Leo este titular en el periódico: “La Biblia destripada por
un científico. Un genetista británico propone una relectura de las sagradas
escrituras en busca de errores e incoherencias”, y pensé: “Pobre…, otro…”
No sé si para el director del periódico es un tema nuevo,
desde luego para mí y para miles de lectores de todos los tiempos, es un tema
muy trillado y, al mismo tiempo un tema perdido porque aunque ellos escriban
las Sagradas Escrituras con minúsculas (como así lo han hecho), están
intentando desacreditar a la Palabra de Dios de la que Jesucristo dijo: “El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” La Biblia afirma que
es palabra escrita por hombres pero inspirada, “exhalada” es la traducción
literal, por Dios mismo por lo tanto, como Dios es infalible, la Palabra de
Dios también lo es, por lo tanto no puede tener errores. Dios ha velado y vela
a través de los siglos por Su Palabra. A lo largo de la historia ha sufrido
miles y miles de intentos de exterminio… ¡y no han podido hacerla desaparecer,
es un libro indestructible! En pleno siglo XXI, por más que se empeñen algunos
pobres ingenuos, millones de ejemplares de la Biblia son editados, en parte
(Nuevo Testamento) o en su totalidad…
La Biblia, la Palabra de Dios, es el Libro más leído, más
traducido y más vendido. Y no solo eso. De todos los libros que existen, la
Biblia es el Libro que más ha influenciado en el hombre y le ha dado el mejor
mensaje, el mensaje de la esperanza basada en el poder del Evangelio: Hay
esperanza, hay vida nueva en Jesús, hay un futuro con Dios, hay un Propósito
divino, hay una Revelación tremenda y gloriosa de Dios que ha llegado a
nosotros a través de los siglos, mensaje preservado por su Autor, mensaje de
Dios para su criatura.
Pero la osadía del título atrae a la gente: ¡un científico!
Un representante de la civilización y de la cultura humana enfrentándose a Su
Creador. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! dice la Biblia en
Hebreos 10:31. ¿Por qué horrenda? Porque es terrible presentarse delante de
Dios para ser juzgado por ¡culpable! Y este escritor tiene miles de ejemplares
que lo señalan como la persona, la pequeña y mínima persona que ha sido tan
osada como para asegurar que su conocimiento, su sabiduría, fruto de las manos
del Autor de la Vida, ha conseguido “destripar” Su Palabra. Terrible cosa es caer
en las manos del Dios Todopoderoso para ser juzgado, pero lo grande, lo más
grande, es que caer en las manos del Dios vivo es caer en las manos de La
Gracia, porque Dios, que es amor, ama y restaura al pecador, a cualquiera que
se arrepiente y lo reconoce, incluso a este científico.
Y leo el artículo: el autor se recrea en el hecho de que en
el año 1631 parece ser que hubo una errata en Éxodo 20:14, de manera que donde
debería poner “No cometerás adulterio”, se imprimió “Cometerás adulterio”. A
esas Biblias mal editadas se las llamó las “Biblias adúlteras” y, por lo visto,
existen todavía 11 ejemplares entre las que se encuentra una en el museo de la
Universidad Bautista de Houston (EEUU). Satanás estará contento. Él lleva
“imprimiendo mal” la Biblia desde el principio de los tiempos, lo que sucede,
es que “ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido”, afirma Cristo y eso ¡es poderoso! Pueden imprimir lo que les dé la
gana, porque si hay 11 Biblias con una errata o 8000 con otra errata por otro
lado como afirma el genetista Steve Jones en su libro “Ciencia y creencia. La
promesa de la serpiente”, lo importante es que ni el más pequeño signo, ni la
más pequeña tilde de la versión
original, pasarán sin que se cumplan ¡porque son palabra de Dios!
