Esta historia comenzó en
Winchester, Massachusetts, cuando nació Rick Hoyt (1 junio 1940).
De alguna manera se le enredó el
cordón umbilical alrededor de su cuello, dañando su cerebro y sus extremidades.
Los doctores le dijeron a los
padres de Rick que iba a ser un vegetal para el resto de su vida. Pero Dick
Hoyt, el padre de Rick, notó la manera en que los ojos de Rick le siguieron por
la habitación y en ese momento inició su esperanza.
Cuando Rick cumplió 11 años de
edad, lo llevó al departamento de ingeniería en la Universidad Tufts y preguntó
si había algo para ayudar al niño a comunicarse. -”De ninguna manera,” le
respondieron “no ocurre nada en su cerebro.”
“Cuéntale un chiste,” Dick le
dijo a uno de los ingenieros de la Universidad. Lo hicieron. Rick sonrió.
Resultó que mucho ocurría en su
cerebro. Lograron crear un sistema en el que a través de un equipo, le permitió
controlar el cursor al tocar un interruptor con el lateral de la cabeza, Rick
finalmente pudo comunicarse, escribiendo a través del computador. Sus primeras
palabras: “¡arriba Bruins!” (Un famoso equipo de hockey sobre hielo).
Después de un tiempo escuchó que
un joven de secundaria había quedado paralizado en un accidente y la escuela
organizó un maratón de caridad para él; Rick logró escribir a su padre: “Papá,
quiero participar”.
“Sí claro” dijo el papá de Rick
de una manera sarcástica. “Jamás he corrido más de una milla seguida, ¿cómo voy
a empujar a mi hijo cinco millas?” Sin
embargo, lo intentó. Después de la
carrera, “parecía yo el minusválido, durante dos semanas estuve dolorido como
nunca antes” dijo Dick.
Ese día cambió la vida de Rick
por completo. “Papá,” le escribió, en el monitor “cuando estábamos en la
carrera, pude sentir como si ya no fuese más discapacitado”.
Y esa frase cambió la vida de
Dick. A partir de ese momento se propuso darle a Rick ese sentimiento tan a
menudo como pudiera. Logró desarrollar una condición física lo suficientemente
fuerte, hasta el punto de que él y Rick estaban dispuestos a intentar la
Maratón de Boston en 1979.
“De ninguna manera”, se le dijo a
Dick. “Los Hoyt’s no eran un solo
corredor”, y “que esta no era una carrera para gente en silla de ruedas”. Así
que, los primeros años, Rick y Dick sólo se unían a la carrera de forma extra
oficial, corriendo de todos modos con el resto de la gente, sin ser parte ‘formal’
del evento.
Unos años después, encontraron la
manera de entrar en la carrera oficial: En 1983, corrieron en otro maratón tan
rápido que lograron hacer el tiempo requerido para clasificarse en la carrera
de Boston del año siguiente.
Entonces alguien dijo: “Oye,
Dick, ¿por qué no un triatlón?”
“¿Cómo es que un tipo, que nunca
aprendió a nadar y no ha andado en bicicleta desde que tenía seis años, iba a
arrastrar a su hijo de 110 libras a través de un triatlón?”
Sin embargo, Dick Lo intentó por
su hijo.
A día de hoy han hecho 212
triatlones, incluyendo cuatro agotadoras competiciones de 15 horas en la famosa
carrera de Ironman en Hawai.
Con 65 y 43 años,
Dick y Rick terminaron su 24 Maratón de Boston, llegando en la posición número
5083, en una carrera donde corren más 20.000 participantes. ¿Su mejor momento?
Dos horas y 40 minutos en 1992 - sólo a 35 minutos del récord mundial, que, si
te pones a pensar sobre este record: fue hecho por una persona que empujaba a otro hombre en una silla de
ruedas.
“Así como el pastor carga a un cordero, Yo te cargo a tí cerca de mi
corazón…” Isaías 40:11
Para realmente apreciar la
grandeza de esta historia de amor, te invitamos a ver el siguiente vídeo… Se
presenta aquí, cortesía de YouTube.
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