miércoles, 8 de diciembre de 2021

Haendel

(Artículo publicado en Hoja del Calendario de la Editorial La Buena Semilla. Lo escrito en cursiva añadido por mí.©RVC).

“En la abadía de Westminster en Londres, la mirada del visitante es atraída por una hermosa estatua que representa al gran compositor Haendel (1685-1759). El maestro se halla ante su órganos y tiene en la mano una partitura en la cual se aprecian estas sencillas palabras: “Yo sé que mi Redentor vive” (Job 19:25). Él había compuesto un magnífico oratorio sobre este versículo de la Biblia.

Se dice que antes de morir, el célebre músico pidió que le leyeran el Salmo 91: “Diré yo al Señor: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios en quien confiaré… No temerás el terror nocturno…” (versículos 2 y 5). Respecto a cada uno de los que le honran con tal confianza, Dios declara: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre” (versículo 14).

Haendel también pidió la lectura de la primera carta a los Corintios, capítulo 15 e interrumpió varias veces al lector, diciéndole: Detente un instante, vuelve a leer este versículo.

(“Además, hermanos, les anuncio el evangelio que les prediqué, que es el mismo que ustedes recibieron y en el cual siguen firmes. Por medio de este evangelio serán salvados, siempre y cuando retengan la palabra que les he predicado. De no ser así, habrán creído en vano. 

En primer lugar, les he enseñado lo mismo que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados; que también, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día; y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos aún viven, y otros ya han muerto. Luego se apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles; y por último se me apareció a mí, que soy como un niño nacido fuera de tiempo. A decir verdad, yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano, pues he trabajado más que todos ellos, aunque no lo he hecho yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.  Pero ya sea que lo haga yo, o que lo hagan ellos, esto es lo que predicamos y esto es lo que ustedes han creído. 

Si en verdad los muertos no resucitan, ¿qué ganan los que se bautizan por los muertos? ¿Para qué bautizarse por ellos? ¿Y por qué nosotros estamos a cada momento en peligro de muerte? Hermanos, por el motivo de orgullo que tengo por ustedes en nuestro Señor Jesucristo, yo les aseguro que muero a cada instante. Pero ¿de qué me serviría, desde el punto de vista humano, haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»!  No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres; así que vuelvan en sí y vivan con rectitud, y no pequen, porque algunos de ustedes no conocen a Dios. Y esto lo digo para que sientan vergüenza.

Tal vez alguien pregunte: ¿Y cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? No preguntes tonterías. Lo que tú siembras no cobra vida, si antes no muere. Y lo que siembras no es lo que luego saldrá, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de algún otro grano; pero Dios le da el cuerpo que quiso darle, y a cada semilla le da su propio cuerpo. No todos los cuerpos son iguales, sino que uno es el cuerpo de los hombres, y otro muy distinto el de los animales, otro el de los peces, y otro el de las aves. También hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero la gloria de los celestiales es una, y la de los terrenales es otra. Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna, y otro el de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en su magnificencia.

Pero, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes dicen que los muertos no resucitan? Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene sentido, y tampoco tiene sentido la fe de ustedes. Entonces resultaríamos testigos falsos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido... ¡si es que en verdad los muertos no resucitan! Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes no tiene sentido, y ustedes todavía están en sus pecados. En tal caso, también los que murieron en Cristo están perdidos. Si nuestra esperanza en Cristo fuera únicamente para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los hombres; pero el hecho es que Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que murieron; porque así como la muerte vino por medio de un solo hombre, también por medio de un solo hombre vino la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: en primer lugar, Cristo; y después, cuando Cristo venga, los que son de él. Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, y haya puesto fin a todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies, y el último enemigo que será destruido es la muerte. Porque Dios sujetó todas las cosas debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas quedaron sujetas a él, es evidente que esto no incluye a aquel que puso todas las cosas debajo de sus pies. Pero una vez que todas las cosas queden sujetas a él, entonces el Hijo mismo quedará sujeto al que puso todas las cosas debajo de sus pies, para que Dios sea el todo en todos.

