos 14)
El miércoles de la semana pasada, la hojita del calendario empezaba así: “Hay una frase que a veces oímos y que nos deja pensativos: “¿No sería más sencillo si Dios se revelase de una vez a todo el mundo?” La Biblia nos enseña que Dios lo puede todo. Podría imponer su presencia, pero no lo hace hoy, pues desea hablarnos de otra manera.”
Los creyentes en Cristo estamos deseando que Jesús aparezca con toda su gloria y ponga punto final a esta “carrera de despropósitos”. Cuando tenemos la oportunidad de asomarnos al estado del mundo por medio de algún documental serio, literalmente quedamos aterrados, paralizados al comprobar hasta donde alcanza la maldad del hombre y rápidamente oramos: “Señor, haz que pronto termine esto, ven pronto.”
Pero al momento también nos damos cuenta que Él también quiere finalizar con los efectos del pecado en el hombre, Él más que nadie como así nos lo demostró entregando a Su único Hijo, a Su Amado, a la muerte para que nosotros pudiésemos optar a ser salvos y así librarnos del castigo que merecemos por nuestras injusticias.

Pero, pensamos, mientras no regresa el Señor, si hiciésemos algún milagro que dejase a la gente con la boca abierta ¿no sería más sencillo que la gente creyese? Como cuando la Iglesia comenzó su andadura, Dios acompañaba el testimonio de la Palabra de su gracia concediendo que se hiciesen señales y prodigios avalando esta Palabra. Era una forma de indicarles a los judíos que aquello que los apóstoles estaban predicando era lo que Dios quería que predicasen, ahí tenían la prueba, ¡Fijaros!, ¡otra señal, otro prodigio! Dios está detrás de esto… “Y hablaron de tal manera que creyó un gran número, tanto de judíos como de griegos.”  
¿Has visto? ¡Es mucho más sencillo! Han visto las señales y los prodigios que ha concedido Dios y ya han creído. ¿Todos? ¡Muchos no creyeron! Dios estaba respaldando su mensaje del inicio de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, el Nuevo Pueblo para Dios con señales y prodigios y ¿es tan sencillo? ¡No es nada sencillo! Porque los apóstoles seguían encontrando oposición, y por eso el escritor nos apunta que tenían que hablar con valentía, confiados en el Señor, ¡no era nada sencillo!
El hombre está tan ciego, tan atrofiado en su conciencia por la contaminación del pecado que aunque vea, ¡ya no ve! Tiene su mente entenebrecida y ¿sabéis cómo reacciona? Violentamente: “Como surgió un intento de parte de los gentiles y los judíos, junto con sus gobernantes, para afrentarlos y apedrearlos… huyeron…”

domingo, 19 de agosto de 2012

Una Historia de Transformación

José Herrero, coordinador de PROEL, me mandó un correo con un link para poder ver un vídeo. Dice así:
Hola a todos:
Queremos compartir con vosotros este vídeo para que sintáis qué importante es la traducción de la Biblia y la alfabetización en la obra de evangelización, discipulado y plantación de iglesias.
Este es el propósito de PROEL, por eso organizamos cursos a los más altos niveles académicos para que la traducción de la Biblia y la alfabetización sean efectivas y buenas. Queremos involucrar más españoles en alcanzar a los pueblos de la Tierra.
 
Que Dios os de visión al ver este video: http://vimeo.com/46431077
José Herrero Coordinador de PROEL

Lo comparto porque me ha parecido una prueba gráfica de la labor de evangelismo que se está llevando a cabo, conforme a las palabras proféticas de Jesús: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin." (Mateo 24:14)

UNA HISTORIA DE TRANSFORMACIÓN

Una Historia de Transformación / Español from Alianza Global Wycliffe on Vimeo.

Reviva el momento en que los Nadëb, una de las tribus más aisladas del Amazonas brasileño, recibieron el Nuevo Testamento en su propio idioma; y sea testigo de la transformación espiritual que la Palabra de Dios ha hecho en sus vidas y en la vida de su comunidad.
(Vídeo producido por la Alianza Global Wycliffe América en cooperación con el Pueblo Nadëb - © Todos los derechos reservados)

martes, 14 de agosto de 2012

¡Hay que avisarlos!

Recuerdo hace unos años, cuando andaba buscando respuestas, un día estaba hablando con Samuel, un querido hermano siervo de Dios, y yo le preguntaba y le preguntaba y él me aseguraba que solo había dos caminos para elegir durante el transcurso de nuestra vida: un camino ancho, cómodo, donde no encuentras obstáculos porque todos los que van por él van en la misma dirección, te ayudan, te guían, te animan para que sigas, está bien iluminado, escasean los indicadores porque aparentemente es muy fácil de seguir sin salirse del trazado marcado. Jesús habló así de este camino: “… ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.”
El otro camino tiene un acceso más estrecho y el camino es mucho más angosto. Por éste van muy pocas personas, aunque las pocas que te encuentras van decididas a recorrer la distancia, van como dispuestas, con más ganas que las muchas que van por el camino más espacioso; buscan afanosamente la meta y su esperanza está en llegar porque están convencidos que hay Alguien que les está esperando, Alguien que además los ama y ¡da gusto llegar a un sitio en donde te esperan con los brazos abiertos! Jesús también mencionó este camino: “¡Que estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y son pocos los que la hallan.”
¿Esto quiere decir – le preguntaba yo a Samuel – que la gran mayoría de las personas del mundo, que me imagino que son los que van por el camino cómodo, el que coge la mayoría, van en dirección a la perdición? ¿Cómo podemos creer esto? ¿Te das cuenta que si esto es verdad, alguien debería avisarlos? ¿Dónde está esa estrecha-puerta para acceder al camino que lleva a la vida? ¿Qué dijo Jesús sobre esto?

lunes, 6 de agosto de 2012

HIMNOS

Una de las experiencias más hermosas que puedo disfrutar cuando visito “mi pueblo”, es la de ir a la Iglesia Evangélica en donde se congregan mis padres, en la calle Sartaña 12 del Ferrol (A Coruña), un lugar donde me siento especialmente querido porque allí se ha orado mucho por mi salvación y ha sido una alegría muy grande cuando el Señor, en su misericordia, contestó a esas oraciones.
Hace unos domingos estuve allí en el Culto que celebran por la mañana, en el que permiten un tiempo en el que se puede participar libremente orando, compartiendo un pensamiento basado en la Biblia o eligiendo un himno o un cántico. Egoístamente disfruto mucho en ese tiempo porque en esa iglesia todavía se cantan, además de los cánticos actuales, aquellos antiguos himnos que encontramos en el Himnario Evangélico, himnos que para las nuevas generaciones pueden “sonar” antiguos, porque efectivamente lo son, pero que encierran una riqueza y una espiritualidad en sus textos que en muchas ocasiones hacen que asome un nudo en la garganta de manera que precise parar, contener las lágrimas que pugnan por salir, respirar hondo y, cuando se pueda, retomar el coro para participar gozosamente de estos himnos inspirados.
Bueno pues éste último domingo del que hablo, un hermano escogió (para mi alegría) el himno número 23. Que le voy a hacer, es uno de mis favoritos. Quiero que se presente él con su precioso contenido:

        ¡Vedle nacer! ¡Oh, qué maravilla!
        No en un palacio de gran señor,
Hasta un pesebre Cristo se humilla,
¡Cuánto le cuesta ser Redentor!

