Justo regresas de las vacaciones y aparece ese puntito de
congoja, ¿depre postvacacional?, uno de los
clásicos en los noticieros, como lo
de los gastos antes del colegio o lo de la cuesta de septiembre. Las vacaciones
pueden tener algún momento malo por mil y una circunstancias, pero, en general,
se disfruta en ellas y cuando hay disfrute, comodidad, desconexión de la rutina
diaria, encuentros agradables, experiencias, etc., la verdad no apetece en
absoluto que se terminen.
Pero se terminan y en algunos casos se agradece, aunque ello
suponga volver al tajo rutinario, eso sí, con fuerzas renovadas.
Los creyentes tenemos un plus: Hoy me lo ha recordado la
lectura del Salmo 33, un himno de alabanza que nos recuerda que nuestro Dios
está ahí siempre, por encima de nuestros cortos espacios de tiempo, sean
vacacionales o rutinarios, y eso supone una certeza y una esperanza que nos
colma y que hace brotar de nuestro interior un canto de alabanza agradecido: “Alegraos, oh justos, en Jehová; a los
rectos es hermosa la alabanza. Dad gracias a Jehová con lira; cantadle con arpa
de diez cuerdas. Cantadle un cántico nuevo; hacedlo bien, tocando con júbilo.”
A mí me ha supuesto una especie de recriminación por ese
puntito de congoja. Es verdad que somos humanos y que la “buena vida” está muy
bien, pero como dice Eclesiastés, todo tiene su momento. El hecho de tener
relación con Dios hace que cada día sea nuevo sabiendo que estamos dentro de Su
Plan y que tengamos mil motivos para alabarle sean cuales sean las
circunstancias, ya que “todas las cosas
ayudan para bien a los que le aman” (Romanos 8 :28).
El salmista exhibe una buena razón para que cantemos con alegría,
una razón muy clara y sencilla: se centra en lo que Dios es y en lo que hace: “Porque recta es la palabra de Jehová, y
toda su obra ha sido hecha con verdad. El ama la justicia y el derecho; de la
misericordia de Jehová está llena la tierra.” Hay una conjunción tan
perfecta que el carácter de Dios y su obra no pueden separarse de su palabra y
esto es algo que se puede vivir y palpar, manteniendo una buena sintonía y
comunión con Dios. Es más que una experiencia, es una forma de vida, es la
forma, la válida, la que produce fruto, la que da sentido a todo: “Nuestra alma espera en Jehová; El es
nuestra ayuda y nuestro escudo. Por eso, nuestro corazón se alegra en él,
porque en su santo Nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre
nosotros, según lo esperamos de ti.”