Pero el salmo sigue afirmando otra cosa muy interesante: Dios es el Dios de la creación. Es algo sobre lo que el mismo Moisés ya había escrito en su primer libro, el Génesis. Aquí lo explica así: “Antes de que nacieran las montañas, antes de que dieras vida a la tierra y al mundo, desde el principio y hasta el fin, tú eres Dios.” (Salmo 90:2). Charles Spurgeon escribió sobre este texto: “Antes que estos antiguos gigantes hubieran surgido del seno de la naturaleza, como su imponente primogénito, el Señor era glorioso y se bastaba a sí mismo. Los montes eran para Él, aunque lleven las canas de las nevadas de los siglos, son como recién nacidos, cuyo nacimiento tuvo lugar ayer, meras novedades.”
En su oración, Moisés está pasando gradualmente del pasado, desde la formación de las montañas, hasta que apareció el suelo y finalmente la creación misma. Pero lo que quiere resaltar, es que antes de todo eso, Dios ya existía. Como escribe la versión de Reina Valera del 60, “desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”. En resumen, lo que el escritor inspirado esta revelando forma parte de la grandeza de Dios: Él es el Dios de la creación, Él es el Dios de la historia, pero, además, muy por encima de todas estas verdades, Él es el Dios de la eternidad. Como escribió Lutero, “un Dios así es el que tenemos”. Esto es lo que Martín Lutero escribió sobre este versículo: “Un Dios así (dice) es el que tenemos, a Él adoramos, a Él oramos; que puede hacer que las cosas pasen a ser realidad. ¿Por qué hemos de temer, si un Dios así es el que nos favorece? ¿Por qué hemos de temblar ante la ira de todo el mundo? Él es nuestra morada, así que ¿no estaremos seguros aunque los cielos sean destruidos? Porque tenemos un Señor mayor que todo el mundo. Tenemos a un Señor tan poderoso que su Palabra hace que aparezcan las cosas y sean.
Y, con todo, somos tan pusilánimes que, si hemos de sobrellevar la ira de un solo príncipe o un rey, es más, incluso de un mero vecino, temblamos y se nos encoge el ánimo. Sin embargo, en comparación con este Rey, todo lo demás que hay en el mundo es como leve polvo que la brisa lleva de un lado a otro y no lo deja estar quieto. Así pues, esta descripción de Dios es consoladora, y los ánimos temblorosos deberían buscar esta consolación en las tentaciones y los peligros.”
Y es esa consolación la que buscamos en su refugio, en el hecho de que Él es nuestro hogar. “Sácianos cada mañana con tu amor inagotable, para que cantemos de alegría hasta el final de nuestra vida.” (Salmo 90:14).