El autor fue Enrique Turral y por el blog Archivo Histórico de las AA.HH. de Madrid, del que tenemos el enlace en éste, me entero que fue un conocido misionero evangélico en Marín (Pontevedra), que nació en Richmon upon Thames, en el condado de Surrey, Inglaterra, el l0 de febrero de 1867 y que murió en Marín el 12 de mayo de 1953. Según cuenta su biografía, desde muy joven tenía una clara vocación misionera y decidió ejercerla en España, así que con 22 años llegó a Vigo (Galicia) en octubre de 1889. Trabajó como pastor, misionero y evangelista, pero dejó huella con su faceta poética y sus himnos, componiendo muchos de los más famosos y traduciendo otros de la lengua inglesa al castellano. Su esposa fue también inglesa, una misionera que trabajaba en Barcelona llamada Adelaida Hills.
En el año 2007, conmemorando los 100 años de su llegada a Marín, se le dio su nombre a una calle dentro de este municipio.

sábado, 21 de julio de 2012

Lecturas de verano

Llevo bastantes días sin acercarme a este Blog por lo que consiguen las ansiadas vacaciones veraniegas: ¡desconectar!
Desconectas del ritmo del trabajo, de lo que sueles hacer en casa, en la iglesia, en tu rutina diaria. Eso lo consigue el estar en un lugar increíblemente tranquilo, sin ruido, sin apenas cobertura telefónica, sin un asomo de lo que suele ser “normal” en la vida el resto del año. Bueno, hay algo que debo mantener por mi salud espiritual: mi lectura diaria de una porción bíblica, lectura de la meditación correspondiente y oración. Eso, más que una rutina, en el caso de los cristianos es una necesidad.
Además, la afición que tengo por la lectura, hace que el disponer de tiempo libre de descanso y relajación, invite a leer y en ese ejercicio suelo disfrutar con alguna novela entretenida y también de lecturas más ‘serias’ que alimentan espiritualmente y edifican a los que anhelamos vivir como “hijos de luz”.
A propósito, sobre lo del vivir como hijos de luz, he estado leyendo a Dallas Willard en su libro “Renueva tu corazón (sé como Cristo)” uno de los apartados que quiero compartir, condensándolo adecuadamente porque me ha parecido muy interesante, instructivo y práctico para todo aquel creyente que ha sido regenerado desde su encuentro con Jesús y que anhela vivir una vida conforme a lo que Dios desea tal y como indica en Su Palabra.
Es importante resaltar que en lo que los hijos de luz verdaderamente nos diferenciamos del resto de las personas, es en la vida que late en las profundidades de nuestro ser, por ejemplo, en los pensamientos: Dios nunca debe estar lejos de nuestra mente, o sea, nuestros pensamientos giran en torno a Dios, disfrutamos reflexionando acerca de Dios tal y como podemos verlo en la persona de Jesucristo. Al tener nuestra mente centrada en nuestro Padre celestial, nos inclinamos a todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, (Filipenses 4:8), somos personas positivas de una forma realista ya que estamos apoyándonos en la naturaleza de Dios tal y como Él nos la revela y nosotros la entendemos. El mal está ahí, es cierto, pero no pensamos en él como algo que nos tenga que influir ni ocupar, sino como algo a evitar sabiendo que está derrotado y con el que, si nos tenemos que enfrentar, sabemos hacerlo con efectividad, porque nuestro Señor ya lo ha vencido en la cruz (Colosenses 2:15).

martes, 10 de julio de 2012

Tiene la Vida

Acabo de conocer a otro “Soldado-valiente de Dios” y una vez más, he aprendido de él. Dios nos presenta a “modelos” para que aprendamos. Pablo decía:”Sed imitadores de mi como yo lo soy de Cristo.” Y cuando el Señor permite que conozcamos a uno de sus “soldados-valientes” es para mostrarnos, con personas de carne y hueso, que el servicio para Él es cosa de hombres (y mujeres) de fe, entregados, dispuestos, sin importarles los obstáculos, parece como que ni los vieran, y mucho menos las críticas, opiniones, el “qué dirán” y todas esas banalidades a las que, tristemente, damos tanta importancia, pequeños dardos molestos a los que damos más valor del que tienen y que deberíamos esquivar con el escudo de la fe del que habla Efesios 6:16.
Jesús Manuel, que así se llama este Soldado de Cristo, tiene en su tarjeta de presentación lo que yo creo es una de las claves de su fe y de su confianza. Dice así: “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1ª Juan 5:12). El escribe ‘vida’ con minúscula, seguramente su razón tendrá, pero se refiere a la VIDA con mayúsculas que le da sentido a su persona, su testimonio y su ministerio de querer ayudar a salvar almas para Cristo sean de la parte del mundo que sean: personas.
Para poder coger el sentido a lo que he dado en llamar “su clave”, tengo que leer el texto en su contexto, dice así:
“El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.” (1 Juan 5:10-13).

sábado, 16 de junio de 2012

TÚ CONOCES

Esta mañana he compartido asombro con el rey David porque me ha tocado leer algunos textos del Salmo 139, un salmo que se detiene a revelarnos algo de la omnipresencia y omnisciencia de Dios, atributos que el mismo escritor inspirado, reconoce no comprender porque exceden con mucho la capacidad de nuestra mente finita, pero que nos muestran cómo es Dios y, especialmente, el conocimiento que Él tiene de cada uno de nosotros.
Esta idea siempre viene a mi mente cuando disfruto con la vista privilegiada desde la ventanilla de un avión en tanto que no ha alcanzado su mayor altura de vuelo y podemos distinguir los pueblos, las ciudades, el conjunto de grupos de casitas que componen la extensión que vemos desde esa altura… y enseguida se me ocurre ¿cómo es posible que Dios nuestro Señor pueda conocer hasta el más mínimo detalle de mi vida cuando que soy menos que una hormiga en medio de la arena de una inmensa playa? Porque eso es lo que nos da a conocer el salmista, que Dios nos conoce al detalle, porque es DIOS. Que desde que nos estábamos formando en el embrión de nuestra madre, se estaba cumpliendo punto por punto lo “planeado” por Dios en “su libro” (v.16) respecto a cada cual, algo que de ninguna manera comprenderán muchos que tratan de razonar porqué Dios ha permitido que nazcan de tal o cual manera o forma, aunque los que creemos en Él, en Su poder, en Su conocimiento, en Su grandeza, tenemos que reconocer que, aunque no lo comprendamos, Dios está tan lejos de nuestro entendimiento, admitimos que Él sabe todo y conoce los porqués. Si nosotros los conociésemos también, estaríamos casi a su altura y seríamos pequeños dioses, pequeños y peligrosos dioses…

