"Como el ciervo busca por las aguas, así clama mi alma por Tí, Señor. Día y noche yo tengo sed de Tí."
A.W. Tozer escribió: "El mundo está pereciendo porque no conoce a Dios, y la iglesia languidece porque no goza de su presencia."
Dios es eterno. Nuestra mente no tiene capacidad de imaginar la eternidad. A veces lo he intentado y ¿qué sucede? Entras en un vértigo, en un principio de mareo... sientes incapacidad... Sin embargo Dios es eterno, entonces, ¿qué perspectiva puede suponer el querer conocerlo, querer saber más de Él, indagar en Él? ¡Una perspectiva infinita! Porque, con lo que vamos aprendiendo por lo que Él nos ha revelado en Su Palabra llegamos a vastos campos de exploración que colman y superan la sed que podamos tener de saber de Él. Es eterno, el tiempo no lo rige, el tiempo comienza y termina en Él pero Él no vive en el tiempo porque es parte de Su creación... Para Él no hay pasado ni futuro... Es inmutable, no cambia, es siempre el mismo y no puede cambiar ni para mejor ni para peor porque entonces dejaría de ser Dios. Ya es todo lo bueno que se puede ser y no puede ser malo porque dejaría de ser Dios. Además, la Biblia nos enseña que es omnisciente, ve y conoce todo lo que existe y lo que aún no existe ya lo prevé... conoce nuestro pasado, nuestro futuro, lo que nosotros consideramos está oculto Él lo sabe... No lo podemos comparar a ningún ser creado porque Él es, no tuvo principio, no tiene fin, no fue creado, de Él surge el origen, el amor, la justicia, el orden, la misericordia... su santidad es tan pura y perfecta que no hay blancura que la pueda representar porque es superior a lo perfecto, no hay palabra que la pueda definir...
Lo que sé de Dios me lleva a querer conocer más de Él. He descubierto que Él nos ha amado primero: "Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero" (1 Juan 4:19) Y eso no se quedó sólo en palabras, lo demostró con hechos: "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él." (1 Juan 4:9). Al entrar en ese campo maravilloso del amor con Dios, de una relación personal con Él por medio de nuestro Señor Jesucristo, el único camino para llegar a Dios, surge esa comunión que anhela saber más de Él, al sentir Su amor, al sentir Su presencia, al sentir Su protección, al sentir como entra en tu vida, como sientes Sus manos poderosas a tu alrededor, al sentir Su compasión en los momentos difíciles, al ver como te brinda una salida cuando te surge un problema, al sentirlo... "Yo tengo sed sólo de Ti." dice el canto.
Es curioso descubrir las manifestaciones de Dios... ¡fuego! ¿Qué tiene el fuego que nos atrae? ¿Nunca has tenido esa experiencia delante de una chimenea encendida, una hoguera...? Moisés se sintió atraído por una zarza que ardía... ¡pero que no se consumía! "Y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta gran visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés...! ¡No te acerques! quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es." (Éxodo 3:2-5). En la última y pobre versión que he visto en el cine sobre esta experiencia de Moisés ("Exodus"), ponen a una niña en lugar del fuego. ¡Una niña! Bueno, al menos no pusieron a un becerro como hizo el pueblo de Dios cuando quiso hacer una imagen del Dios todopoderoso... Pero Dios se le apareció a Moisés en el fuego... y luego, cuando el pueblo era guiado por el desierto, se mostró en una columna de humor por el día y en una columna de fuego por la noche. Sólo Dios tomó forma humana en la persona de Jesucristo.
Luego tenemos el arca de la alianza, encima de la cual estaba como si fuese una tapa, o una cubierta, el llamado propiciatorio, y esculpidos en él dos querubines, y entre las alas de los querubines aparecía la shekinah, ('presencia'), un fuego... Hay un momento impresionante en el que Dios se presenta al pueblo en el monte Sinaí. Éxodo 19 lo relata así: "Aconteció al tercer día, al amanecer, que hubo truenos y relámpagos, una densa nube sobre el monte y un fuerte sonido de corneta. Y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció... Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en medio de fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. Mientras el sonido de la corneta se intensificaba en extremo, Moisé hablaba, y Dios le respondía con truenos." ¡Impresionante! ¿no? "La presencia"
Muchos siglos después, cuando los discípulos de Jesús estaban reunidos el día de Pentecostés, aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se aentaron sobre cada uno de ellos.
La presencia de Dios, sus manifestaciones, el conocimiento muy poco a poco de su sabiduría, platos exquisitos, manjares, todo a nuestro alcance gracias a Jesús. Él es el puente a Dios y, una vez que lo has cruzado, empiezas a descubrirlo, surje la sed de conocerlo. Para conocerlo, como con cualquier persona, hay que intimar con Él, pasar tiempo con Él, escuchar Sus palabras escritas en la Biblia. Al pertenecer a Jesús, el Espíritu Santo entra a morar con nosotros (¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?) Y es por medio del Espíritu que podemos conocer a Dios, porque Dios es espíritu. Comunión, relación, conocimiento fruto de la relación, plenitud...
El creyente Federico Faber escribió:
Sólo el pensar en tí, mi Dios,
¡cuanto placer me da!
Sólo tu nombre mencionar,
trae felicidad.
Padre de Cristo, don de amor,
bien puedo imaginar
la dicha inmensa que dará
tu rostro contemplar.
"Tú rostro contemplar..." Pero ese momento no ha llegado todavía. Llegará, como dice Job: "¡en mi carne he de ver a Dios, a quien yo mismo he de ver!" Pero, mientras tanto, tenemos lo que sobré Él nos ha revelado y ¡ya podemos disfrutarlo! ¡Su presencia! Nos da medios para conocerlo y, lo que vamos descubriendo es... no hay palabras que lo definan, excede, superior, sublime y al mismo tiempo, cercano, tierno, amantísimo...
Esa cercanía es una de las cosas que más me impresiona. Cuando piensas en ello te parece tan imposible... Hace unos días en un programa de televisión, mostraban una foto de una pequeña parte de una sola galaxia, y dentro de esa pequeña parte de una sola galaxía, había miles y miles de estrellas con la posibilidad de que cada estrella tenga alrededor de ella planetas... Ellos decían: sólo mostrando esta pequeña parte del universo, podemos pensar en la cantidad de planetas que puede haber como el nuestro en donde puede haber vida... Y yo pensaba ¡que increible que el Creador de esa grandiosidad se acerque a mí, me observe, me ame y se preocupe por mí! "¿qué es el hombre para que pienses en él? ¿qué es el hijo del hombre para que lo estimes?" Sin embargo es así. Nos ama, quiere restablecer la relación rota con Él por nuestra culpa. Nos busca. Nos conoce. Quiere ayudarnos. De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Amén.
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