Encuentro en el suplemento del País (16/10/16) este titular: "Cuando la verdad no importa", "En la era de Internet y del populismo, las mentiras cada vez pasan menos factura". Se trata de un artículo de Javier Ayuso en el que comenta realidades que son para ponerse a recapacitar de a dónde está abocado el mundo contemporáneo. Leo en el subtitulo interior: "Afirmaciones demostrablemente falsas se multiplican en las campañas electorales y en las redes sociales. El valor de las certezas se ha esfumado en manos de demagogos". Es una alarma más de algo que estamos viviendo diariamente, y que ya he comentado en este blog en más de una ocasión; la mentira se ha introducido diabolicamente en la sociedad como una forma de vida "normal", pero cual bola de nieve deslizándose por una pendiente, ha adquirido dimensiones enormes que están empezando a mostrar consecuencias dañinas, consecuencias que ya no quedan ocultas, sino que, como si de un cáncer se tratase, están mostrándose de una manera tan violenta que la misma sociedad se está dando cuenta de lo que supone haber caído en esa trampa, y si no, fijémonos en lo que afirma el Sr. Ayuso en el inicio de su artículo: "La mentira y la falacia son los dos grandes enemigos de la política, del periodismo y, en general, de la convivencia humana... las medias verdades y las medias mentiras se han convertido en los ejes del debate público, agitadas por la mayor maquinaria de propaganda jamás conocida: la Red." A mi me consuela un poco el que, al menos, se reconozca. Por lo menos, desde la misma prensa, una de las propagadoras, se reconoce a la mentira y a la falacia que es más de lo mismo, como grandes enemigas... de la convivencia humana. El mismo trabajo satánico, sutil y persistente, se vuelve contra ellos mismos por excesivo. Más adelante podemos leer: "Pero la mentira no es solo patrimonio de la política. Muchos medios de comunicación también han sucumbido ante la seducción de crear una realidad que sirva a sus intereses. No todos, por supuesto." Ahí está lo que decía antes, también los medios de comunicación "han sucumbido". O sea, casi todo lo que llega a cualquier ciudadano, está contaminado del mismo veneno de manera que, aún sin pretenderlo, llega a parecer tan normal y corriente mentir porque ¡no pasa nada! que, ¿por que no? Si hace falta, yo también la uso...
Por contra, en la Palabra de Dios encuentro que la mentira es una de las cosas que Dios aborrece (Proverbios 6:16-17; 12:22), que es algo que todo cristiano debe evitar (Isaías 63:8; Sofonías 3:13) e incluso odiar (Salmo 119:163), "El justo aborrece la palabra de mentira" (Proverbios 13:5), porque el padre de la mentira es el propio diablo como así lo señaló el mismo Jesucristo: "Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira" (Juan 8:44). El mismo mal que el periodista denuncia en el siglo XXI respecto a algunos políticos, lo denunció igualmente Dios 700 años a. C.- "Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos" (Proverbios 29:12); igualmente a lo referente a los testigos falsos: "El testigo verdadero no mentirá; más el testigo falso hablará mentiras" (Proverbios 14:5).
Quiero finalizar con una advertencia que me parece vital con respecto a la eternidad que nos aguarda; está en Apocalipsis 21:8 y dice así: "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda." Y como dice el Señor: "El que tiene oídos para oír, oiga."