martes, 5 de junio de 2012

Titubean los reinos

Me escribe un hermano desde EEUU preguntándome por la situación en España. Las noticias que llegan allá son alarmantes y, claro, las cosas desde lejos no se ven en su justa medida, aunque desde cerca también, solo vemos lo que nos dejan ver..., lo demás lo intuimos con más o menos acierto.
Cuando uno solo tiene como base para su vida el dinero, es fácil que cuando ve tambalearse todo a su alrededor busque algo a lo que agarrarse para que en el más que probable derrumbe, no lo lleve a él por delante. Se vive un poco al compás de las noticias financieras; cada día nos bombardean con palabras y tecnicismos que a fuerza de oírlos una y otra vez, han llegado a hacerse familiares: deuda pública, prima de riesgo, recortes, economía sostenible, un montón de siglas... PIB, FMI, BCE, etc. Y especialmente todo lo relacionado con los números rojos de la Bolsa con unos gráficos descendentes que producen miedo cuando nos muestran esos perfiles con forma de precipicios vertiginosos que perforan el suelo y se pierden en el abismo...

Bramaron las naciones, titubearon los reinos;
Dio él su voz, se derritió la tierra.
Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob.

jueves, 24 de mayo de 2012

Apóstoles y profetas de hoy

Hay una solemne advertencia en la segunda epístola de San Pedro que dice que “habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado” (2 Pedro 2:1-2).
Me ha parecido muy interesante la Editorial de la Revista ‘Edificación Cristiana’ nº 253 de Marzo-Abril 2012, titulada “Apóstoles y profetas hoy” porque va en línea con este texto y porque creo que es bueno que los creyentes evangélicos estemos alerta ante la avalancha de iluminados que están haciéndonos ver con claridad que lo profetizado respecto a ellos, estamos viviéndolo en estos días, por lo cual me he propuesto darle la máxima divulgación:

“La Iglesia Evangélica de habla hispana enfrenta grandes desafíos en los tiempos actuales. Muchos de orden externo, como el creciente aumento de la secularización, la pérdida de influencia de la Iglesia a nivel social y la destrucción o sustitución de valores de trasfondo cristiano por nuevos valores antibíblicos. Pero más allá de esas preocupaciones exteriores que amenazan a la iglesia de este siglo, está la amenaza interna cada vez más presente y que aparentemente silenciamos. Nos referimos a la creciente “ola” de apóstoles, profetas y demás personajes que se nos han colado anunciando un falso evangelio totalmente alejado de las Escrituras.

sábado, 5 de mayo de 2012

Habitando en la Luz

Este fin de semana hemos tenido nuestro XIX Retiro de Iglesia en “Aguas Vivas” (La Cabrera, Madrid). El tema de las conferencias fue “La Luz en el Hogar Cristiano”, basándose en el texto de Deuteronomio 6:1-9 y el conferenciante ha sido el pastor Mario Monroy, de la Iglesia Evangélica Betel de San Fernando (Cádiz).
Hemos recibido una vez más un regalo de Dios en la persona de Mario y de su esposa Amui. Guiado por el Espíritu Santo, el hermano ha hecho una exposición clara, sencilla, rica en ilustraciones, sobre lo que debe ser el testimonio de una familia cristiana a la luz de la Palabra de Dios y, en esta ocasión, a la luz de las instrucciones que Dios dio a Su pueblo Israel cuando iban a entrar a la Tierra Prometida (Deut.6:3).
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Él no cambia y por tanto, sus estatutos tampoco, por eso Su pueblo debe obedecerlos ahora igual que lo hizo en aquellos momentos porque para Él, nosotros somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pe.2:9).
Como cristianos, ahora vivimos en esa ‘luz admirable’ y el objetivo de las conferencias fue recordarnos cómo debemos andar en luz, cómo es un hogar que anda en la luz y cómo se aplican a nuestra vida hoy, los mandamientos que Dios dio a Su pueblo en Deut.6:1-9.
La respuesta a estas preguntas la resumió el hermano Mario en lo que llamó cinco áreas de acción, cinco áreas que a su vez están en unidad ya que, recalcó, o funcionan todas, o no funciona ninguna.

