miércoles, 6 de septiembre de 2017

Nuevo curso

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Siempre me ha costado regresar a la normalidad, a la rutina, después del mes de vacaciones (¿cuántas veces habré escrito esto?). ¡Comienza un nuevo curso! Solo de escribirlo parece que se me pone un punto de ansiedad en el pecho, es algo que no puedo evitar, debe de ir en mis genes.
Como la tv está metida en un bucle (a menos que se lo rompa una noticia de impacto), vuelve a decir aquello de los propósitos: que si volver al gimnasio, o lo de retomar los estudios de inglés (¡esta vez sí!), empezar una dieta, quitarse de fumar…
Septiembre es el mes “línea de salida”, como si empezásemos una nueva carrera aunque, en realidad, seguimos en la que ya estábamos con una pequeña parada en boxes, para repostar, cargar las baterías, y todas esas cosas que se dicen cuando se habla de la temporada vacacional. Algo similar ocurrirá los primeros días de Enero: propósitos, metas, deseos, ilusiones… 
Todas las “líneas de salida” apuntan a una “línea de meta”; algunos llegan a cruzarla con el propósito conseguido, aunque son los menos; la mayoría (también lo dicen en la tv), se quedan por el camino ahogados en su rutina, en su actividad diaria, en la falta de tiempo, en el desánimo, en el cansancio… o en un giro imprevisto. Nunca pienso en los “giros imprevistos” pero sé que están ahí. ¿Cómo los afrontas?
En este “nuevo curso” estamos hablando en mi iglesia sobre el libro, la historia, de Job. Ahora, al pensar en los “giros imprevistos” me he acordado de él porque habla una persona que los sufrió de esa manera, sin contar con ello, de repente… y su historia ha servido para que miles de personas encontrasen consuelo leyéndola en las páginas eternas de la Biblia. Sé que lo que le sucedió a Job es el extremo, lo más fuerte y lo más terrible con lo que nadie cuenta, pero, seguramente Dios permitió que fuese así para que su vida y su ejemplo sirviesen a los que tienen que afrontar “giros” de ese tipo. Podemos mirar a las víctimas del terrorismo, o a las del huracán Harvey, o a los miles de afectados por un ‘imprevisto’ cáncer o cualquier otra enfermedad… Parecen cosas lejanas que les pasan a otros hasta… hasta que llegan a nuestro lado, así, repentinamente, sin avisar.
¿Qué nos deparará este nuevo curso? No lo sabemos; deseamos y esperamos que nada malo pero no lo sabemos, por eso hay que estar preparado. Los que leemos las palabras de Jesús estamos avisados; aunque en otro contexto, Jesús dijo que “en el mundo tendremos aflicción”, de manera que debemos prepararnos para cuando ésta llegue. Jesús hablaba aquí en un contexto de persecución o acoso por ser seguidor suyo, pero la aflicción, como vemos, puede llegar de muy diversas maneras y nadie estamos libres, seamos cristianos o laicos o de cualquier religión. Pablo, el apóstol Pablo, llegó a escribir: “…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. ¿Quién le había enseñado para “saber” vivir en la circunstancia que fuese. Él sigue diciendo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Ahí está la clave: el estaba preparado en Cristo. ¿Qué quiere decir esto? Es la consecuencia de vivir “del lado de Dios”, de ser cristiano de verdad, de confiar en Dios y en sus promesas, de tener a Jesús como Amigo, Intercesor y Salvador. El discípulo de Jesús tiene que “aprender”, entre otras cosas, a confiar en Dios y una vez que empieza a ver que eso es una realidad, va a afrontar cualquier situación con gozo sabiendo que, con Su Ayuda, la va a superar. Esa es la experiencia de Pablo y puede ser la mía y la tuya. El secreto no está en Pablo ni en mí, sino en la fuerza y el respaldo divino que tenemos por medio de Jesús. Con Él a nuestro lado tenemos recursos para todo (“Todo lo puedo…”); no estoy hablando de una “fuerza sobrenatural” para hacer cosas sobrenaturales, sino que se trata de poder afrontar los “giros imprevistos” que surgen en la vida con Dios a mi lado y para Él, no hay nada imposible.
Esa fortaleza procede de Cristo y forma parte de la experiencia cristiana auténtica en el día a día y, como dice en Romanos 8:31: “Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros”. ¿Qué nos deparará este nuevo curso? No lo sabemos, pero si nuestra vida está en las manos de Dios, no deberíamos tener ni ansiedad, ni miedo, ni inseguridad porque “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.

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