sábado, 14 de noviembre de 2020

Revelación

En los artículos en la prensa a veces se menciona a Dios; en la tv apenas se menciona Su Nombre y cuando se hace es para dejar una opinión de menosprecio o indiferencia. Como diría la Biblia ¡no hay temor de Dios! Cuando leo algún artículo en el que se le mencione sufro, como cualquier creyente cristiano, ante la demostración de ignorancia o menosprecio a Su Persona y máxime cuando se le equipara al hombre: hay un dibujante de viñetas que lo menciona continuamente representándolo como un anciano de largas barbas blancas y otras veces con el típico triángulo con un ojo en el medio, el llamado Ojo de la providencia u Ojo que todo lo ve, que quiere representar la vigilancia y providencia de Dios sobre la humanidad, dentro de un triángulo equilátero que es el símbolo de la perfección.

Oí decir a un predicador que uno de los problemas de las iglesias es que los llamados cristianos conocen poco a Dios. Sin embargo es una de las experiencias más hermosas, el “ir conociendo a Dios”. En la Biblia podemos leer: “Queridos amigos, sigamos amándonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es un hijo de Dios y conoce a Dios; pero el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.” (1 Juan 4:7-10 NTV (Nueva Traducción Viviente)). Aquí se afirma que los hijos de Dios le conocen. Bueno, al menos estamos en proceso de conocerle… No será porque no tenemos información sobre Él: uno de los objetivos de la Biblia es darle a conocer, de ahí decimos que no es un Dios que esté oculto; todo lo contrario, Él se ha dado a conocer de diferentes maneras y la Biblia es una de ellas.

Pero en la calle cada vez se habla menos de Dios porque está pasado de moda, según su criterio. Puedes hacer una encuesta a la gente sobre si creen en Dios y alguno te dirá que sí, aunque no tenga muy claro porque lo dice, seguramente por tradición y porque así se lo han enseñado desde pequeñito. Satanás emplea a sus ‘peones’ en una ardua labor, lenta pero efectiva, de destrucción, de eliminación de la creencia de que Dios existe… Pero al final, como si no lo pudiesen evitar, acaban siempre mencionándolo, a veces para echarle la culpa de algo, o para clamar por Su ayuda cuando la desesperación muestra la impotencia y vulnerabilidad del ser humano.

Hace un tiempo leí en una revista la declaración de una persona importante: “Tanto si Dios existe como si no, la verdad es que le echamos mucho de menos”. ¿Qué encierra esta afirmación? Lo de siempre: si no existe desearíamos que existiera y si existe no está haciendo nada, está perdido en otros asuntos y nos ha abandonado, tal vez porque le hemos dicho que no lo necesitamos.

Como he dicho antes, la Biblia nos dice que Dios existe y que se ha revelado para que nosotros lo sepamos, y no solamente que sepamos que Él está ahí, sino que, como dicen los versículos que hemos leído en 1 Juan, que sepamos que nos ama.

¿Qué es lo que dice la Biblia entonces sobre la revelación de Dios? Vamos a repasar algunos pasajes: “Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos. Día tras día no cesan de hablar; noche tras noche lo dan a conocer. Hablan sin sonidos ni palabras; su voz jamás se oye. Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra y sus palabras, por todo el mundo.” (Salmo 19:1-4 NTV). Antes mencioné que Dios se ha revelado de diferentes maneras, una de ellas es la Creación. Como nos cuenta la historia del Génesis (y digo claramente historia, no fábulas), antes de que el hombre se apartase de Su Creador, todo era bueno, la Creación era perfecta porque aún no había entrado el pecado en el mundo. Aún hoy, cuando el pecado campa a sus anchas, podemos admirar su belleza en los grandes y en los pequeños detalles. Claro que ahora se dice que tanta belleza es fruto de la sabiduría y conocimiento de la “madre naturaleza”, una madre que precisamente fue creada por Dios. Pero el hombre y la mujer hicieron caso al Demonio antes que a Dios y prefirieron seguir por libre, deseando ser ellos mismo como Dios, tal y como les había prometido Satanás que sucedería. Pero como Satanás es mentiroso y “padre de mentira”, una vez más y usando sus engaños y estrategias, consiguió convencer a Adán y a Eva para que desobedeciesen la única prohibición que Dios les había dado y ¿qué consiguieron? Dios se apartó del hombre, entró el pecado en el mundo y con él la corrupción, la contaminación y el deterioro de todo, hasta el punto de que la misma Creación se duele y gime esperando el momento de ser liberada de esta triste situación. ¿Cuándo será eso? El día en que Dios restaure lo que el pecado ha estropeado.