sábado, 21 de abril de 2012

Valores

¿Qué opinión nos merece esta lista? Fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, devoción, afecto fraternal y amor. A primera vista, tres de ellos los asociamos con “vida religiosa”: Fe, virtud, devoción (o piedad). Otros tres podrían tener que ver con nuestro carácter: Dominio propio, paciencia, afecto fraternal. Por supuesto el amor lo corona todo: Amor de pareja, amor a los demás, amor para dar y tomar, amor de madre, ¿amor a Dios? Y finalmente, el último concepto es el que queremos todos: Conocimiento. Conocimiento de la verdad, de todas las cosas, del futuro, ¿del pasado?, el saber no ocupa lugar, tener mucho conocimiento, consultar con el que sabe… nos parece un concepto amable, que nos compromete a poco pero que nos da mucho… en principio, nadie lo rechaza, aunque hay veces que se oye decir: ¡prefiero no saberlo!
¿Por qué esta lista de valores concretamente?  Porque es la lista de valores cristianos que podemos encontrar en el primer capítulo de la segunda carta de Pedro para que nos ocupemos con diligencia del desarrollo de nuestro carácter, o lo que es lo mismo, una forma de invertir sabiamente en nuestro futuro espiritual. Después de confiar en Cristo como Salvador, el Señor nos propone acceder a la nueva “forma de vida”, la nueva naturaleza divina, que nos va a marcar con estos valores que desarrollarán nuestro carácter siguiendo el modelo de nuestro Maestro: Jesucristo.
En unos tiempos en los que oímos comentar que determinados valores se están perdiendo (respeto en las aulas, civismo en nuestra relación con los demás, educación básica, etc.), Dios se preocupa de que Sus hijos reciban todo lo necesario para la vida y la piedad, de manera que no se trata de un esfuerzo exclusivamente nuestro, ya que Él nos concede los medios y ayuda por medio de Su divino poder, con un objetivo: ser hechos participantes de la naturaleza divina.
(Es impresionante comprobar la nueva posición que Dios nos da dentro de Sus planes, por aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal).
Así que tenemos los medio, tenemos la ayuda del poder de Dios, ¿Cuál es ahora nuestra parte? Poner todo nuestro empeño. Nuestra actitud es agradarle, obedecerle, que nuestra vida le de gloria, así que tenemos que esforzarnos en que realmente nuestra vida sea un fiel reflejo de Aquel a quien queremos seguir e imitar.
¿Y por donde empezamos? Pues siguiendo las indicaciones de 2 Pedro 1:5 y siguientes, donde primero dice que añadamos a nuestra fe, virtud. Para que una fe pueda mostrarse firme, necesita estar en crecimiento constante. Por tanto, añadamos a nuestra fe,  virtud que en esencia en esta ocasión de traduce por valor, valentía, coraje. Y luego sumémosle conocimiento, de manera que teniéndolo, teniendo la capacidad de discernir, conociendo el equilibrio, con coraje, evitaremos quedarnos encerrados, solos, simplemente con nuestro conocimiento. Saldremos a mostrarlo, lo transmitiremos, lo viviremos. Y luego, sumémosle al conocimiento, dominio propio, ¡ah, el control de la irritabilidad!, el no dejarse llevar por cualquier pasión, el saber reaccionar equilibrada y cristianamente (¡cuantas veces fallamos en esta asignatura!).
“Al dominio propio, paciencia (o perseverancia), porque la palabra original no se refiere a la paciencia que es el fruto del Espíritu, sino que se refiere más bien a la perseverancia, a la persistencia, resistencia; como decía Pablo, a terminar la carrera resistiendo el ritmo, como buen corredor, dosificando pero llegando a la meta, como un buen atleta cristiano. Y sumemos a la perseverancia, devoción (o piedad), en el sentido de tener a nuestro Dios como centro total de nuestra vida.
El sexto valor es el afecto fraternal, el amor entrañable que se respira en las reuniones con los hermanos cuando hay unidad, armonía, cariño fraternal.
Y finalmente, añadamos a todos estos valores, Amor: Amor con todo el mundo, amor al enemigo, amor sincero.
Nuestra actitud para crecer en la Fe tiene que ser la de buscar y añadir estos valores y poco a poco veremos cambiar nuestro carácter, notaremos ese crecimiento y esa madurez propia de los justos. Amén.

jueves, 12 de abril de 2012

Charles Duke

El domingo pasado me sorprendió la revista dominical que acompaña al periódico con una entrevista a Charles Duke, una de las 12 personas que han pisado la Luna. No me sorprendió porque entrevistasen al señor Duke, porque el hecho de ser una celebridad dentro del mundo de los astronautas ya es motivo para ello, además de que está en España promocionando la exposición sobre la NASA, sino por los textos destacados de su entrevista, esos que aparecen en texto más grande resaltando algunas respuestas que al periodista le han podido resultar más llamativas o impactantes: “Al volver a la Tierra encontró la calma en Dios”, “Dejé el ejército y me entregué a Cristo” y “Lo que cambió mi vida fue mi relación con Cristo. Veo a Dios en el universo”. Encontrar resaltadas estas frases en una revista de tendencia secular me ha gustado, es buena señal, respira libertad y seriedad para poder escuchar “otras opiniones” sin seguir la “ruta marcada” por el postmodernismo.
No sé si es una leyenda urbana, pero siempre he oído que los astronautas que han vivido esa increíble experiencia de viajar al espacio y andar por la superficie lunar, cuando han regresado a la tierra, a su vida familiar, han sufrido cambios en su carácter y en su vida que, mayoritariamente, han afectado negativamente a su vida familiar. El autor de la entrevista menciona a Neil Astromg que fue el primer hombre en pisar la Luna, le dio por recluirse y no aparecer en público ni firmar autógrafos. Otro de los más famosos Edwin Aldrin, sufrió problemas de depresión y alcoholismo. El señor Duke (77 años), que cuando viajó en el Apolo 16 tenía 36 años, también tuvo muchos problemas a causa de su obsesión por su carrera estelar. La realidad era que por su trabajo había olvidado a su familia, su esposa estuvo a punto de suicidarse y después encontró a Dios. Duke siguió los pasos de ella entregándose a Cristo.
En esa entrevista el periodista busca las preguntas que le haríamos cualquiera sobre qué se siente, cómo es eso de viajar en un cohete alrededor de la Tierra, etc., pero hay alguna respuesta que declara el pensamiento y la realidad que mana de ese corazón: A la pregunta sobre si la suspensión de la Tierra en la oscuridad del espacio le otorga a ésta una especie de identidad e independencia, Duke responde: “Hay un pasaje de la Biblia que habla así. Yo entonces no lo meditaba en esos términos, pero luego lo hallé exacto. Es de Isaías: “Dios posa su trono sobre el círculo de la Tierra”. Y otro de Job que reza: “Cuando Dios creó el mundo, lo implantó en medio de la nada”. Y es exactamente asó como se nos aparece allí.” Posiblemente a una gran mayoría de los lectores del artículo no les diga nada esta respuesta, y si detectan alguna anomalía, lo achacarán a la respuesta de un viejo afectado por el síndrome del espacio, pero yo quiero resaltar que Charles Duke, un astronauta preparado para los viajes espaciales organizados por la NASA en EE.UU., no es ningún mindundi sin preparación ni conocimiento, sino todo lo contrario, y él está respaldando, entre otras cosas, que Dios creó el mundo y además, ha comprobado personalmente que algunas de las definiciones que la Biblia dice sobre cómo es y dónde está el planeta Tierra, son exactamente así.

