empresario informático, viaja a Bolivia con sus amigos en busca de una solución a la enfermedad de su hermano relacionada con sus investigaciones sobre la antigua lengua aimara y la antigua civilización de los yatiris y curiosamente, en el desarrollo de la investigación sobre esta antigua cultura, se asocian con científicos estudiosos del tema que comentan en uno de sus diálogos: “…venía a confirmar lo que contaba por un lado, el mito de Viracocha, el dios inca, el llamado “anciano del cielo”, que había creado, en las inmediaciones de Tiwanacu, una primera humanidad que no le gustó, una raza de gigantes a los que destruyó con columnas de fuego y con un terrible diluvio…estoy absolutamente convencida de que ocurrió de verdad. Pero no porque la Biblia judeo-cristiana relate que Yahvé, descontento con la humanidad, decidiera destruirla con un diluvio (Génesis 6:5-7), que duró cuarenta días y cuarenta noches, sino porque, además, el mito de Viracocha cuenta exactamente lo mismo, y también la mitología mesopotámica, en el Poema de Gilgamesh, donde se cuenta que el dios Enlil envió un diluvio para destruir a la humanidad y que un hombre llamado Ut-Napishtim construyó un arca en la que cargó todas las semillas y las especies animales del mundo para salvarlas. También aparece mencionado en la mitología griega y en la china,… En los libros sagrados de la India, el Bhagavata Purana y el Mahabharata, se recoge el diluvio con todo detalle y se repite la historia del héroe y su barca salvadora. Los aborígenes de Australia tienen el mito del Gran Diluvio que destruyó el mundo para poder crear un nuevo orden social, y también los indios de Norteamérica cuentan una historia parecida, y los esquimales y casi todas las tribus de África.”
Los capítulos 6 al 8 de Génesis son uno de los pasajes más polémicos y discutidos de la Biblia entre los entendidos y sabios del mundo. Éstos prefieren hablar de meteoritos que chocan con la tierra, o de otro tipo de catástrofes antes de darle la razón a la Biblia, un libro que consideran una recopilación de fábulas y de historias antiguas, y a Dios del que prefieren asegurar que no existe y que si en algún momento ha existido, ha debido de morir porque no se sabe nada de Él. Cualquier investigación que los científicos no creyentes inicien, va predispuesta con estas bases y, por supuesto, a no adaptarse a lo que Dios dice en Su Palabra; mucho mejor creer las teorías sin comprobarlas o la imaginación de los artistas que pintan a nuestros ancestros con cara de mono.
Los creyentes no vamos a entrar en este tipo de debates porque creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y, en lo que respecta al diluvio universal, si tuviésemos alguna duda al leer el relato del Génesis, tenemos las palabras de Jesús en Mateo 24.- “Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. En esos días, antes del diluvio, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco. La gente no se daba cuenta de lo que iba a suceder hasta que llegó el diluvio y arrasó con todos. Así será cuando venga el Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39). Y si aún quisiésemos ahondar un poco más en esta historia, tenemos muchos libros escritos por investigadores y científicos creyentes que señalan las muchas señales que han quedado que evidencian muy claramente, el gran cataclismo que supuso para este planeta el diluvio universal anunciado en la Biblia.
Voy a repasar el relato de Génesis 6:1-22: ¿Qué estaba sucediendo cuando Dios se propone hacer un juicio de la envergadura del diluvio? Versículo 5.- “El Señor vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo.” ¿Qué había sucedido? Desde el capítulo 3 de Génesis podemos ver que el hombre había preferido escuchar el ofrecimiento de Satanás antes que obedecer a Su Creador y protector y por consiguiente, al desobedecer permitió que el pecado entrase en el mundo generando las tristes consecuencias que conocemos y que afectarían al hombre, la mujer y a la tierra en general: “Dado que hiciste caso a tu esposa y comiste del fruto del árbol del que te ordené que no comieras, la tierra es maldita por tu culpa. Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella. Te producirá espinos y cardos, aunque comerás de sus granos.” (Génesis 3:17). El pecado había entrado y comenzado su labor de desgaste, corrupción y destrucción y desde entonces, no ha parado hasta ahora, hasta el punto de que la misma creación siente su yugo y anhela ser liberada de él: “la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto;” (Romanos 8:21-22)
La maldad se fue extendiendo por la tierra, como recordó Jesús “la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos” y no entendieron ni quisieron entender nada hasta que vino el diluvio, pero, para entonces, ya era tarde y se los llevó a todos, en otras palabras, igual que hoy en día se dice “comamos y bebamos que mañana moriremos, que se trata de vivir dos días y después todo se queda aquí, terminamos en la tumba y ya no hay nada más… Es curioso que se mencione el hecho de que la gente disfrutase con casamientos… ¿qué está sucediendo hoy en día? Parece que lo del matrimonio de cualquier manera es una de las obsesiones actuales, por supuesto matrimonios entre dos personas, del sexo que sean y sin ninguna presencia de Dios en sus vidas y aquí nos encontramos con una tremenda realidad: Dios no puede estar delante del pecado sin condenarlo y eso es lo que dice Génesis 6:6.- “Entonces el Señor lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra. Se le partió el corazón.” La decepción de Dios es tan grande que, para nosotros entenderla, la Biblia la describe como que “le dolió el corazón”. Dios había creado al hombre para que le honrara, tuviese relación con él, pudiese obedecerle y servirle… le había dotado de todo lo necesario para vivir libremente, en paz y, ante todo eso, el hombre prefiere rebelarse, enorgullecerse, independizarse y conseguir que donde antes fluía la vida ahora surja la muerte.
En el relato de Génesis seis aparece Noé. Dice la Biblia que “con Dios caminó Noé”, la Biblia dice de él que era un hombre justo a los ojos de Dios y Dios, en su justicia, decide que este hombre justo no sucumba en el mismo juicio que ha decretado contra los demás, de manera que le da las instrucciones necesarias para que construya un gran barco en el que se van a salvar Noé, su familia y una representación de los animales que existían en ese momento para que, cuando el diluvio finalice y se seque la tierra, puedan repoblarla. Unas instrucciones para probar la fe, la confianza y la integridad de Noé.