no promocionarlo y si vale para eso, me parece bien, aunque hay discrepancias, porque se ha dicho que en algunos ambientes se considera un tema tabú y se piensa que si no se habla de ello, no existe.
Porque detrás de la noticia de pasada, se esconde un titular espeluznante: “El suicidio es la principal causa de muerte en España entre los 15 y los 29 años.” Este es un titular del Observatorio del Suicidio del 2021.
Me entristece mucho ver a qué situación se ha llegado en una sociedad llena de privilegios y tecnologías que, en teoría, estaban inventadas para hacernos la vida más fácil.
Según leo en las páginas en donde se habla de esto, el deseo de suicidarse se incrementa en el período de la adolescencia.
Hay estudios que buscan las razones de este incremento pero son bastantes los factores que pueden influir, además de los ya mencionados: en general todo está relacionado con la violencia en sus diferentes manifestaciones: problemas en la familia, separaciones, humillaciones, malos tratos, desengaños amorosos, soledad, la muerte de alguien muy querido, fracaso escolar y, últimamente, los conflictos relacionados con la aceptación sexual.
¡Mucho ojo a la influencia sobre esto de las redes sociales! Ya he mencionado el llamado cyberbullying pero es que la influencia de algunos en las redes puede llevar a situaciones a jóvenes tal vez menos preparados, que los pueden enfocar a un callejón sin salida que puede provocar en ellos pensamientos muy negativos con respecto al valor de la vida.Es una barbaridad pero hay gente que propone el suicidio como una solución para los problemas de la adolescencia, problemas que a veces están magnificados por la poca preparación de los jóvenes en esas edades y claro, después las consecuencias son irreversibles.
Un caso más conocido es el del rey Saul: su caso fue bastante parecido al del mencionado Abimelec; fue herido en una refriega con sus enemigos los filisteos y para que los filisteos no tuvieran el “honor” de matarlo directamente le pidió también a su escudero que lo matase pero, en este caso, el escudero tuvo miedo de hacerlo por lo que el mismo Saúl se mató echándose sobre su propia espada; cuando el escudero vio lo que Saúl había hecho, hizo lo propio, echándose también sobre su espada.
Cuando hablamos de suicidio desde un punto de vista bíblico, tenemos que tener en cuenta que desde el principio de la historia de la humanidad, el hombre y la mujer tuvieron que elegir entre las ‘tinieblas’ y la ‘luz’ y como dice Juan en su evangelio cuando nos habla de la llegada de Jesús al mundo, los hombres amaron más las tinieblas que la luz, o lo que es lo mismo, le dieron la espalda a Dios (la luz, la vida, la eternidad, la santidad) y abrazaron las promesas de la serpiente (Satanás), representación viva de las tinieblas y la perdición fruto del pecado.
Hay otros casos que se mencionan en la Biblia como el de Ahitofel, Zimri o el más conocido, Judas, el discípulo que entregó a Jesús. Pero tanto los ya mencionados como éstos, conocían las palabras que Dios había pronunciado en el libro de Deuteronomio (30:19): “Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir! Puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte firmemente con el Señor tu Dios. Esa es la clave para tu vida. Y si amas y obedeces al Señor, vivirás por muchos años en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.” En el contexto de Deuteronomio, Moisés estaba poniendo ante Israel que eligiese entre la vida y la muerte, o sea, entre la bendición y la maldición: bendición si obedecían al pacto que Dios les proponía o maldición si preferían desobedecerle, siendo que esta desobediencia conduce a la muerte y muerte eterna. Dios imploraba (y sigue haciéndolo), para que escojamos la vida, o sea, a Él ya que ahí está la bendición. Jesús lo dijo así: “Solo puedes entrar en el Reino de Dios a través de la puerta estrecha. La carretera al infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino.” (Mateo 7:13).
Elegir la muerte es contrario a la propuesta de Dios. Judas, el discípulo que entregó a Jesús, se arrepintió, pero no cambió de dirección, no se convirtió, no cambió porque solo sintió remordimiento. Su objetivo fue las tinieblas, la muerte eterna, mientras que Dios, la Luz Verdadera, nos ofrece la vida, la vida eterna.
El suicidio no es una solución para el sufrimiento; la solución es pedir ayuda al Dador de la Vida. Dice la Biblia que Jesús nos conoce y empatiza con nosotros porque ha estado aquí y ha visto lo que hay; esto nos da seguridad y esperanza: “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.” (Hebreos 4:15). Jesús no pecó y cada vez que se encontró con la muerte, trajo vida. Excepto con la suya propia a la que se enfrentó voluntariamente para que nosotros pudiésemos vivir: “Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5:15).
Nuestra vida es además muy valiosa para Dios, de hecho, solo nosotros fuimos creados “a imagen” de Dios, no físicamente, sino espiritual, emocional e intelectualmente; sus palabras de amor por nosotros son impresionantes: “Con amor eterno te he amado.” “Su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra.”
Dios es el Señor de la vida y solo Él sabe el día y la hora de nuestra partida.