jueves, 7 de mayo de 2015

Escudriñar, practicar y enseñar

Colaboración de Manuel José Díaz Vázquez

“Por cuanto Esdras había determinado en su corazón escudriñar la ley de YHVH y practicarla, y enseñar en Israel sus estatutos y sus preceptos”. (Esdras 7:10)
escudriñar, practicar y enseñar

Se dice que en el Camino del Señor no hay atajos. Es Él, en su inefable sabiduría, quien dispone los principios a seguir para llevar una vida que le agrade, es decir, una vida de fe. Él, establece las pautas a seguir, no nosotros.

Si nos detenemos en el versículo de la cabecera, encontramos cuatro pasos a seguir conforme al ejemplo de Esdras. 
Primero, tenemos que disponer nuestro corazón, necesitamos de una actitud determinada para ponernos delante de la Palabra de Dios, una actitud de fe y de humildad para examinar detenidamente lo que Él nos dice. El Espíritu Santo nos mueve a hacerlo, pero no se impone, requiere de nuestra colaboración, de una búsqueda activa y concentrada por nuestra parte. Luego, a medida que vayamos comprendiendo, vemos que el método no varía, pero vamos comprobando el edificio que se está construyendo en nosotros… La actitud es para obedecerla, aunque, en un principio, no nos guste; la obediencia y la disciplina van unidas. Los pasos están relacionados. No podemos enseñar la Escritura si no hacemos los pasos previos. 

Primero es la determinación para escudriñar y luego, practicar y enseñar. La actitud incluye todo, abarca la totalidad de lo demás. Si falla lo primero, lo segundo es imposible, es una lógica espiritual: si escudriñamos y no practicamos, carecemos de autoridad para enseñar, por mucho que, aparentemente, lo hagamos. Hay que hacer hincapié en la conexión, lo compacto que es todo…

Fijémonos en la palabra escudriñar. Significa buscar, inquirir, explicar, tener cuidado de, afanarse. Pero en Mateo 6:25 se nos dice: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer…”. En este versículo se nos muestra un enfoque negativo de afanarse; equivale a preocuparnos en exceso por la comida, el trabajo, el vestido…, y el Señor nos exhorta a que no lo hagamos, sino que confiemos en nuestro Padre celestial. 
Pero en el texto de Esdras, vemos un “afanarse” positivo: preocuparse por la Palabra de Dios, ‘preocuparse positivamente’ de leerla, estudiarla, considerarla, meditarla, ponerla por obra. 

Solamente si nos centramos en Ella de esta manera, podemos ser aptos para enseñarla y para dar un buen testimonio acorde con nuestro crecimiento espiritual fruto de la práctica de sus estatutos.
Amén.
Manuel José Díaz Vázquez

** Manuel es un siervo del Señor que se congrega en la Iglesia de la calle Sartaña en Ferrol (A Coruña). Es autor de las novelas "Queso fresco con membrillo", "A las vacas de la señora Elena no les gusta el pimiento picante" y "La calavera de Yorick" (Ediciones Atlantis).

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