sábado, 16 de junio de 2012

TÚ CONOCES

Esta mañana he compartido asombro con el rey David porque me ha tocado leer algunos textos del Salmo 139, un salmo que se detiene a revelarnos algo de la omnipresencia y omnisciencia de Dios, atributos que el mismo escritor inspirado, reconoce no comprender porque exceden con mucho la capacidad de nuestra mente finita, pero que nos muestran cómo es Dios y, especialmente, el conocimiento que Él tiene de cada uno de nosotros.
Esta idea siempre viene a mi mente cuando disfruto con la vista privilegiada desde la ventanilla de un avión en tanto que no ha alcanzado su mayor altura de vuelo y podemos distinguir los pueblos, las ciudades, el conjunto de grupos de casitas que componen la extensión que vemos desde esa altura… y enseguida se me ocurre ¿cómo es posible que Dios nuestro Señor pueda conocer hasta el más mínimo detalle de mi vida cuando que soy menos que una hormiga en medio de la arena de una inmensa playa? Porque eso es lo que nos da a conocer el salmista, que Dios nos conoce al detalle, porque es DIOS. Que desde que nos estábamos formando en el embrión de nuestra madre, se estaba cumpliendo punto por punto lo “planeado” por Dios en “su libro” (v.16) respecto a cada cual, algo que de ninguna manera comprenderán muchos que tratan de razonar porqué Dios ha permitido que nazcan de tal o cual manera o forma, aunque los que creemos en Él, en Su poder, en Su conocimiento, en Su grandeza, tenemos que reconocer que, aunque no lo comprendamos, Dios está tan lejos de nuestro entendimiento, admitimos que Él sabe todo y conoce los porqués. Si nosotros los conociésemos también, estaríamos casi a su altura y seríamos pequeños dioses, pequeños y peligrosos dioses…
David, el salmista, el escritor, está sorprendido de que un Dios tan infinito sepa los detalles más pequeños de su vida y explota: “Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar”. ¡Qué grande es saber que el mismo Dios creador del universo, de la tierra y de cada una de las criaturas que la ocupan, sepa hasta el más mínimo detalle de mi vida… y que terrible, también, porque no se le escapa nada, ni lo más malo! Jesús decía que hasta el número de los pelos de nuestra cabeza ¡están contados! Como queriéndonos explicar un poco más esta grandeza divina para que seamos conscientes de quién es Él y quienes nosotros y cuál debe ser nuestra sumisión ante DIOS todopoderoso.
El gran Charles Haddon Spurgeon lo plasmaba con estas hermosas palabras:
“No puedo comprenderlo. No puedo incluso pensar en ello. El tema me abruma. Estoy asombrado, consternado. Este conocimiento no sólo sobrepasa mi comprensión, sino incluso mi imaginación.
Por más que yo me remonte, esta verdad es demasiado elevada para mi mente. Me parece que siempre está por encima de mí, incluso cuando me elevo a las regiones más altas del pensamiento espiritual. ¿No es así con cada uno de los atributos de Dios? ¿Podemos alcanzar una idea de su poder, su sabiduría, su santidad? Nuestra mente no tiene cordel con que medir el Infinito. Por tanto, ¿haremos preguntas? Mejor será que creamos y adoremos.
No nos sorprende que este Dios glorioso esté en su conocimiento más alto que todo conocimiento que nosotros podamos alcanzar. Tiene que ser así por necesidad, puesto que nosotros somos seres pobres y limitados; y aunque nos pongamos de puntillas, apenas podemos alcanzar el peldaño más bajo del trono del Eterno.”

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