En tiempos como los que nos ha tocado vivir, afirmar que
Dios está detrás de todo y por encima de todo da pie a muchos comentarios
despectivos sobre el amor y el poder de Dios. No voy a entrar ahora en ese
debate, porque ya lo he comentado anteriormente. Pero sí quiero afirmar y
corroborar que Dios está por encima de todo en base al texto mencionado: “Pues
todas las cosas provienen de Él y existen por Su poder y son para Su gloria. ¡A
Él sea toda la gloria por siempre! Amén” (Romanos 11:36 NTV). Este
versículo pone fin a los capítulos 9 al 11 de Romanos en donde se nos explica
que Dios cumplirá perfectamente Su plan y Sus promesas. Esto para los creyentes
es un soplo de vida, de esperanza, gozo y paz porque nos recuerda una vez más
que si estamos de parte de Dios, Él está de parte nuestra y no tenemos nada que
temer.
En la ‘Biblia del pescador’ comenta así este versículo:
“Dios es el principio de todo y le da propósito a la creación, incluido al ser
humano.” ¡Qué respuesta a tantas preguntas en una sola frase! Dios… principio…
todo… propósito…
Volviendo al texto de Romanos, la versión de la Reina Valera
lo traduce así: “ Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A
Él sea la gloria por los siglos. Amén.” ¿A quién se está refiriendo? Por el contexto,
vemos que se refiere a Dios: “Porque Dios…” (vs.32); “¡Oh profundidad
de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ...” (vs.33); “Porque
¿quién entendió la mente del Señor? …” (vs.34). Hay otro texto muy parecido
que se refiere al Señor Jesucristo; está en Colosenses 1:16: “Porque en Él
fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,
sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él.” Jesucristo es Dios, la segunda persona de la
Trinidad, así que no hay error en las cartas de Pablo, ya que es a Jesucristo,
el Hijo de Dios, a quién se le atribuye la creación, su sustento y su destino,
ya que todo le pertenece.
Volviendo a Romanos 11:36, la primera afirmación que
encontramos es que todas las cosas son de Dios. Todo cuanto existe es creador
por Él por tanto todo le pertenece. Todo el proceso se sujeta a un Plan divino
que, según se desprende por el relato del libro de Génesis, incluía al hombre y
a la mujer, Adán y Eva, para que en buena camaradería, disfrutasen, no
solamente de la misma presencia de Dios como un amigo en quien confiar, sino de
todo lo creado. Pero el hombre y la mujer quisieron más, no les bastó con todo
lo que Dios les ofrecía, escucharon a la Serpiente Antigua (como se le denomina
a Satanás en otra parte de la Biblia), cayeron en su mentira, desobedecieron a
Dios y consiguieron su enemistad y alejamiento por el pecado que introdujeron
en la tierra. Pero Dios es omnisciente, no le cogió por sorpresa, sabía que
esto iba a pasar y tenía reservado a un Cordero, su propio Hijo, tal y como nos
dice 1 Pedro 1:19-20: “…fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de
Dios, que no tiene pecado ni mancha. Dios lo eligió como el rescate por ustedes
mucho antes de que comenzara el mundo, …”.
Por reconciliarse con nosotros, sus criaturas rebeldes, Dios
no escatimó a Su propio Hijo, como leemos en Romanos 8:32: “Dios no se
guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, …”.
Aunque no lo podamos comprender, esa entrega, la más grande
demostración de amor, estaba dentro del Plan preconcebido en esa Asamblea santa
(Padre, Hijo, Espíritu Santo), antes de la creación del mundo. Dios conduce
todas las cosas. Todas las cosas, como leemos, son por Él: “Y Él es antes de
todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Colosenses 1:17).
Y como también se afirma, todo es para Él. No puede ser de
otro modo: si todo lo creado es de Él, y subsiste por Él, todo tiene que ser
para Él, Dios Creador, Rey y Soberano. El plan divino se cumplió, se cumple y
se cumplirá conforme a Su tiempo y Su divino propósito. Lo maravilloso es que
dentro de ese Plan estamos nosotros, los que hemos creído que Jesús ha muerto
por nosotros, para salvarnos, para darnos la vida eterna y la reconciliación
con Él, grande en misericordia y en bondad, lento para Su justa ira, la que le
provoca el pecado y sus consecuencias.
Gracias a ese Plan, “Dios amó tanto al mundo que dio a su
único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida
eterna” (Juan 3:16), Dios puede ahora recibir nuestra adoración. De
distantes a cercanos, de contaminados a limpios, irreconciliables a
reconciliados, de extraños a hijos amados. Ese es el resultado del Plan divino.
Y aún está todo por ver. Estos hombres y mujeres reconciliados formamos la
Iglesia, la esposa de la que habla Apocalipsis, la Esposa del Cordero, Jesús,
el Salvador de los pecadores será el Rey de Israel y reinará justamente en la
tierra, de manera que todas las cosas le son sujetas hasta que Él mismo le
entregue todo a Dios como profetiza 1 Corintios 15:28: “Entonces, cuando
todas las cosas estén bajo su autoridad,
el Hijo se pondrá a sí mismo bajo la autoridad de Dios, para que Dios, quien le
dio a su Hijo la autoridad sobre todas las cosas, sea completamente supremo
sobre todas las cosas en todas partes.” Es un texto un tanto difícil de
entender, aunque tampoco tenemos que ir mucho más allá de lo que el texto
revela: el plan de Dios se va a cumplir en cada punto, al momento Jesucristo
está haciendo digamos el trabajo de la restitución de todo bajo la autoridad
que Dios Padre le ha concedido y lo que Pablo nos enseña aquí es que finalmente
el Hijo entrega el reino en sujeción perfecta al Padre, restaurando todo en su
plenitud, de manera que Dios sea todo en todos, todo el universo bajo la
sujeción a Dios. Hasta que esa parte de la futura historia se complete, el
camino a Dios es por medio de la fe en su Hijo Jesucristo, el único salvador y
mediador, y así será hasta que se completa Su misión redentora y reconciliadora.
En el Comentario Expositivo del Nuevo Testamento de Ernesto Trenchard se lee
así a propósito de este final: “La sujeción del Hijo al Padre en el estado
final de las cosas no supone que cesará de ser Mediador de toda la Creación –
obra que le corresponde, como Verbo eterno, desde el principio de las obras de
Dios- ni limita su función como Rey y Sacerdote según el orden de Melquisedec
(Hebreos 7:21-25), ni quita un ápice del triunfo del Dios-Hombre (Filipenses
2:9-11). Solo se establece la debida jerarquía según el misterio de la Trinidad
dentro de un orden en el que “Dios será todo en todos”, ya que el obstáculo del
mal se habrá quitado para siempre.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Hola! anímate a dejar tu comentario ¡Bendiciones!
Toda opinión es respetada pero comentarios que difamen el nombre de Dios serán ELIMINADOS.