Se acaba Agosto y con él un mes de vacaciones más que, al menos, ha conseguido que no pueda entrar en el blog desde finales del mes pasado y no ha sido porque no me apeteciera sino porque en donde hemos estado no tenía "facilidades" para conectarme y, bueno, ha sido una buena disculpa para relajarme y dejarme llevar por las felices circunstancias que me deparaban un mesito destinado a la relajación, el buen yantar y el disfrute de la familia que siempre viene bien.
Es curioso cómo se desconecta uno durante las vacaciones y que rápido se adapta a su nueva vida y su "nuevo" entorno, aquel que se sale de la rutina para que nuestros cerebros se oxigenen y nuestros nervios se relajen dentro de lo posible, que no siempre se consigue. El hecho de estar muchos días fuera de tu ámbito te convierte, a veces, en una persona insegura y ansiosa, sobre todo si son muchos los familiares que tratan de que "disfrutes" intensamente de su cercanía vacacional.
En fin, nosotros lo hemos pasado bastante bien, hemos tenido buenos y regulares momentos y, al terminar, ya estamos pensando en cómo y dónde será el próximo Agosto, si Dios quiere y llegamos allá.
De lo que no me he despojado ha sido de lo que se da en llamar "estar informado", por lo que he estado más o menos al corriente de la mal llamada actividad política, mal llamada digo porque más se parece a una inactividad por la de vueltas y tejemanejes que se traen los políticos en nuestro País, además de ponerme al día de las actividades locales con las que solo me identifico como un turista despistado que se pasea por ahí a ver lo que hay para conocer o para degustar por un precio razonable. Es lo que tiene estar de vacaciones en Galicia, en donde no hay esquina en la que no se celebre una fiesta gastronómica a cualquier alimento conocido: percebes, mejillones, langostinos, empanada, sardinas, cualquier cosa que suele estar bien regada por los caldos gallegos como el ribeiro, el albariño o cualquier otro siempre interesante al paladar. También se puede pedir una coca-cola pero ya "pierde" un poco.
Sea como sea, Septiembre aparece como un capataz, látigo en mano, con cara de malas pulgas para que nos pongamos las pilas y nos preparemos para trabajar como si nos fuera la vida en ello, como si el mes disfrutado fuese un regalo mal merecido que ahora tenemos que recuperar.
Pues nada, pilas puestas, ¡que sea lo que Dios quiera!
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