Algunas afirmaciones que aparecen en el libro son auténticas
provocaciones a la cordura como la de afirmar que “existen más de 20.000
versiones manuscritas del Nuevo Testamento y solo una pocas son idénticas entre
sí”. Sabes, yo no le creo. Acepto los 8000 o los 11 mencionados antes porque
pudiese haber ese error de impresión, poco probable porque todas las ediciones serias se revisan
minuciosamente, pero esa afirmación sobre las versiones es una afirmación de
alguien que nunca se ha preocupado de verificarla. Pero es que sus
aseveraciones son tremendamente partidistas, como suele suceder en los autores
que atacan la Biblia con sus pobres argumentos. Por ejemplo, resalta una fase
que atribuye a Albert Einstein: “La Biblia es una colección de leyendas
honorables, aunque primitivas, y en cualquier caso bastante infantiles”. ¡Y ya
está! ¡El daño está hecho y me quedo tan fresco! Y ahí podría añadir todas las
rimbombantes frases de los más eminente y ateos
científicos del mundo… ¿y? Ante todas las blasfemias que el hombre pueda
recopilar, por muy sabios que éstos sean, resurgen las gloriosas palabras:
“¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de
este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la
sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a
Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación… nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es
más fuerte que los hombres.” Me inclino reverentemente ante la Palabra sabia de
Dios que se ríe de la “sabiduría” orgullosa del hombre. ¡Pobres de nosotros! En
lugar de buscar la amistad y el consejo divino, nos oponemos como si todo esto
fuese un juego de niños cuando lo que en el fondo se esconde es el ataque
satánico que grita desde el capítulo 3 de Génesis: “¿Conque Dios os ha dicho…?”
O de otra manera: “Dios os ha mentido… y lo que os haya dicho no es verdad…”
“…intenta ser más respetuoso en una obra que escudriña los
versículos bíblicos desde el punto de vista de un científico.” Lo que el autor
del artículo desconoce es que la Palabra de Dios afirma que “el hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”
Los versículos bíblicos no se pueden escudriñar científicamente, sino
espiritualmente. El “hombre natural” es cualquier hombre que no tiene el
Espíritu de Dios en su interior, o sea, el hombre que no tiene a Cristo en su
corazón reconociéndolo como su único y suficiente salvador. El hombre y la
mujer sin Dios ¡no pueden! percibir las cosas que el Espíritu Santo ha escrito
inspirando a los escritores bíblicos. Solamente pueden hacerlo aquellos que lo
van a discernir, estudiar, escudriñar espiritualmente. Es una afirmación
rotunda y un escollo para cualquier científico que sí, podrá explicar cualquier
cosa científica para la que se haya preparado pero ¡no! podrá explicar nada
referente a las cosas espirituales de Dios porque se tienen que discernir
espiritualmente. ¿Fácil no? Ciencia: explicada por el científico; espiritual:
explicado por el Espíritu.
¿Qué va a decir el científico entonces de la palabra de
Dios? Pues la analizará como si de un libro cualquiera se tratase sin darse
cuenta de que es un Libro que está declarando las cosas de Dios, cosas
celestiales, cosas divinas, a veces con un alcance tan grande que la misma
mente humana no tiene capacidad de explicarlo. ¿Y entonces? El científico y
cualquier persona “natural” se verán abocados al fracaso porque no podrán
llegar a las suelas del calzado de lo que la infinita Mente de Dios haya
querido revelarnos en Su Libro. “Se han
de discernir espiritualmente”.
Podríamos analizar el artículo, o el libro, línea por línea
pero sólo nos encontraríamos ante la sabiduría de un hombre. Y Dios nos dice: “mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos.” (Isaías 55:8-9).
El orgullo, la soberbia del hombre siguen ahí, intentando
inútilmente, en un vano y último esfuerzo, desbaratar la obra inconmensurable
que ha hecho el poder de la Palabra de Dios en muchas personas a lo largo de
los siglos. Podrán exponer mil teorías, podrán publicar cientos de libros,
estudios, análisis, listas de errores… sin embargo, a través de los siglos, las
palabras firmes, verdaderas y gloriosas de la Escritura se levantan brillantes
sobre cualquier pobre afirmación de sus detractores: “la palabra de Dios que
vive y permanece para siempre.” Amén.
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