sábado, 6 de mayo de 2017

CIFRAS

alambrada y flor
320.000 muertos, 5.000.000 de refugiados, 4.300.000.000 en asistencia humanitaria, 170.000.000.000 se necesitan para reconstruir el país en diez años… cifras mareantes que produce la guerra en Siria, a ellas habría que añadir muchas más pero solo voy a añadir otra: 7 años de horror. Alepo, Damasco, Homs, nombres que ya se nos han hecho familiares porque los visitamos mientras estamos comiendo, en imágenes del telediario que nos resultan casi familiares por lo cercanas, pero indescriptibles por lo irreales. Leer los detalles en la prensa produce escalofríos: los civiles muertos, niños, y las cifras nos hablan de víctimas oficialmente identificadas ¿cuántas habrá en realidad?
Cuando paseamos guiados por las cámaras de los intrépidos periodistas por lo que queda de esas ciudades asistimos a paisajes urbanos que hemos visto en las películas de la 2ª guerra mundial, paisajes que hemos deseado muchas veces olvidar, dejar como una mancha negra más en la historia, como algo irrepetible, como algo no humano. Sin embargo, ahí están de nuevo: crueles decorados, macabros paisajes de película de terror en los que todavía podemos ver pasar alguna persona, algún niño, como si de aventureros se tratase explorando un planeta desconocido. 
Pues todo eso sucede a poco más de 4 horas de vuelo desde Madrid, casi aquí al lado; se me entristece el alma. ¿Será verdad que no se puede hacer nada? ¿Tan inútiles son los que se encargan de dirigir el mundo? Porque si ellos no toman medidas y se ponen de acuerdo, poco más podemos hacer los demás mortales, más que protestar, escribir nuestro reproche, hablar de ello, de los millones de refugiados que deambulan desesperadamente pidiendo limosna en las puertas de las naciones vecinas, entre las que nos incluimos, para recibir un portazo en las narices cuando se les permite llegar a alguna puerta, si no se les condena a estar en pseudo-campamentos, sin medios, inhumanos, en donde los pequeños juegan metiendo sus pies en el barro o soportando las inclemencias del tiempo… ¡patético! Un nudo en la garganta impide continuar, es pura desesperación…

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