lunes, 27 de febrero de 2012

Nunca estoy solo

Otra vez ha sucedido: Cuando estás leyendo la Biblia, de repente, hay un texto, a veces solo una frase, que salta del contexto y se resalta sobre lo demás, como si dijese ¡Eh! ¡Estoy aquí! ¡Fíjate!
Otras veces te acierta directamente en ese punto de tu vida que necesita corrección, o te indica sobre algo que crees estás haciendo bien y sin embargo requiere un golpe de timón, una corrección de rumbo.
Cuando leo salmos generalmente lo que surge es una sonrisa de identificación, de afirmación, de estar de acuerdo con lo que el escritor ha querido plasmar, porque coincide punto por punto con tu sentimiento. Claro que depende del salmo y de la situación. Hay días que no surge una sonrisa sino una lágrima (seguida de muchas otras…) Suelen ser lágrimas de arrepentimiento, de reconocimiento de nuestro pecado, desobediencia, fallo a nuestro Señor y Rey. Esos días abres tu Biblia por el salmo 51, por ejemplo, y aprovechas la oración de arrepentimiento de David para aplicarla a ti mismo, consciente de que tu mayor deseo es que el Señor te limpie más y más de tu maldad y cree en ti un corazón puro.

Quiero escribir sobre 2 versículos del Salmo 55. Uno es el 17: “Al anochecer, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré; y él oirá mi voz”. ¿No es un consuelo saber que nunca estas sólo? El texto no quiere decir que continuamente durante las 24 horas del día tienes que estar postrado en oración buscando la presencia y la comunión con Dios desesperadamente, no. Pero lo que si me indica, es que en cualquier momento, sea de día o de noche, puedo levantar mi oración al Padre y saber que Él está escuchándome.
Yo lo he experimentado muchas veces: en medio de un trabajo, en el coche, en cualquier sitio… incluso, muchas veces, cuando me siento incapaz de solucionar un problema del trabajo, le he pedido a Dios que me ayudase y me ha dado “la pista” para ponerme en el camino de la bendita solución. Esto no lo saben en las empresas, pero Dios mismo las ayuda al interceder por un hijo suyo que ha pedido ayuda ¡a cualquier hora del día!
También es un toque para reconsiderar nuestras dudas en cuanto a la fe porque, al igual que le pasaba al pueblo de Israel, enseguida nos olvidamos de estas ayudas que, en ocasiones, son auténticos milagros. Muchas veces he tenido que pedir perdón por esa falta de memoria.

Esto está relacionado con el otro versículo, el 22: “Echa tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás dejará caído al justo.” Cuando más nos acordamos de hablar con Dios es cuando tenemos una “carga”, un problema, una dificultad. Somos rápidos para pedir, tardos para dar gracias. Es como aquellos 10 enfermos leprosos que fueron curados por Jesús, ¡solo uno se volvió para darle las gracias! Pero volviendo al texto ¿no es hermoso? El Señor no está sugiriendo, está casi ordenando para recordarnos que ¡no estamos solos! cuando nos sometemos a su gracia y voluntad, ¡echa sobre Él tu carga y Él te sostendrá! No hay duda, lo hará.
Sabes, cuando leo la última parte que en la versión Reina-Valera del 60 traducen: “No dejará para siempre caído al justo”, pienso en los que han sufrido martirio y persecución. Me planteo esa cuestión, me viene de forma inmediata, como si yo fuese alguien que pudiese hacer un reproche a lo que mi Dios dice: ¿Esos hermanos han sido dejados caídos? La Palabra nos dice: “Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes.” Entonces me voy a las biografías de esos valientes de la fe y empiezo a entender que jamás han sido dejados caídos. Podría recurrir a miles de biografías y reproducir las valientes palabras de esos hermanos que han soportado el martirio más salvaje por amor a Cristo, pero pueden servir de ejemplo las que relata Lucas en el martirio de Esteban: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios…” ¡No estaba solo! Cristo estaba ayudándole con su Poder, a través del Espíritu Santo de tal manera que pudo entregar su espíritu al morir como lo había hecho su Maestro y orar por perdón por los que lo estaban matando. Es entonces comprensible leer en esas biografías que he mencionado la muerte de estos héroes de la fe que rodeados de llamas, o enfrentados a fieras o a torturas, morían cantando, o alabando a Dios o pidiendo misericordia por quienes les infringían tan terribles suplicios. Sus vidas y su testimonio ante la muerte que ya ha sido vencida por Cristo en la cruz, han quedado ahí plasmadas en la historia como una prueba más de las palabras de Jesús: “No os dejaré solos” ¡Gracias Señor!

2 comentarios:

  1. Yo tambien quiero dar gracias al Señor por que siempre esta ahi con nosotros ,en cada circunstancia de nuestras vidas lo sentimos a nuestro lado ,en momentos tristes nos consuela con su palabra,en momentos dificiles siempre nos da una salida,tambieen nos gozamos con El y le alabamos por lo maravilloso ,misericordioso comprensivo y sobre todo por ese amor tan grande que tiene por nosotros .Gracias Señor por estar siempre ahi,te amamos ,te alabamos y te bendecimos porque tu nos llevas en la palma de tu manos.

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  2. ¡Amén!
    Muchas gracias Ana María por aportar esta hermosa oración.
    ¡Que el Señor os bendiga grandemente!

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