sábado, 19 de febrero de 2022

No llueve

"Desde la noche de Reyes no llueve en Madrid” rezan los titulares. No llueve, no hace frío, tenemos un
invierno primaveral pero echo en falta la lluvia y sus beneficios. Si no llueve los embalses se resienten, en muchos sitios hay restricciones de agua y eso es lo peor, o una de las cosas peores, como se suele decir, “problemas del primer mundo”. Cuando no llueve se nota mucho en el ambiente, el aire está enrarecido, falta “limpieza”, algo no va bien.

Me viene a la mente la sequía durante 3 años que se menciona en la Biblia. Si no llueve durante tres meses ¿te imaginas durante tres años? Y en un sitio como Israel donde no suele llover mucho; suele compensar el rocío que cae unos 180 días al año, pero para más inri, no solo profetizó que no iba a llover durante tres años, sino que tampoco iba a rociar (1 Reyes 17:1).

Para los que no conozcan la historia les diré que estos tres años de sequía fueron profetizados por el profeta Elías (Libro de 1 Reyes, capítulos 17 al 19, (Biblia)) ante uno de los reyes más terribles y temidos de Israel: Acab, un adorador del dios Baal, un dios que se creía era el dios de la lluvia, entre otras cosas, así que Elías no solo retaba a Acab, sino también a su dios, para mayor enfado de éste.

Es muy ilustrativa esta historia porque al leerla se puede ver como Dios actúa ejerciendo de juez y padre con Su pueblo y, durante situaciones límite como ésta, también se ve como cuida del profeta Elías de manera milagrosa. A veces Dios provee de las formas más sorpresivas, desde luego, de las maneras con las que menos contamos. Si te detienes a leer la vida de Elías, verás que todas las cosas que Dios le mandó y cómo fue cuidando de él, tenían detrás una lección importante para el profeta: aprender humildad, dependencia de Dios, confianza en Él, obediencia. Dios utiliza a veces las cosas, en primer lugar para cumplir con Sus objetivos, pero en segundo lugar para que aprendamos a depender de Él todos los días, y a veces en circunstancias que nos parecen insalvables.

Evidentemente Dios sabe que llevamos tres meses sin recibir la bendición de la lluvia, pero los creyentes sabemos que a Dios no se le escapa ni le sorprende nada, Él tiene el control, sabe la razón y los motivos de las cosas y los creyentes debemos de creer y saber que esto es así. Creo que se trata de una buena lección el ser consciente de que Dios nos provee la vida cuando diariamente nos rodea la muerte: “Pues, así como el Padre da vida a los que resucita de los muertos, también el Hijo da vida a quien él quiere.” (Juan 5:21). En otras palabras, este texto hace referencia a dos formas diferentes de “dar vida”: en el primero se refiere a una “resurrección temporal”, como fue en la historia de Lázaro, una persona que llevaba cuatro días muerto, que Dios resucita por medio de Jesús y que luego, en su tiempo, morirá. En el segundo caso, la vida que “da el Hijo” se refiere a la vida eterna para todo el que cree: el que cree llega un día en que morirá, o ‘dormirá’ como dice en la Biblia, pero en la resurrección que habrá al final de todo, el creyente continuará viviendo eternamente en el Cielo, en la presencia de Dios, conociendo en persona a Jesús.

A los tres años de la sequía en Israel, cuando los estragos ya eran evidentes, a pesar de que el rey no dio ninguna muestra de arrepentimiento, Elías oró a Dios y Dios envió la lluvia. Aquí he visto que en algunos sitios sacan en procesión la imagen de algún santo o santa para que traiga la lluvia; sinceramente no sé cual es la idea: si lo hacen para que santo de turno interceda ante Dios o sea él directamente el que obre el milagro. Lo que está claro es que se procesiona “una imagen” y, según podemos leer en la Palabra de Dios, eso a Dios no le gusta nada (por ejemplo Isaías 40:18-20). La Palabra de Dios también señala que hay un solo mediador entre Dios y los Hombres: Jesucristo (1 Timoteo 2:5). Es importante que los creyentes tengamos cuidado con la idolatría que Dios aborrece: es fácil que nosotros no nos inclinemos ante una imagen de madera o de otro material, pero un dios puede ser cualquier cosa que ocupe el lugar de Jesucristo en nuestra vida (televisión, música, filósofo, deporte, cuidado del cuerpo, etc.). El primer mandamiento dice que hay un solo Dios y a ese hemos de adorar y en Ese debemos de confiar, hasta el punto de que estemos seguros de que Él nos va a proveer de todo lo que necesitemos, siempre según Su Santa y Sabia voluntad, no según nuestros caprichos o antojos. La idea para los creyentes de hoy es que no podemos vivir con un pie en el mundo y sus deseos y otro pie en el Reino de Dios. Dios nunca admitirá medias tintas y por eso pide toda nuestra adoración y obediencia, no la parte que nos sobre cuando atendemos a dioses menores. Aquellos que tienen un pie en cada lado no demuestran una seguridad ni una decisión en seguir a Cristo de verdad. Creo que la pregunta que surge y que nos tenemos que hacer es: ¿En qué parte estoy yo? ¿tengo los dos pies en el lado de Jesucristo o estoy deseando pertenecer un poco a cada lado: el mundo y Mi Salvador. Deseo que el Señor nos ayude a tomar la decisión más acertada que es la de creer y obedecer al Único y Verdadero Dios, a nuestro bendito Salvador el Señor Jesucristo.

 

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