El periodista le pregunta a Duke sobre su cambio desde un punto de vista espiritual y surge su testimonio con respecto a lo que pasaba en su familia: “Cambia tu perspectiva de lo que somos en la Tierra. Llegas a la conclusión de que somos únicos. Orgánica y anímicamente. He podido revivir esta aventura frente a muchas personas. Antes pensaba que ese mundo sin fronteras y sin razas que había llegado a ver me había llevado a la conclusión de que debíamos amarnos y6 apreciarnos y respetarnos los unos a los otros para seguir adelante. Eso decía, pero por otra parte me examinaba por dentro y pensaba: “Pero si no amas ni a tu mujer. ¡Eres un hipócrita! Tu matrimonio se derrumba y tu esposa está al borde del suicidio”. Nuestro matrimonio se iba a pique, teníamos dos hijos, todas nuestras responsabilidades contraídas y un marido que no la amaba y que solo se preocupaba de su carrera. La carrera era lo primero, después la familia y Dios lo último. No es que fuera un ateo, creía en Dios y me consideraba cristiano, pero me limitaba a ir a la iglesia sin más. Creía que podía existir Dios, pero no le permitía que se metiera en mis asuntos. Entonces mi mujer, cuando casi se quita la vida, empezó a creer a fondo. Se entregó a Cristo y vi como su vida cambió. Se convirtió en alguien alegre, llena de paz y capacidad de perdón. Le hizo poder perdonarme hasta a mí. Le llevó dos años, fue un proceso lento, pero yo me convencí de su buena disposición, dejé el ejército y me metí también en lo mismo. Me convencí de que su cambio era sincero, real, comencé a creer y me entregué a Cristo. Entablé una nueva relación con Jesús, me transformó. De verle fuera, le hice entrar dentro de mí y mi vida cambió. Comencé a leer mi Biblia y a ordenar mi vida, mi matrimonio y a cambiar mis prioridades como nos enseña la Biblia: busca primero el reino de Dios.”  En este punto me hace gracia el comentario del periodista: “Así de fácil”. “Bueno, desde que caminamos al lado del Señor, ya va para unos años, desde 1978, nos ha salvado: él nos ha proporcionado el amor verdadero para todos los que nos rodean. No vemos diferencia entre las razas, entre nuestros vecinos, así me ha cambiado Dios y así sigo con mi tarea de predicamento. Hablar de mi experiencia en la Luna es algo que hago en contadas excepciones y centrándome en lo bueno que es el trabajo en equipo, la importancia de la ciencia y la formación para animar a la juventud a soñar. En esos términos lo planteo. Pero si alguien me pregunta que es lo que realmente cambió mi vida, fue mi relación con Cristo, eso fue lo fundamental. Y ahora veo a Dios en el universo. Los cielos declaran la gloria de Dios, como dice la canción y lo veo en el orden universal. Como una lógica, como el diseño del universo. ¿Qué es un cuerpo humano? Pues un diseño enrevesado, complicado, que funciona.”

sábado, 7 de abril de 2012

¿A Quién Vemos?

Hace unos días leí un comentario sobre los programas de televisión de cámara oculta y los motivos que tenían los realizadores para grabar esos programas y me llamó la atención que había dos motivos totalmente opuestos en sus metas, ya que mientras unos pensaban que “la gente es maravillosa y salimos para confirmarlo”, otros por el contrario consideraban que “la gente es estúpida y vamos a encontrar maneras de demostrarlo”, lo que llevaba al comentarista a decir que “nuestra manera de ver a las personas determina cómo las tratamos.”
Uno de los lugares donde nos cruzamos con más gente al día es en el transporte público, en mi caso el metro y el tren. No sé si es una cualidad o un defecto pero creo que soy un observador de las personas, en el sentido de que cada persona es un mundo y hay personas que, por sus reacciones, sus gestos, su forma de hablar, transmiten una forma de ser, una vida, un carácter, que, a veces, abre la imaginación a unas suposiciones que seguramente estarán a años luz de la realidad, pero que en mi imaginación toman forma como si estuviese recopilando personajes para escribir “la novela de la vida”.
Pero hay otra forma de mirar a las personas que debería ser característica de los cristianos, embajadores de Dios en el mundo, mensajeros de la Verdad. Este comentarista lo expresaba así: “Mi amigo Bob Horner dice: “Cuando consideramos a las personas como perdedores, las tratamos con desprecio. Cuando las vemos  como perdidas, las tratamos con compasión”. Bob se había fijado en la mirada de Alguien: Jesús.
¿Cómo mira Jesús? En Lucas 19:1-10 hay un relato muy conocido: el encuentro de Jesús y Zaqueo y hasta ahora no me había fijado en que muestra diferentes formas de “mirar” y la conclusión de las diferentes formas de hacerlo. Dice el relato que Zaqueo, un principal de los publicanos y rico, procuraba ver  quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud porque era pequeño de estatura. Esta primera mirada es de curiosidad, o, de necesidad. Podía ser que la fama de Jesús habría llegado hasta Zaqueo y, como pasaba por la ciudad, su curiosidad hizo que se acercase al lugar por donde pasaba para poder conocerlo, ver su aspecto, y, con suerte, ver alguno de sus famosos milagros u oír alguna de sus sentencias… Podía ser también que hubiera oído hablar a alguno de los que había creído en Jesús  y Zaqueo sintiese necesidad de recibir algún mensaje que orientase su vida o que lo sacase de las dudas o confusión que tuviese en ese momento. Era rico pero, una vez más, el dinero no respondía a todas sus inquietudes.
Zaqueo se sube a un árbol y sucede algo que él no se podía ni imaginar: de ser uno más entre la multitud, un observador anónimo, pasa a ser protagonista: Jesús llega a aquel lugar y ¡alza la vista!, le vio y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa”. Entonces él descendió aprisa y le recibió gozoso. ¡Que bien le había salido la jugada! No lo podía ver y, de repente, le llama por su nombre y le dice, con la autoridad propia del Señor, que ese mismo día iba a posar en su casa porque era necesario. ¿Cómo lo miró Jesús? La Palabra nos dice que Dios no mira la apariencia de las personas sino que mira directamente al corazón y de esta forma es cuando conocemos el motivo del interés de Zaqueo por ver al Maestro. Jesús había visto una inquietud en aquella persona y, más adelante, nos da a entender que Jesús no había visto a un perdedor, sino una persona perdida necesitada de un cambio en su vida, necesitada de salvación.