Veamos otro pasaje sobre la revelación: “Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de Su Hijo.” (Hebreos 1:1-2 NTV). Dios también se ha revelado en Su Hijo. El hombre no quiere reconocer que Jesús, aquél humilde carpintero de Nazaret es el Hijo de Dios. ¿Sabes que sigue escribiendo el autor de Hebreos sobre Jesús? Lee y verás: “El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de Su Palabra.” Hebreos 1:3 NTV). Me gusta más la versión Reina Valera porque creo que alcanza más profundidad en su definición: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,”. La Biblia nos está hablando de Dios hecho hombre, que vino a este mundo por amor para, como dice el versículo 9 del pasaje que hemos leído en 1 Juan, “vivamos por Él”.

Vamos a ver un versículo en el evangelio de Juan; está hablando Jesús: “Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí! Sin embargo, ustedes se niegan a venir a mí para recibir esa vida” (Juan 5:39 NTV). Aquí descubrimos una tercera forma de revelarse Dios: a través de las Escrituras, la Biblia, la misma que el hombre desprecia de manera que ni se acerca a Ellas y cuando lo hace es para buscar errores para tener un pretexto para despreciarlas y destruirlas; sin embargo, a través de los siglos, la Biblia ha permanecido y nadie ha sido capaz de eliminarlas a pesar de los muchos intentos. Dios la ha preservado y mantenido intacta para que nos llegase y no tuviésemos ninguna excusa para decir que ¡no estábamos avisados!

Así que hemos visto tres formas que Dios ha empleado y emplea para revelarse; sólo hay que buscarlo y pronto se revelará a nosotros por el medio que sea porque hasta hoy se sigue revelando en la vida de sus hijos aunque el hombre, en su testarudez y ceguera, se resiste a admitir que esto sea así porque esto no le interesa, supondría reconocer su pequeñez, supondría reconocer que hemos sido creados por Él y reconocer lo más duro: que si esto es así, algún día tendremos que rendirle cuentas de lo que hemos hecho con la vida que nos ha regalado y esto supondrá derribar los muros que el hombre ha creado para independizarse, hacerse valer por él solo y, finalmente, reconocer su fracaso…

A través de los siglos nos llegan las palabras de Dios: “Traigan a todo el que me reconoce como su Dios, porque yo los he creado para mi gloria. Fui yo quien los formé” (Isaías 43:7). Es curioso e importante paladear esta afirmación de Dios: hemos sido hechos para conocerle y tener relación con Él. Lo que sucede que mientras tengamos pecado es imposible que la tengamos porque Dios no puede relacionarse con el pecado. Sin embargo la buena noticia es que Dios ha preparado la solución: se llama Jesús. Fíjate lo que dice: “Todos los que me aman harán lo que yo diga. Mi Padre los amará, y vendremos para vivir con cada uno de ellos. El que no me ama no me obedece.”, “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” (Juan 14:23 y 6). Y así habló Pedro en su primera predicación: “Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38 NTV). Así que repasando estas declaraciones entendemos que no solo podemos recuperar la relación con Dios sino que Él mismo y su Hijo vendrán a vivir con nosotros ¿cómo? Por medio del Espíritu Santo Dios que habitará en nuestros corazones. Y, como podemos ver, no hay otra forma: Jesús declara que Él es el único intermediario ¿Qué hay que hacer? Nos dicen las palabras de Pedro: arrepentirse y pedirle a Dios que venga a vivir en nuestro corazón, entonces sentiremos su presencia real al recibir su perdón, no solo de palabra, sino en hechos, la vida tendrá propósito y lo que es mejor, esperanza, la esperanza de que un día estaremos con Jesús donde Él esta ahora y para siempre. Amén, que así sea.

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