Job 1:21a.- "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá". Job
como modelo de integridad, confianza en Dios y fe. No reacciona airadamente sino como un hombre sabio, un hombre que controla sus actos (rasgó su manto y rasuró su cabeza (1:20) en señal de que había perdido todo, hijos y riquezas), y luego adora a Dios, demostrando su fe y su confianza en él, no en las riquezas que son algo temporal, incluso la familia personal lo es aunque lloremos y suframos su pérdida"Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano" (Ecle.5:15), mostrando que espera en Dios
sea cual sea la situación a su alrededor, como también había aprendido el
apóstol Pablo: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil.4:12-13). ¿Todo lo puedo en Cristo? La reacción de Job
nos muestra que él todo lo podía en Dios que lo fortalecía.
Job 1:21b.- "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito". Job
espera tanto en Jehová que no se extraña que haya tenido y ahora no tenga, lo
ve como algo natural, como algo que fluye de una comunión tan viva e intensa.
Satanás había asegurado que Job maldeciría a Dios cuando le
atacase de esa manera tan cruel; por supuesto perdió su reto, no lo maldijo, lo
bendijo y reconoció su soberanía y la acató como un siervo fiel, como se ve en
el gesto de “postrarse en tierra en adoración”. Dios aprobó su comportamiento
reconociéndoselo y registrándolo en la Escritura: "En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno" (v.22).
Job 2:10.- "Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios." Cuando
oímos hablar a la mujer de Job es como si nos doliese a todos ¡qué decepción!
No esperábamos ese golpe posterior después de todo. Job, en su sabiduría,
responde pacíficamente porque la conoce: posiblemente sea una persona no
creyente o con una fe muy endeble; ha sufrido un golpe terrible: ha perdido a
todos sus hijos, y en consecuencia está sufriendo un desgarro y una amargura
terribles. No creo que esa mujer sea desleal, es una madre destrozada (¿Cómo
reaccionaríamos nosotros? Pongámonos en su lugar), y como suele suceder en las
personas poco piadosas, o religiosas nominales, cuando les sucede una desgracia
muy grande, se desahogan echándole la culpa a Dios, ¿dónde estaba Dios? ¿Veis
como no existe? Eso es lo que oímos siempre cuando hay un accidente, un
terremoto, o cualquier desgracia en la que muere gente.
Job así lo ve y le recrimina: Tenemos que aceptar lo que nos
ocurra en la vida si es que de verdad nuestra vida está en Cristo: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 Pe.4:12-13).
Job 13:15a.- "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;" Siempre
he elegido este texto como la máxima expresión de fe en Dios. Podría ser la
continuación a las palabras de su esposa como broche de oro, pero está en otro
contexto: sus “amigos” lo acusan en lugar de consolarlo y Job, casi en el
límite de sus fuerzas, todavía les demuestra que él es inocente y que confía
plenamente en Dios… hasta la muerte. ¡Sublime! Por esa razón dice en el
siguiente versículo: “Él mismo será mi salvación”, pase lo que pase, sea culpable
o no, mi vida, lo que soy, lo que tengo es suyo ¿qué más puedo decir? “Aunque
ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Sl.23:4).
Job 19:25-27.- "Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí". Job
demuestra su fe y su confianza en Dios una vez más, diciendo que cree en que va
a ser redimido por el mismo Dios y que resucitará para verlo. El pobre Job
destrozado física y espiritualmente no recibe más que reproches, falsas
acusaciones, condenación, así que se tiene que girar y dirige su mirada hacia
Jehová y hacia un futuro que él cree más esperanzador porque confía en que
algún día, Dios mismo mostrará su inocencia, inocencia que corrobora confiado
en que si alguien escribiese su historia, las generaciones futuras lo reconocerían: "¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen esculpidas en piedra para siempre! (Job 19:23-24). Es como una profecía que se ha cumplido como una bendición más
de la divina providencia al consentir que la historia de Job llegase hasta
nosotros.
“En mi carne he de ver a Dios”, "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza" (Sl.17:15); "Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido" (1
Co.13:12). Máxima certidumbre imposible y, a considerar en qué situación lo
dice Job. Pero hay certeza (¡gloria a Dios!) y esas palabras nos llenan de gozo
y amamos y admiramos a Job por decirlas y por creer en ellas a pesar de estar
sufriendo de esa manera tan atroz. Estas palabras han sido de gran consuelo a
muchas generaciones y tienen que seguir siéndolo ahora. ¿Puedes tú afirmar lo
mismo hoy?