jueves, 29 de marzo de 2012

CONFÍA EN MÍ

Me acerqué a mi escritorio triste, preocupado; acababa de recibir el presupuesto de un gasto médico inesperado y mi mente divagaba en cómo iba a afrontar ese gasto y de cuantas cosas me tendría que privar este verano para amortizarlo…
Cogí mi Biblia y mi librito de lecturas diarias y lo abrí por la página correspondiente. El título del comentario saltó ante mis ojos como un anuncio inesperado e impactante: “CONFÍA EN MÍ”. Un calambre recorrió mi cuerpo y las lágrimas se amontonaron en mis ojos. Seguía diciendo la hojita devocional: lectura Salmo 121: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra.” leí. Entre lágrimas leí el resto del salmo y me incliné en oración ante mi Dios: “Perdóname Señor por tener tan poca fe y confianza en ti. Gracias por estar siempre ahí.” ¿Cómo es que tan fácilmente me hundo en mis preocupaciones sin tener en cuenta a mi Dios? Gracias que Él siempre está. Sus palabras son un bálsamo para sus hijos y su consuelo llega en el momento justo y necesario. Aunque a veces nos desesperemos aguardando una respuesta. Hace unos días leía un pensamiento sobre los “silencios de Dios” apropósito de esto. Ese tiempo en que esperamos la respuesta a una oración y que, aparentemente, no llega en el momento que nosotros lo deseamos. Y empiezan las dudas y la ansiedad. Creo que a veces esos silencios están motivados para probar nuestra confianza en Su Fidelidad. B.G. escribe: “Durante un período sombrío en mi vida, pasé mucho tiempo orando, pero me parecía que Dios me dejaba solo con mis pruebas y mi carga. Era la noche oscura para mi alma. Entonces escribí a mi madre para exponerle mi problema. Jamás olvidaré su respuesta: Hijo mío, muy frecuentemente Dios se aparta para poner a prueba nuestra fe. Él quiere que confiemos en él incluso en la oscuridad. Ahora, hijo mío, extiende tu mano en la niebla y verás que su mano está ahí para asirte”.
“No permitiré que resbale tu pie, ni se adormecerá el que te guarda.”
Escribe Cindy Hess en el pensamiento que acompaña a esta lectura: “¿Alguna vez estuviste tan desesperado que te parecía que estabas hundiéndote en el agua profunda? Las dificultades de la vida pueden ser agobiantes. Dios no promete que escaparemos de los mares turbulentos de la vida, pero sí que no nos desamparará ni nos abandonará (Hebreos 13:5).” Quiero ahondar en este versículo porque es uno más de los muchos que encontramos en la Biblia, sea el AT como el NT, que nos insisten en algo que a veces nos cuesta asimilar: El cristiano debe estar satisfecho con lo que tiene en cada momento. El Señor, en su oración ejemplo, nos enseñó a pedir sólo ‘el pan de cada día’, recalcando en nuestra necesidad de CONFIAR EN DIOS cada día, en cada instante, suceda lo que suceda, Él va ahí en nuestro barco, no ha evitado que se desate la tormenta, aparentemente está ausente, dormido, ¿tenemos derecho a temer con el Creador en nuestro viaje? Enseguida creemos que sí, que Él en su “ausencia” no se está enterando del peligro que estamos corriendo y clamamos: ¡Señor, ayúdanos, que perecemos! ¿Cuál es su reacción? “¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe?” ¿Acaso no va Él Creador de los Cielos y la Tierra con nosotros? ¿No puede Él con una palabra retener a su propia creación?
“Jehová es tu protector; Jehová es tu sombra a tu mano derecha.”
Las promesas de Dios deben servirnos de aliento y CONFIANZA. Necesitamos descansar en estas promesas divinas que nos aseguran ayuda, protección y consuelo permanentes. Veremos pasar los años, veremos cambiar las circunstancias, estaremos en mejor o peor situación pero… el poder de Dios es el mismo siempre y sus promesas inmutables. Él dice: “Yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”  (Isaías 49:15-16). Leo en la hojita del calendario: “Sí, los planes de Dios pueden comprender tiempos de espera que nos parecen interminables, antes de verlo intervenir. Quizá a veces digamos, al igual que Habacuc: “¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti… y no salvarás?” Pero el silencio no es sinónimo de ausencia, y menos de abandono. La fidelidad de Dios es indefectible. ¡Tengamos fe en Dios! Incluso si nos hallamos en un túnel muy oscuro, sepamos que él está realmente ahí a nuestro lado.
“Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu vida.”
Ayuda, oh Dios, nuestra incredulidad. Día a día das muestra de tu presencia, de tu cuidado, de tu bondad y nosotros, como demostró muchas veces el pueblo de Israel, perdemos de vista esta realidad enseguida. ¿Cómo los vamos a criticar si reaccionamos igual? No podemos. No debemos. Debemos aprender de nuestros errores y también de los suyos. Y darte gracias por tu paciencia con nosotros. Gracias Señor y perdónanos. Amén.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La verdad más terrible de la Biblia

Una breve predicación de Paul Washer.
Me he encontrado con este vídeo en la conocida página web de noticias Protestante Digital y lo quiero compartir en este blog porque el mensaje de esperanza es el mensaje del Evangelio y, aunque Paul lo dice en inglés, el vídeo está subtitulado y su forma de explicarlo me ha parecido, clara, rotunda y vale la pena oírla tanto por un creyente como por alguien que todavía no haya creído.
Quisiera resaltar algunas de las preguntas que salen en este vídeo y a las que Paul da una perfecta respuesta apoyándose, como no, en la Palabra de Dios:
  • Si Dios es justo, ¿qué puede hacer con nosotros?
  • ¿Por qué es aterrorizador que Dios sea bueno?
  • ¿Qué significa arrepentirse?
  • ¿Cómo sabes que has creído verdaderamente?
¡Que lo disfrutéis!
(Podéis leer mejor los subtítulos pulsando en las flechas que hay entre HD y vimeo)
La verdad más terrible de la Biblia from Protestante Digital on Vimeo.

jueves, 15 de marzo de 2012

TU PALABRA

“¡Cuánto amo tu ley!” Así empieza el párrafo bíblico que acabo de leer en el verso 97 del capítulo más largo de la Biblia, el Salmo 119. Y al leer esta afirmación del salmista, mi cara se llenó con una sonrisa de gozo totalmente de acuerdo con él. A lo largo de estos años he comprobado que la lectura de la Biblia y, sobre todo, su estudio, te llena de una manera que solo se puede explicar leyendo lo que la Escritura inspirada explica sobre Ella misma. Como decía Don Eric Bermejo en sus predicaciones, es un ir sumando dos más dos más dos y siempre salen las cuentas, y salen bien. No puede ser de otra manera si la Biblia afirma que toda Ella es inspirada por Dios mismo ¿qué podemos esperar? ¡Sabiduría divina!, superior, sublime… una Palabra inspirada por Dios que asegura que te puede hacer sabio para la salvación ya que tiene el poder necesario para orientarnos hacia la fe en Cristo (la fe viene por el oír la Palabra de Dios), cuando el Espíritu la utiliza como esa espada penetrante que llega hasta el centro de nuestra alma y del  espíritu, que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Sabe su Inspirador lo que necesitamos en cada preciso instante, analiza nuestras meditaciones cuando desde nuestra pequeñez, utilizamos esos recursos que el mismo Creador puso en nosotros, recursos que le hacen decir que hemos sido hechos a Su imagen y semejanza…, hasta ahí llega Su Espada y… (dos más dos más dos…) y entonces vas hilvanando y juntando, pieza de aquí, pieza de allá… y recuerdas lo que Jesús dijo en su paso por la tierra: “El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna.” Fíjate: mi palabra y el que me envió, o sea, una Obra conjunta del Hijo (mi palabra) y del Padre (me envió), una obra divina, celestial, planeada en Amor pensando exclusivamente en nosotros, pobres pecadores rebeldes y orgullosos, para darnos la posibilidad de una vida eterna con Ellos gracias a los méritos y el sacrificio de nuestro Amado y Bendito Salvador Jesucristo.

