En el artículo anterior, comentaba que como no había
noticias especiales, los medios de comunicación se explayaban con los típicos
comentarios navideños sobre las compras, las cenas y todo lo clásico de esas
fechas. Pero ha sido comenzar el año y la cruda realidad se ha impuesto
tozudamente para recordarnos que vivimos en un mundo dominado por la sin razón
de unos pocos que se empeñan en sembrar el pánico y el terror violentamente,
mientras que otros lo hacen “calladamente” desde sus despachos a manera de tronos
que amparan su poder monetario sobre los demás.
Es curioso porque al principio de cada año se hacen muchas
predicciones sobre si el año que comienza será mejor o peor que el que termina.
Pero la cruda realidad parece prever que, en el fondo, será igual. En el minuto
uno del nuevo año, todos deseamos que sea bueno, que venga lleno de salud, de
trabajo, de paz… pero, a los pocos días, comprobamos que el corazón del hombre
no cambia por nuestros buenos deseos. Cualquier ideología, pensamiento, idea
revolucionaria, lo que sea, va a nublar el entendimiento de algunos de manera
que, si lo consideran necesario por su causa, volverán a derramar sangre en cualquier
lugar del planeta, sembrando con ello la desolación, el terror, el miedo y la
tristeza de aquellos a los que les toca vivir de cerca tal sin razón.
Llevamos pocos días del nuevo año y la desesperanza se
cierne sobre los noticieros… porque los noticieros se centran sobre las
noticias más impactantes; es lo normal. Pero eso hace que nos olvidemos de las
noticias buenas, que también las hay, pero que, lógicamente, no son tan
sensacionalistas. Por ejemplo, una de las imágenes del día 1 son los primeros
bebés del año, pequeñas nuevas vidas que nos recuerdan que el milagro de la
vida se repite cada minuto…, o aquellas imágenes de finales del año con afectados
del ébola sanados…, o aquellas otras en donde se asegura la creación de vacunas
para esta enfermedad o para otras… O esos programas que mayoritariamente se
celebran en diciembre en donde se recauda dinero para ayudar a los médicos sin
fronteras, a los niños necesitados y a otras asociaciones que se ocupan de
ayudar al prójimo…
Suceden también cosas buenas porque hay personas buenas y
generosas que no son protagonistas de los noticieros porque, tristemente, los
protagonistas son los generadores de noticias que impactan más por su maldad.
Pablo le decía a su discípulo Timoteo: “Pero
los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo
engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te has persuadido,
sabiendo de quienes lo has aprendido y que desde tu niñez has conocido las
Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por
medio de la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3:13-15). Pablo menciona
dos clases de personas que habitan en el mundo: los “malos hombres” y los “Timoteos”, aquellos que se han criado a la luz de las Sagradas
Escrituras. Insisto, luz en medio de las tinieblas. En el mismo pasaje señala
que el propósito de la Palabra de Dios es capacitarnos “para toda buena obra”
(2 Timoteo 3:17). Toda buena obra. Evidentemente, las instrucciones y el modelo
que Jesús nos dejó para imitarle, se podrían resumir en sus palabras: “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.” Cuando Jesús agonizaba en la cruz, dijo
refiriéndose a los que le habían atormentado y finalmente clavado en aquel
madero: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Oró intercediendo
por sus enemigos demostrando en la práctica lo que había enseñado: Amor por el
prójimo. Amor.
Por tanto, sigue habiendo esperanza. Cualquier persona puede
ser cambiada por el mismo poder que resucitó a Jesús de la muerte. Cualquier
tipo de persona. Hay miles de testimonios que así lo atestiguan. A esas
personas la Biblia las llama “hombre/mujer de Dios”, personas enteramente
capacitadas para toda buena obra.
La suma de todas esas buenas obras hace que, el lugar del
mundo en que se hacen, sea mejor.