Uno de los libros que más me impactó durante mi adolescencia (¡ya llovió!), fue "El Niño Peregrino"
(Editorial Moody). Recuerdo que lo leí como dos o tres veces y viene a cuento porque me he hecho con el original de dónde procede "El Niño Peregrino", el clásico "El Progreso del Peregrino" de John Bunyan. Comparando ambos libros me llama la atención de que "El Niño Peregrino" está escrito por Helen L. Taylor, una escritora que lo que hizo fue adaptar el original de Bunyan para lectores jovencitos y por lo que he encontrado en Internet, vendió más de 600.000 copias de esta adaptación.
Como digo, la lectura de esa versión me quedó grabada y, muy en especial, los gráficos que la acompañan, porque sí, esa adaptación venía ilustrado por un tal W. Lindsay Cable, según la Wikipedia, un ilustrador de libros infantiles y también colaborador de la revista de humor y sátira "Punch" allá por los 1840 - 1850. (Muy curiosas las informaciones que nos proporciona Internet).
En "El Niño Peregrino" el protagonista se llama, como no podía ser de otra manera, Cristianito, mientras que el original se llama Cristiano. Inolvidable la imagen de Cristianito ante la cruz mientras la carga que llevaba a su espalda cae rodando detrás de él por la pendiente abajo. También la de Cristianito con su armadura, su escudo y su espada; el ilustrador, que me parece muy bueno, consigue impregnar en su dibujo la idea de una armadura adaptada al protagonista y con la apariencia de flexibilidad y ligereza necesaria para que no represente la típica armadura pesada que llevaban algunos caballeros y que me recuerda a David, cuando siendo pastor decide enfrentarse al gigante Goliat y le ponen la armadura de Salomón consiguiendo que debido a su peso no se pudiese mover. Creo que el señor W. Lindsay era muy bueno en su trabajo.
Hay otros dos cuadros que siempre he recordado: en uno se ve a Cristianito junto a otro peregrino llamado Esperanza cruzando el río Oscuro antes de entrar en la Ciudad Celestial y otro muy parecido, ya en la segunda parte de la novela, en el que también se ve a Cristiana cruzando ese mismo río, con el agua hasta el cuello, pero con un rostro iluminado y sonriente mirando al frente, con seguridad, como guiada por una luz que viene del cielo...
Cuando ojeo ese viejo libro ya amarillento por el paso del tiempo, recuerdo como me impresionaban esas sencillas imágenes, a la vez que me cautivaba el relato, por eso, he decidido volver a leer este relato del viaje de alguien llamado Cristiano, una alegoría creada por John Bunyan sobre el peregrinaje de los cristianos en todo el mundo que, escuchando y obedeciendo el mensaje de salvación que está en los evangelios, decide huir de la ciudad de Destrucción, que representa al mundo y marchar a la Ciudad Celestial cuyo constructor es Dios.
Según podemos leer en la biografía de John Bunyan, escribió este libro durante el período en el que estuvo encarcelado: doce años, por defender su fe cristiana y su ministerio como predicador. Escribió otras obras importantes durante su encarcelamiento pero "El progreso del Peregrino" ha sido la más famosa e influyente. En algunas ocasiones he utilizado alguno de los acontecimiento por los que pasaba Cristianito como ilustración y por eso estoy leyendo de nuevo la historia completa e íntegra para enriquecer mi base de ilustraciones, ya que, las vivencias que aquí se relatan son atemporales, son experiencias que seguimos viviendo en la realidad los creyentes que sabemos que somos peregrinos en este mundo, camino de la Ciudad Celestial.
Seguro que escribiré alguna vez más sobre este libro durante el tiempo que lo este leyendo.
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