Un año más hemos vivido la Semana Unida de Oración y nos ha
sorprendido el protagonista:
Caleb. Los pensamientos de cada día han estado
centrados en la figura de Caleb y, una vez finalizada la semana, llego a la
conclusión de que ha sido una bendición y una sorpresa porque no nos parecía
que se pudiesen sacar tantos pensamientos de un personaje aparentemente con
poco protagonismo en la Biblia. Los estudios nos han demostrado que cuando
alguien aparece en la Sagrada Escritura es por algo.
El programa de la Semana Unida de Oración elaborado esta vez
por la Alianza Evangélica Checa tuvo por lema: “Tener un espíritu diferente”
basado en el texto de Números 14:24.- “Pero
a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él
otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde
entró, y su descendencia la tendrá en posesión.”
El momento más conocido de la vida de Caleb es cuando regresa
junto con los demás espías de reconocer la tierra de Canaán y hace frente a un
pueblo atemorizado y por ello enfurecido que, basándose en la información de
diez de sus compañeros, está por la labor de no entrar en Canaán la tierra que
Dios mismo les había prometido: “…la
tierra de Canaán, la cual yo doy a
los hijos de Israel.”
Caleb, apoyándose en su fe y confianza en el Eterno exclama:
“Entonces Caleb hizo callar al pueblo
delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más
podremos nosotros que ellos.” Me imagino la situación y me impone un
respeto tremendo el valor de este hombre. Diez de sus compañeros, una mayoría
aplastante, están totalmente en contra de entrar en una tierra con ciudades
fuertemente fortificadas, hombres fuertes, altos y poderosos y, además, una tierra fértil y rica, razón de más para
pensar que sus habitantes la defenderían con uñas y dientes. El pueblo
comprende esa información y la valora pensando además que procede de sus
líderes más importantes, “jefes de los hijos de Israel.” Caleb representa a la
tribu de Judá pero es él sólo junto con Josué que también está de su lado. Y
ahí los vemos, frente a un pueblo enfurecido, con una mayoría en contra y con
todas las de perder tal y como se presentan las cosas: “Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró
aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de
Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto;
o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra
para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No
nos sería mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un
capitán, y volvámonos a Egipto.” La cosa no era para broma, sino para tener
miedo por su vida al ser una tan pobre oposición a una decisión de aplastante
mayoría.