Nos ha cogido el
invierno por sorpresa… ha venido sin llamar, tan fresco como es él, pelín
descarado. Entra con fuerza de la mano del viento otoñal que transforma el
paisaje urbano por el que me muevo, de manera que simula como que han esparcido
una alfombra ocre por algunas partes de la calle, una alfombra cambiante,
resbaladiza, juguetona… un esfuerzo extra para los amigos barrenderos.
Yo soy del
verano; el otoño intenta deprimirme y, a veces, un poco, lo consigue: más
oscuridad, más frío, lluvia… la lluvia, en cambio, me gusta, especialmente si
diluye el frío. Pero el conjunto me influye a la baja, como que me quita las
ganas, el humor, en fin, no descubro nada porque de todos es sabido que esta
época del año deprime un poco, excepto a los que se identifican con ella que, o
ya están deprimidos todo el año o, por el contrario huyen contentos del calor
reencontrándose con el clima que les satisface.
Comentarios
sobre el tiempo, comentarios de ascensor, para salir de esa situación
comprometida aunque no tanto; depende del carácter de uno… extrovertido,
introvertido, la llegada del invierno da mucho juego a los comentarios de
ascensor… ¡cómo pasa el tiempo! ¡ya tenemos aquí la Navidad! ¡hay que volver a
los abrigos! ¡operación “cebolla”, y venga capas! Tantas cosas intrascendentes
a la par que resultonas… es bueno comunicarse aunque sea con comentarios
sencillos, breves…. Si se tercia, se pueden complicar: política, deporte,
salud, ¿religión? Mmm, más difícil; no es sencillo “introducir la cuña”, hay
que tener don, habilidad; el pastor de la iglesia a la que asisto tiene esa
habilidad y siempre me dice: hay que aprovechar sus comentarios para darles La
Palabra… ¡qué bendición! Yo pido eso: ¡Señor, dame palabra!
A Dios le agrada
la comunicación, quiere hablarnos y que le hablemos. Para eso nos ha dado la
útil y no tan bien aprovechada herramienta de la oración. Su revelación está en
la Biblia, Su Palabra, guía y alimento espiritual para nosotros. Su trabajo por
comunicarse con nosotros es constante, su deseo de comunión con sus criaturas
se manifiesta desde el principio de la Creación, su amor, su paciencia y su
misericordia hacen el resto porque los humanos le huyen
en un tanto por ciento excesivamente alto… Me entristece pensar eso pero es a
lo que hemos llegado. Y sin embargo, irónicamente, estamos en la era de las
comunicaciones. Tenemos aparatitos para estar comunicados siempre, estemos
donde estemos, siempre en contacto con quien queramos estarlo. Antes, que no
teníamos esos aparatitos, teníamos un punto de libertad y, desde luego, mucha
menos ansiedad. Aún no se había enraizado en nosotros esa necesidad inquietante
de estar siempre “online” ¿Qué no encontrabas un teléfono a mano? Bueno,
dependiendo de la urgencia lo buscabas o no, aunque cuando la cosa era urgente
dejaba de serlo si la urgencia dependía de una llamada telefónica.
Hoy en día
entras en crisis si te dejas olvidado el teléfono móvil en casa ¡Cuánto han
cambiado las cosas! No te das cuenta de ello a menos que te pares a pensarlo
detenidamente. Estamos mejor comunicados pero ¿es mejor? Para las urgencias,
desde luego que si ¡Cuántas vidas se han salvado gracias a tener un móvil
cercano! Pero de ahí a sufrir la “necesidad de él” que tenemos ahora, media un
abismo.
En la iglesia
hemos aprovechado el invento del WhatsApp para estar al tanto de todo lo que
sucede entre los hermanos: reuniones, cumpleaños, recados, fotos… Estamos más
informados que antes y más al corriente de lo que viven, les pasa o disfrutan
los demás. Es bueno porque nos deseamos bendiciones a diario, oramos por una
necesidad, es una forma de mantenernos en comunión en la distancia, incluso en
la mucha-distancia porque seguimos en contacto con hermanos que están “al otro
lado del charco” y eso es un puntazo.
A nuestro Señor
le agrada la comunicación y a nosotros también. Estos días, por ejemplo, con la
llegada de los programas navideños, se incrementa el tráfico entre los “afanados”
en procurar que todo salga lo más dignamente posible. Es una buena forma de
recordar “responsabilidades”… “Hermanito ¿a qué hora es el ensayo? ¿ya está
terminado el decorado? ¿cómo vas con los programas?... ¡Esta noche hay culto de
oración!” Recordatorios de la comunicación al instante. Es bueno si no se llega
al exceso, como todo. Es bueno si se leen los mensajes y… ¡se responden!
Comunicación interactiva, hiperactiva, resolutiva. ¡Cuánto han cambiado las
cosas!
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