¡Oh Señor, cuánto necesito Tu
Compañía! ¡Cuánto anhelo morar en Tu abrigo, bajo Tu sombra, mi refugio, mi
castillo!(1)
Siento frío en la compañía del
mundo, no se respira solidaridad, si acaso, atisbos… un poco aquí, un poco
allá, pero muy poco. Falta la calidez que despide Tu Amor, falta la seguridad
de tu cobijo… entonces lo echo en falta, necesito acurrucarme bajo Tus plumas,
refugiarme debajo de Tus alas (2).
¡Es tanto lo que nos das! Llenas nuestra alma, rebosa nuestro corazón, Tú, oh
Jehová, para siempre eres el Altísimo. Mil años delante de tus ojos son como el
día de ayer que pasó; desde la eternidad hasta la eternidad, Tú eres Dios (3).
Mi alma tiene sed de ti, del Dios
vivo (4), y se sacia en
Tu Palabra. Lo sé, Tú ya nos lo has dicho: el que medita en Tu Palabra de día y
de noche, será como un árbol junto a corrientes de aguas, un árbol que da su
fruto a su tiempo, un árbol de hoja perenne (5). Enséñanos a aprovechar nuestros días de tal forma
que traigamos sabiduría a nuestro corazón (6).
¡Qué efímera es la vida sin Ti!
Ahora me doy cuenta. Tú eres el Dios todopoderoso y tienes Tú Plan. ¡Es grande
formar parte de ese Plan! Me miran asombrados… sus ojos tienen la mueca de la
burla… ¡formar parte de ese Plan! ¿será iluso? Podría serlo si dependiese de
mis méritos pero no depende en absoluto. Los méritos son de Jesucristo, todos,
y el que cree en Su Nombre, tiene Vida Eterna (7). No lo he dicho yo, ni me lo he inventado. Lo has
dicho Tú, Todopoderoso, Rey, Creador y yo, así lo creo por la fe que Tú
derramas en los corazones arrepentidos.
Tú salvas, Tú perdonas, Tú
derramas esa fe, Tú rescatas, Tú nos llevas a Tus atrios eternos ¿qué pides a
cambio? Solamente que creamos y que nos arrepintamos de nuestra soberbia… pero
¡cuánto nos cuesta! Somos orgullosos, rebeldes, no lo queremos reconocer, no te
queremos rendir cuentas… nos gusta la autonomía… En la multitud de mis
pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma (8). Estás ahí, tan cercano
¿cómo es posible? El Dios eterno y tan personal… ¿El que puso el oído, ¿no
oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? (9). No, dicen ellos, eso se ha formado
por sí solo, ha ido evolucionando, sin más, por efecto de la sabiduría de la “madre
naturaleza”, a través de miles de millones de años… ¿Quién es ese que oscurece
el consejo con palabras sin conocimiento?... ¿Dónde estabas tú cuando yo
fundaba la tierra?... ¿Quién determinó sus medidas?... ¿Quién contuvo mediante compuertas
el mar...?, Yo establecí sobre él un límite y le puse cerrojos y puertas. Le
dije: “Hasta aquí llegarás y no seguirás adelante. Aquí cesará la soberbia de
tus olas.”… ¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte?... (10)
Me uno a las palabras de Job: “Reconozco
que tú todo lo puedes, y que no hay plan que te sea irrealizable.” (11) En tu inmensidad te has
revelado a los hombres, pobres criaturas y cuando tratamos de comprenderte reconocemos
nuestra incapacidad, por eso solo nos queda reconocerla y aceptarte como nos
dices que eres en tu revelación. Lo que leemos en Tu Palabra se muestra
tremendamente glorioso, no podría asimilarlo si Tú no me dejases… Por nada
especial, sino porque te ha placido. Tú eres un Dios comunicativo, quieres
relacionarte, te gusta escucharnos, pero también te place hablarnos… “Dios,
habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por
los profetas,…” (12) Siempre
recuerdo aquella escena cuando te paseabas por el jardín del Edén en la brisa
del día y llamabas a Adán: “¿Dónde estás tú?” (13) Estabas acostumbrado a hablar con él, a
relacionarte en esa comunión perfecta, transparente, sincera, sin miradas
esquivas ni tapujos, cara a cara, buena relación, Dios Santo, hombre sin
pecado, no hay barreras, línea directa, plena cobertura… Pero el hombre y su
mujer ya se habían escondido de Tú presencia, ya no era el mismo de la tarde
anterior, la del último paseo en buena camaradería, su mirada se había
enturbiado, había conocido la desobediencia al Padre, al Creador, Luz divina,
Pureza inmaculada, la Verdad, la Vida, había empezado la carrera en solitario,
¡a por el poder y la gloria, solos, sin ayuda, sin dar cuentas, autónomos!
Tocaba empezar a inventar la Creación para prescindir de Dios Creador
totalmente…
Ahora te has mostrado a pesar de
nuestra testarudez, no soportas nuestra necedad pero eres paciente… y amoroso
hasta extremos inmedibles. ¡Oh Señor, cuánto necesito Tu Compañía! ¡Cuánto
anhelo morar en Tu abrigo, bajo Tu sombra, mi refugio, mi castillo! (1) Jehová es bueno (14). Si no fuera así ya hace tiempo que nosotros habríamos desaparecido del
mapa del cosmos infinito, pero eres bueno. Tu deseo es que seamos plenamente
capaces de comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del
amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento (15). ¿Cómo se mide ese Amor? ¿Cómo se ve? ¿Cómo se siente? Solamente
es necesario pedírtelo, humildemente, con sencillez, de corazón, sintiendo el
desgarro interior que se produce cuando reconocemos nuestra bajeza ante Tú
Santidad, nuestra suciedad ante Tú Luz admirable, nuestra bajeza ante Tú
Inmensidad… Y entonces te muestras, como aquel padre que estaba al borde del
camino esperando a ver si regresaba aquel hijo añorado, aquel autónomo
enloquecido… pero Tú lo recibiste con los brazos abiertos, lo vestiste de ropas
limpias y lujosas, le diste de comer y curaste sus heridas producidas en su
lucha por desembarazarse de los espinos del frío mundo, del gélido mundo, del
inhumano entorno salvaje en que lo hemos convertido… Tú estás ahí, esperando,
paciente, cariñoso, bueno. ¿Cómo sino, habrías podido entregar a Tú Hijo, Tú
único Hijo, para que pagase con su muerte el juicio que merecíamos nosotros?
Por Amor, por cariño a los hombres y mujeres que un día, decidimos andar el
camino solos y, finalmente, tuvimos que inventarnos la Creación… ¡qué triste
Señor!
Oh Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi
clamor. No escondas de mi tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mi tu
oído. En el día en que te invoque, apresúrate a responderme. Amén (16).
Textos bíblicos usados:
(1) Salmo 91:1-2
(2) Salmo 91:4
(3) Salmo 90:2,4
(4) Salmo 42:2
(5) Salmo 1:2-3
(6) Salmo 90:12
(7) S. Juan 3:36
(8)
Salmo 94:19
(9)
Salmo 94:9
(10)
Job 38:2, 4-5, 8, 10-11, 17
(11)
Job 42:2
(12)
Hebreos 1:1
(13)
Génesis 3:8-9
(14)
Salmo 100:5
(15)
Efesios 3:18-19
(16)
Salmo 102:1-2
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