Así será también en la resurrección de los muertos: Lo que se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción; lo que se siembra en deshonra, resucitará en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra un cuerpo animal, y resucitará un cuerpo espiritual. Porque así como hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual.  Así también está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser con vida»; y el postrer Adán, un espíritu que da vida. Pero lo espiritual no vino primero, sino lo animal; y luego lo espiritual. El primer hombre es terrenal, de la tierra; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Semejantes al terrenal, serán también los terrenales; y semejantes al celestial, serán también los celestiales. Y así como hemos llevado la imagen del hombre terrenal, así también llevaremos la imagen del celestial. Pero una cosa les digo, hermanos: ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios, y tampoco la corrupción puede heredar la incorrupción.

martes, 23 de noviembre de 2021

En contra

Noviembre ha venido frío… el frío me paraliza las intenciones a la hora de hacer cosas, pero hay que
superarse y saltar los obstáculos que pretenden hacernos invernar sin mover un músculo lo que nos debilita y ayuda a no ayudar precisamente… Escribo esto porque hace tiempo que no lo hago, no por falta de ganas sino porque otras ocupaciones y compromisos me lo impiden con la libertad y tranquilidad que necesito para hacerlo. Siempre busco el equilibrio y dentro de ese equilibrio está la difícil papeleta de distribuir el tiempo entre todo lo que me gusta hacer que son muchas cosas, gracias a Dios.

He escogido este título (“En contra”), porque percibo a mi alrededor muchos esfuerzos en contra de Dios; como leí en una ocasión “…si Dios no existe, ¿por qué se hacen tantos esfuerzo para luchar contra Él?” Tal vez sea la búsqueda de un convencimiento, de una justificación, de una búsqueda de mayorías en las que poder apoyarse. Cuantas más personas afirmen que no existe, más seguro estaré de lo que ahora no lo estoy tanto…

Estos días he estado viendo un vídeo titulado “Is Génesis history?” que se puede encontrar en YouTube, muy bien documentado y con unas imágenes preciosas, sobre las evidencias del diluvio universal y las huellas visibles que ha dejado en la Tierra que me parece un testimonio muy válido de la evidencia de la existencia de Dios y las justificaciones falsas del hombre por hacer que teorías se conviertan en verdades absolutas que, lo más triste, se llevan a la enseñanza e inculcan en las mentes de nuestro jóvenes realidades que no son tal.

Pero ese es el objetivo del Príncipe de este mundo: “Tienen la mente llena de oscuridad; vagan lejos de la vida que Dios ofrece, porque cerraron la mente y endurecieron el corazón hacia él.” (Efesios 4:10-Biblia). Los medios de comunicación, la enseñanza. La ciencia, las artes…, es como si todo se aliase para negar la existencia del Autor de la ciencia, el arte, el conocimiento… Sin embargo, los verdaderos cristianos, permanecemos en nuestras convicciones y en la paz que nos dan porque, como dijo Jesús: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”. ¿Libres de qué? Del manejo de la sociedad y sus manipuladores, de saber que Dios es el revelador de la Verdad y el único fiable, el único al que atenerse, el único que nos saca de dudas porque en Él no hay duda.

Es curioso ver que en los países en donde más se ha luchado contra Dios y en donde más medios se han empleado contra la religión (China, Rusia, Corea, etc.), es dónde más personas se entregan a Jesús, en dónde más Biblias se venden incluso de manera clandestina y en donde más sed hay de saber de Dios y en aquellos que se han considerado “cristianos” desde siempre, es donde más apatía hay, más oposición, más humanismo y otras filosofías que ensalzan el conocimiento humano por encima de la revelación divina en la Biblia.

En el sumun del contraste, está lo que sucede a nuestro alrededor: como dije al principio estamos en noviembre y el decorado está cambiando para promocionar el comercio, incrementar las ventas como sea, animar a la gente a pensar que con motivo de la Navidad, hay que cambiar el chip y pensar en positivo, y no reparar en gastos para que todo el mundo tenga regalos, como bien y disfrute de un tiempo que se supone de paz y de unidad familiar. Esa es la perspectiva de la calle, no la del verdadero cristiano que celebra la Navidad como el recordatorio de la llegada de Jesús al mundo con el propósito de abrir el camino para el reencuentro del hombre con Dios. Dios hecho hombre viene al mundo en busca de la restauración de la relación perdida por causa del pecado. Sin embargo el hombre inventa la manera de convertir ese divino propósito en una fiesta que trate, por todos los medios, de aparcar el verdadero motivo para dar paso al decorado de luces, brillos, abundancia, exceso, de la “Feria de la Vanidad” (el mundo), que mencionaba John Bunyan en su libro “El progreso del peregrino.” El peregrino consigue zafarse de los habitantes de la ‘Feria’, no así su compañero de viaje que muere víctima de las atrocidades que le hacen los habitantes de aquella ciudad que representa al mundo con sus falsas atracciones pasajeras y a sus habitantes deseosos de eliminar a todos aquellos que son diferentes de ellos por ser fieles a Su Señor. En la novela, el Peregrino y su acompañante tienen que cruzar “por el mundo” porque el camino hacia la ciudad celestial pasa justamente por allí, por el medio y medio y ahí es donde los cristianos sufrimos las burlas y los desprecios de la gente del mundo que insiste en girarse y no querer saber nada de Dios. Como dijo Jesús: “…el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Y a continuación dice: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno.” (Juan 17:14-15 ). Jesús aseguraba que no es del mundo porque es Dios hecho hombre temporalmente para hacer lo que nosotros no podíamos hacer para ser salvos, pero se identifica con nosotros los cristianos al decir que no es del mundo como nosotros tampoco lo somos, lo que nos da fuerza para resistir y perseverar en el camino de peregrinación hacia el Cielo, sufriendo desprecios y burlas si es necesario sufrir, pero contentos sabiendo que nuestro Salvador también sufrió eso cuando que Él era bueno y justo y solo merecía el agradecimiento sincero por todo lo que hizo y hace por nosotros.