“El que oye mi palabra…” allí en el Salmo el autor asegura que le ha hecho sabio, que ha llegado a comprender incluso más que sus instructores y más que los sabios doctores que en el “nivel del mundo” son los que más autoridad tienen en el saber. Claro, no podemos comparar a hombres, por muy sabios que sean, con Dios, que es Su creador, pero esto lo decimos desde nuestro entendimiento espiritual, como creyentes, como hijos suyos. Los que no lo son tienen sus propias opiniones y, están fuertemente agarradas a ellas porque… no creen. Decía el escritor José Saramago que él no creía en Dios, pero que si alguna vez se lo encontraba, le iba a decir unas cuantas cosas… ¡pobre José! Él está considerado como un maestro de la literatura y de hecho lo es, recibió el premio Nobel en 1998 y doctorados honoris causa, es un erudito y sus opiniones se toman como importantes y relevantes. Todos esos reconocimientos los ha recibido aquí en la tierra, pero ahora tiene que ponerse de pie ante el Juez que va a juzgar a los vivos y a los muertos y va a escuchar una sola pregunta que va a tirar por tierra todos sus estudios y conocimientos: “¿Dónde está el sabio?”
El problema no lo tiene José Saramago, ni Stephen Hawking, ni ninguno de los más importantes sabios que podamos nombrar, el problema lo tenemos todos los que rechazamos lo que Dios quiere decirnos. Afirman no creer en Dios, o si incluso creen, prefieren pasar de oírlo, y Dios se arma de paciencia e insiste: He preservado Mi Palabra para que llegue hasta hoy, hasta aquí, hasta ti, porque quiero que haya constancia de que estoy ahí, detrás de cada uno de vosotros, para que tengáis vida eterna y no muráis eternamente… si me creéis: “Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo”. “El que oye mi palabra…”

domingo, 11 de marzo de 2012

Conmemoraciones que nos hacen pensar


Hoy ha sido un día de conmemoraciones tristes: hace 1 año del terremoto y el tsunami en Japón y 8 de los atentados contra los trenes de cercanías en Madrid. El 11 de Marzo está marcado por ser una fecha en la que murieron muchas personas, unas a causa de una catástrofe natural, un terremoto que generó en un tsunami y otras debido a un atentado terrorista fruto de no se sabe muy bien qué reivindicaciones islamistas de corte político internacional. Sea como sea, el caso es que en unos pocos minutos, muchas vidas fueron sesgadas violentamente, finalizadas brutalmente, mientras muchas otras fueron testigos de esas muertes en tanto que por sus mentes pasaba ese fugaz pensamiento: “Podría haber sido yo”.
Sin entrar en consideraciones de las causas de esas muertes, no porque no sea importante que lo es, sino porque no es mi deseo ahora hablar sobre eso, lo que sí quiero decir es que esas vidas que han sido interrumpidas bruscamente, muchas de esas víctimas eran jóvenes, podríamos decir que aún les quedaba mucha vida por delante, otros serían de mediana edad, lo que calculamos sobre los cuarenta o los cincuenta y muchos otros, eran personas más mayores, a lo mejor algún anciano, no lo sé, pero, es como si cada uno de estos relojes parados bruscamente estuvieran gritando en el espacio, reivindicando los años de vida que se les ha robado inesperadamente…

80, 90, 100 ¡parecen tantos! Y sin embargo, a medida que los vas viendo desde la perspectiva de la edad, te das cuenta que son muy pocos, aunque bien es verdad que hay muchas personas que ni aún esos pocos quieren vivir porque no desean soportar más lo que les ha tocado 'mal-vivir'. A raíz de estas catástrofes mencionadas sufridas en Japón, a las que tenemos que añadir las terribles consecuencias que destruyeron la central nuclear de Fukushima, el incremento de los suicidios, según comentan en los noticieros, se ha incrementado un 20%. Vidas sesgadas voluntariamente para cortar con los sufrimientos de la triste realidad que a muchos les ha tocado en suerte. Ya Japón es un país que tiene el triste honor de estar entre los cinco primeros del mundo en esta triste estadística. (España está por la mitad de la tabla). Es curioso, y paradójico, el titular que salía en los medios el año pasado: “Los países más felices registran las mayores tasas de suicidios.” Da que pensar…

Dios en Su Palabra nos enseña en varias ocasiones a que seamos conscientes de que nuestra vida es muy breve, aunque a nosotros nos parezca “que nos queda mucha vida por delante”, especialmente cuando lo ves desde la óptica de la juventud. Nuestra vida se compara a la hierba, que florece como la flor del campo que cuando pasa el viento, perece, y su lugar no la vuelve a conocer (Salmo 103:15-16). ¡Qué efímero! ¿Verdad? Da la sensación que solo ha pasado un día. Pero, ¿qué está contrastando aquí este texto, qué nos quiere mostrar? Pues, sencillamente, nuestra pequeñez ante la grandeza del Dios Todopoderoso, Creador del Universo, de la Tierra, del hombre. “Como el padre se compadece de los hijos, así se compadece Jehová de los que le temen. Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo… Pero la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen” (Salmo 103:13-14, 17).
A los hombres no nos gusta en absoluto rebajar nuestra categoría al más bajo nivel del polvo.

lunes, 27 de febrero de 2012

Nunca estoy solo

Otra vez ha sucedido: Cuando estás leyendo la Biblia, de repente, hay un texto, a veces solo una frase, que salta del contexto y se resalta sobre lo demás, como si dijese ¡Eh! ¡Estoy aquí! ¡Fíjate!
Otras veces te acierta directamente en ese punto de tu vida que necesita corrección, o te indica sobre algo que crees estás haciendo bien y sin embargo requiere un golpe de timón, una corrección de rumbo.
Cuando leo salmos generalmente lo que surge es una sonrisa de identificación, de afirmación, de estar de acuerdo con lo que el escritor ha querido plasmar, porque coincide punto por punto con tu sentimiento. Claro que depende del salmo y de la situación. Hay días que no surge una sonrisa sino una lágrima (seguida de muchas otras…) Suelen ser lágrimas de arrepentimiento, de reconocimiento de nuestro pecado, desobediencia, fallo a nuestro Señor y Rey. Esos días abres tu Biblia por el salmo 51, por ejemplo, y aprovechas la oración de arrepentimiento de David para aplicarla a ti mismo, consciente de que tu mayor deseo es que el Señor te limpie más y más de tu maldad y cree en ti un corazón puro.

