Hemos cruzado la línea en nuestro calendario. Atrás quedan
la felices fiestas navideñas, el
cambio de año, los Reyes magos, todo un
inacabable surtido de celebraciones de todo tipo que no se si nos dejan
agotados, deseando volver a la rutina, o que, lo que si se es que nos dejan
unos kilos de más, lo que supone volver a hacerse un montón de propósitos
adelgazantes harto complicados ya que es verdad que los kilos se cogen muy
rápido pero se tarda mucho en soltarlos.
La verdad que lo de los propósitos es un tópico de todos los
principios de año (y de todos los finales de vacaciones de verano). Creo que lo
he oído en todos los noticieros: Propósitos de ir al gimnasio, de apuntarse a
la piscina, de salir a correr de nuevo (a ver si afloja el frío), de estudiar
inglés, de comenzar algo que tenemos abandonado… A veces el ánimo dura un par
de meses, a lo sumo tres, depende del aguante de cada uno; no deja de ser una
forma de auto animarse, de cargar pilas, de ilusionarse de nuevo con algo.
Para los cristianos muchas veces es igual, aunque en la
Biblia se nos anima a seguir, continuar, perseverar en el Camino que hemos
iniciado y que termina en las puertas celestiales donde Jesucristo nos ha
preparado un lugar. Entonces lo que necesitamos no son nuevos propósitos, sino
ánimos renovados para continuar en ese peregrinaje.
El último día del año que terminamos leí uno de esos
comentarios que te redobla el ánimo de manera prodigiosa y que básicamente
decía: “lo que nos mantiene a salvo no es como nos asimos a Dios, sino la
fuerza con que Él nos sostiene.” El pasaje a leer: Romanos 8:31-39. En la
Biblia que tengo abierta lo titula: “El amor de Dios en Cristo Jesús” y
comienza con esta afirmación y dosis de ánimo impresionante: “Si Dios es por
nosotros, ¿Quién contra nosotros?” Ante esta afirmación, no sé cómo a veces
podemos temer algo por parte del hombre. La única explicación debe de ser la
falta de fe en lo que Dios nos cuenta que es una realidad. ¿Cómo no empezar el
año con fuerzas renovadas si sabemos que nuestro sostén, nuestro apoyo, el que
nos lleva asidos de la mano es el Dios Creador Todopoderoso? No nos asimos
nosotros a Él, es Él el que nos toma de nuestra débil mano y nos afirma en
palabras de Jesús: “Nadie los arrebatará de mi mano. Mi Padre que me los ha
dado, es mayor que todos; y nadie los puede arrebatar de las manos de Padre.”
Estas son las manos que formaron el Universo, las montañas, los océanos, las
manos del Dios de poder, eterno, todopoderoso, fiel, verdadero. El apóstol Pablo
llega a decir: “… fui también asido por Cristo Jesús.”
¿Formas parte de los que tenemos esa certeza? Las palabras
de Pablo están tan llenas de fe que contagian entusiasmo aunque lo queramos
evitar: “Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni poderes, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Lo tremendo de esta afirmación no es que se trate de algo
escrito por el famoso apóstol, sino que son palabras inspiradas, respaldadas
por el mismo Espíritu Santo, inspirador de las Sagradas Escrituras. Son pura
Verdad. Dios poniendo su “sello de garantía” si me permite la pobre expresión,
porque es una garantía inviolable ya que ha costado el precio de la sangre de
Jesucristo en la cruz, derramada por amor a nosotros para pagar el coste de
nuestro pecados. Pablo desde su fe podía decir: “estoy convencido”. ¿Estamos
nosotros convencidos? Pues El mismo que nos salvó es también el que nos guarda,
el que nos sostiene, el que nos toma de la mano.
Entonces enfrentamos un nuevo año siguiendo, perseverando,
continuando, superando obstáculos, pruebas, dificultades, no solos, sino con
Jesús que nos lleva asidos: “Me tomaste de la mano derecha” (Sl.73:23).
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