martes, 25 de abril de 2023

El destino de las personas

Tanto el libro del Génesis como el Evangelio de Juan empiezan con la misma frase: "En el principio", una
frase que nos revela cómo empezó todo, como empezó la historia del hombre en la Tierra, cómo hemos llegado a esta situación y por qué. 
Es en ese primer capítulo del Evangelio de Juan donde se habla de Jesús como la "luz verdadera" que alumbra a todo hombre: "Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo" (Juan 1:9). Jesús, cuando comenzó su ministerio, nunca contradijo esa afirmación sino que todo lo contrario, la confirmó: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." (Juan 8:12). Quiero resaltar que Jesús dice que es "la luz", no dice "Yo soy una luz" o "una de las luces". Es muy importante el mensaje que se lanza relacionado con la luz y con el hecho de que se presenta a Jesús como la luz que vino a este planeta y alumbra a todo hombre. Antes de afirmar ésto, en ese primer capítulo del Evangelio de Juan ya se nos había anunciado que "En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1:4). Así que vemos que hay una relación importante entre la luz y la vida, de manera que podemos decir que en Jesús está la luz y la vida y esto es así porque Jesús es Dios. Aunque estas declaraciones aparecen en el Evangelio de Juan en el Nuevo Testamento, ya en el Antiguo Testamento se venía declarando la relación que hay entre la Luz y el Mesías (Mesías=Cristo) que se anunciaba que llegaría. Veamos algunos ejemplos: "El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz. A los que habitaban en la tierra de sombra de muerte, la luz les resplandeció." (Isaías 9:2); "Yo, Jehová, te he llamado en justicia, y te asiré de la mano. Te guardaré y te pondré como pacto para el pueblo, y como luz para las naciones" (Isaías 42:6); "Pero para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá sanidad." (Malaquías 4:2). 
¿Por qué la luz? Porque las tinieblas envuelven al mundo desde que éste le dio la espalda a Dios y desde entonces la gente se ha habituado a vivir rodeado de esa tinieblas, porque la oscuridad permite actuar impunemente, las obras malas no se ven y éstas forman parte de la situación de rebeldía contra el Dios santo y bueno, el Dios de luz, de la pureza, de la santidad, donde las tinieblas y el mal no tienen cabida.
Ante esta situación es que Jesús viene al mundo con la misión primera de traer Luz en medio de tanta oscuridad, es Su Obra salvadora, no se trata de una luz exterior sino de una luz que alumbra el interior de las personas; fijaros cómo lo dice el apóstol Pablo: "Porque el Dios que dijo: "La luz resplandecerá de las tinieblas" (Génesis 1:3), es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo." (2 Corintios 4:6). El teólogo y comentarista bíblico William Hendriksen escribió: "Jesús es la luz del mundo, es decir, al ignorante le anuncia sabiduría; al impuro, santidad; a los tristes, gozo. Además, a todos los que por la gracia soberana son atraídos (Juan 6:44) a la luz y siguen su dirección, no solamente proclama estas bendiciones sino que de hecho las imparte."
Las tinieblas envuelven a un mundo sin Dios, pero ¿qué sucedió cuando la "luz verdadera" llegó al mundo? Sencillamente, no le conoció  y por consiguiente, no lo recibieron (Juan 1:10-11).
No se habla mucho sobre el Juicio Final anunciado en la Biblia, pero debemos de anunciar a los que no le recibieron y a los que de modo persistente insisten en rechazarle, que están abocados a ese juicio: "Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar fue hallado para ellos. Vi también a los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos. Y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida. Y los muertos fueron juzgados a base de las cosas escritas en los libros, de acuerdo a sus obras. Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados, cada uno según sus obras." (Apocalipsis 20:11-13). Esta es la revelación hecha al apóstol Juan sobre lo que va a suceder. Es verdad que "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él." (Juan 3:17); de hecho, Juan 3:18 dice que el que en Él cree no es condenado, pero Dios envió a Su Hijo al mundo para que se sepa también que el que no cree, ya ha sido condenado. Y el que no quiere creer a pesar de saber todas estas cosas, se excluye a sí mismo de la salvación, a pesar del deseo misericordioso de Dios de que nadie se pierda (2 Pedro 3:9).
"Y ésta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas." (Juan 3:19).
El destino de las personas depende de su actitud frente a la luz que brilla en Jesucristo.