Quiero escribir sobre 2 versículos del Salmo 55. Uno es el 17: “Al anochecer, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré; y él oirá mi voz”. ¿No es un consuelo saber que nunca estas sólo? El texto no quiere decir que continuamente durante las 24 horas del día tienes que estar postrado en oración buscando la presencia y la comunión con Dios desesperadamente, no. Pero lo que si me indica, es que en cualquier momento, sea de día o de noche, puedo levantar mi oración al Padre y saber que Él está escuchándome.
Yo lo he experimentado muchas veces: en medio de un trabajo, en el coche, en cualquier sitio… incluso, muchas veces, cuando me siento incapaz de solucionar un problema del trabajo, le he pedido a Dios que me ayudase y me ha dado “la pista” para ponerme en el camino de la bendita solución. Esto no lo saben en las empresas, pero Dios mismo las ayuda al interceder por un hijo suyo que ha pedido ayuda ¡a cualquier hora del día!
También es un toque para reconsiderar nuestras dudas en cuanto a la fe porque, al igual que le pasaba al pueblo de Israel, enseguida nos olvidamos de estas ayudas que, en ocasiones, son auténticos milagros. Muchas veces he tenido que pedir perdón por esa falta de memoria.

Esto está relacionado con el otro versículo, el 22: “Echa tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás dejará caído al justo.” Cuando más nos acordamos de hablar con Dios es cuando tenemos una “carga”, un problema, una dificultad. Somos rápidos para pedir, tardos para dar gracias. Es como aquellos 10 enfermos leprosos que fueron curados por Jesús, ¡solo uno se volvió para darle las gracias! Pero volviendo al texto ¿no es hermoso? El Señor no está sugiriendo, está casi ordenando para recordarnos que ¡no estamos solos! cuando nos sometemos a su gracia y voluntad, ¡echa sobre Él tu carga y Él te sostendrá! No hay duda, lo hará.
Sabes, cuando leo la última parte que en la versión Reina-Valera del 60 traducen: “No dejará para siempre caído al justo”, pienso en los que han sufrido martirio y persecución. Me planteo esa cuestión, me viene de forma inmediata, como si yo fuese alguien que pudiese hacer un reproche a lo que mi Dios dice: ¿Esos hermanos han sido dejados caídos? La Palabra nos dice: “Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes.” Entonces me voy a las biografías de esos valientes de la fe y empiezo a entender que jamás han sido dejados caídos. Podría recurrir a miles de biografías y reproducir las valientes palabras de esos hermanos que han soportado el martirio más salvaje por amor a Cristo, pero pueden servir de ejemplo las que relata Lucas en el martirio de Esteban: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios…” ¡No estaba solo! Cristo estaba ayudándole con su Poder, a través del Espíritu Santo de tal manera que pudo entregar su espíritu al morir como lo había hecho su Maestro y orar por perdón por los que lo estaban matando. Es entonces comprensible leer en esas biografías que he mencionado la muerte de estos héroes de la fe que rodeados de llamas, o enfrentados a fieras o a torturas, morían cantando, o alabando a Dios o pidiendo misericordia por quienes les infringían tan terribles suplicios. Sus vidas y su testimonio ante la muerte que ya ha sido vencida por Cristo en la cruz, han quedado ahí plasmadas en la historia como una prueba más de las palabras de Jesús: “No os dejaré solos” ¡Gracias Señor!

domingo, 26 de febrero de 2012

Caminos inescrutables


He oído muchas veces la frase “Los caminos del Señor son inescrutables”, normalmente cuando hablamos sobre algo que nos ha sorprendido, casi siempre favorablemente, o cuando tratamos de decir que no entendemos algo que tiene dosis de misterio, algo que escapa a nuestro conocimiento y, por lo tanto, a nuestro intento de razonamiento.
Y el otro día, me encontré con esta frase en su contexto, y dice así: “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).
Lo primero que me vino a la mente fue la idea de ¡con qué ligereza utilizamos algunas frases bíblicas! Aunque al mismo tiempo, creo que es de uso muy normal el usar de dichos, refranes, proverbios para adornar nuestras conversaciones, sin saber muchas veces su procedencia, aun cuando que en ocasiones sea bíblica. Y la Biblia contiene la Palabra revelada por Dios y, puedo asegurar, que cuánto más la estudiamos, cuanto más escudriñamos en ella, cuanto más investigamos en su significado, más reconocemos su procedencia divina por la profundidad, belleza y riqueza de su contenido. El Libro revela a Dios.
Y ese texto que nos ocupa es un reconocimiento de este hecho. En este caso es Pablo quien, después de desarrollar en los capítulos precedentes temas tan apasionantes y proféticos sobre “el remanente de Israel”, “la inclusión de los gentiles en el proceso de salvación” o “la restauración anunciada en un futuro próximo para Israel”, extasiado, viendo como Dios derrama libremente su gracia sobre los hombres, prorrumpe en alabanzas al Dios de sabiduría, glorificándole y adorándole.
Esto es lo que quiero resaltar. Una frase que se dice alegremente en la calle, es pronunciada con reverente admiración por Pablo en el Nuevo Testamento, haciéndose eco de expresiones similares en los escritores del Antiguo: Job, Isaías…, personas que han descubierto algo muy importante: Dios es fuente y origen de la sabiduría y de conocimiento y, a su lado, nuestro conocimiento es tan insignificante que, cuando en tu corazón detectas eso, solo te queda extasiarte ante el Creador, adorarle reverentemente y cantar las glorias de su sabiduría insondable.

Al hombre en general, eso le cuesta muchísimo. ¿Dar reconocimiento a la Biblia? ¿Reconocerme insignificante ante un Dios en el que ni siquiera creo? No. La ciencia está en el camino, razona,  y, con el tiempo, alcanzará cotas de sabiduría mucho más increíbles de lo que hasta aquí se ha alcanzado. No necesitamos a Dios para esto.
Mientras el hombre no se humille ante el Dios todopoderoso y no se arrepienta, al menos, de su orgullo (¿soberbia?), no sentirá esa abismal diferencia. Solo cuando reconocemos que Dios es Dios y nosotros obra de Su creación, es cuando podemos identificarnos con las palabras de las personas que llegaron a esa conclusión mucho antes que nosotros: “Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero? ¿O quién le ha dado a Él primero para que sea recompensado por Él? Porque de Él y por medio de Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.”