Cuando empezó todo esto, apenas hace un mes, me vinieron a la mente las palabras de Jesús en Mateo 24: “Oirán de guerras y de amenazas de guerras, pero no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas cosas deben suceder, pero el fin no vendrá inmediatamente después. Una nación entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino. Habrá hambres y terremotos en muchas partes del mundo. Sin embargo, todo eso es solo el comienzo de los dolores del parto, luego vendrán más.” Seguramente los creyentes que vivieron el inicio de la Primera Guerra Mundial se acordarían también de estas palabras y exactamente igual los de la Segunda. Muchas veces se ha pensado en que el dictador de turno fuese el anticristo, muchas hipótesis se han escrito en su momento sobre esto, la verdad es que nadie se podía imaginar a personajes con peor curriculum que ellos, pero las guerras pasaron y las palabras de Jesús quedaban escritas en la historia: “…luego vendrán más… todo eso es solo el comienzo de los dolores de parto…” No es fácil explicar en detalle lo que Jesús estaría pensando cuando dijo estas palabras, pero lo que sí sabemos es que venía a decir que en el mundo nunca podría haber una paz completa mientras el corazón del hombre no cambiase, el orgullo, la ambición, el egoísmo y la maldad campeasen a sus anchas y las armas se fuesen perfeccionando para cada vez matar a más personas y con menos esfuerzo… ¡menudo objetivo! Solo cuando Jesucristo vuelva a este mundo a establecer Su Reino sabremos realmente lo que es la verdadera paz. Nos podemos imaginar que las palabras de Jesús pueden estar orientadas a eso: habla de dolores de parto ¿para dar a luz qué? ¿Un nuevo orden con Jesucristo gobernando en la tierra?
Quedan muchas cosas por ver en la Tierra: quedan los juicios de Dios, la Gran Tribulación, la destrucción de este planeta y lo que lo cobija para dar lugar a nuevos cielos y nueva tierra como está profetizado. Los creyentes no debemos de preocuparnos de cuándo y cómo sucederán estas cosas sino de saber que un día Jesús volverá a recoger a los Suyos, a los que han creído en Él como el Salvador de los hombres que dio su vida para pagar el castigo que nosotros tendríamos que haber pagado y que las cosas sucederán según el propósito y el Plan de Dios. Mientras tanto debemos de ser sal y luz ante los demás predicar y vivir el Evangelio de la Salvación y la Esperanza y obedecer, imitar y seguir los pasos de Jesús tal y como se enseña en Su Palabra, la Biblia: “Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.” La ansiedad que domina al mundo no debe de dominar a los verdaderos creyentes: “No os afanéis por el mañana”. Nuestro futuro está en las manos de Dios; sus promesas son eternas y se van a cumplir: “los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.” (Isaías 40:31). Dios promete ayuda, aliento y fuerza diarios, forma parte de su compromiso. Cada día tendremos problemas: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.” Viene muy apropiada la frase del doctor Lacueva a propósito de las palabras de Jesús sobre vencer la ansiedad: “No tratemos, pues de llevar a hombros en un pesado saco la carga desmesurada que Dios ha ordenado sabiamente que llevemos repartida en pequeños paquetes.”
Las imágenes tan cercanas de la guerra, los miles de desplazados huyendo de la barbarie, los problemas que genera en la economía y los abastecimientos, la inflación, etc., pueden afectarnos si apartamos los ojos de Jesús, pero la ansiedad es una forma de pecado porque hace que dudemos del poder y la fidelidad de Dios. Ese poder y esa fidelidad podemos asegurar que van a estar ahí, así como la soberanía y el control de Dios, así lo afirma en Su Palabra. Jesús lo que nos quiere enseñar es que estas tribulaciones que nos toca vivir son momentáneas, mientras que la Vida con Él es eterna. No nos tenemos que poner nerviosos por las cosas temporales, tanto sufrimientos como los bienes materiales. Como creyentes debemos ser conscientes del cuidado de Dios por Sus hijos, de la preocupación de Nuestro Salvador por cada uno de nosotros y de Sus propósitos, que ahora muchas veces no entenderemos, pero Él nos dice: “Confiad”. Nuestra vida, lo que tenemos, lo que somos, nuestra familia, todo está en Sus manos poderosas y Su cuidado es real y absoluto. Nos pasarán cosas, seguro, pero cuando sean difíciles pensemos que Dios tiene un propósito para cada uno y que está ahí, al lado, probándonos, mirando nuestra reacción, comprobando nuestra fe, guiándonos por el camino correcto. El apóstol Pablo lo expresaba así: “Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?” Dios está de nuestra parte. Alabado y bendito sea Su Santo Nombre. Amén.