¿Están en contra de Dios? También lo están de nosotros, pero es lo normal; lo anormal sería que fuesen nuestros amigos por no ser nosotros diferentes por seguir a Jesús. “¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4).

miércoles, 13 de octubre de 2021

La vida nos da sorpresas

Hay una letra de una canción que dice en una de sus estrofas: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!” Ese ¡ay Dios! suena como una queja, o tal vez un reproche como diciendo “¿por qué nos tiene que dar sorpresas que casi siempre son malas?” No siempre son malas, pero las sorpresas malas parece que calan más que las buenas; es como cuando estás trabajando, parece que siempre ‘cantan’ más los errores que los aciertos…

El año pasado fue el virus que nos sorprendió a todos recordándonos lo vulnerables que somos ante una amenaza invisible que trastornó todo. Este año el volcán en la isla de la Palma nos recordó lo mismo: vidas truncadas que de un día para otro se encuentran sin sus casas, sin su forma de ganarse la vida, sin su pueblo, sin ánimo para comenzar de cero de nuevo. 

Este año he experimentado un choque a nivel familiar que ha supuesto un cambio en la vida de familiares muy allegados y una carga para nosotros producto de una enfermedad. Una vez más un imprevisto posible pero no deseable, modifica un estatus, una forma de vida de muchos años, y no queda más remedio que adaptarse a las circunstancias y luchar para seguir adelante lo mejor posible. Para personas creyentes como nosotros supone un motivo de oración importante, cercano, que nos puede generar algo de ansiedad e incomodidad pero que, como creyentes, adquiere un enfoque diferente desde la perspectiva que nos da el saber que Dios tiene el control y un propósito para cada uno de sus hijos lo que nos da una tranquilidad basada en la fe en Él y en la certeza de que suceda lo que suceda estamos en Sus benditas manos, bajo Su propósito, viviendo dentro de Su eterno Plan.

Hay una palabra de Jesús que nos ayuda a reafirmar nuestra fe en Él y en Sus promesas: ¡Confiad!Si hacemos una búsqueda en la Palabra de Dios encontramos la frase “confiad en el Señor” desde el Antiguo Testamento, repetido y verificado en las muchas respuestas a nuestras inquietudes y ansiedades fruto de una de esas sorpresas que nos depara la vida. Algunos ejemplos: “Confíen siempre en el Señor, porque el Señor Dios es la Roca eterna.” (Isaías 26:4). La imagen gráfica de la roca nos da una idea de seguridad, firmeza, estabilidad. Esa seguridad es la que necesitaban muchas veces los discípulos que convivieron con Jesús durante su paso por la Tierra y que recordaba a los ‘confiad’ del AT. Dos ejemplos: “No tengan miedo, ¡tengan ánimo! ¡yo estoy aquí!” (Mateo 14:27); “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense porque yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33). Suena tan cercano, tan seguro, increíblemente cariñoso. En ese tiempo Jesús les demostró a sus discípulos con evidencias que podían confiar en Él. En este tiempo sus palabras eternas llegan a nuestros oídos con la misma fuerza y seguridad. Jesús no cambia, es el mismo ayer, hoy y por los siglos y nada nos puede quitar la certeza de que su disposición de ayudar a los que le siguen es la misma. Por eso que comprobada nuestra vulnerabilidad, pequeñez, indefensión ante lo que se ve y lo que no se ve, tener la certeza por la fe en Jesús de que estamos bajo su protección, nos da una paz que solo el que cree en Jesucristo puede tener. Él no dice que estemos libres de las sorpresas desagradables (y agradables); nos dice que confiemos, que “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4).