miércoles, 25 de noviembre de 2020

El diluvio universal

Estoy leyendo la novela “El origen perdido” de Matilde Asensi en donde su protagonista, Arnau, un
empresario informático, viaja a Bolivia con sus amigos en busca de una solución a la enfermedad de su hermano relacionada con sus investigaciones sobre la antigua lengua aimara y la antigua civilización de los yatiris y curiosamente, en el desarrollo de la investigación sobre esta antigua cultura, se asocian con científicos estudiosos del tema que comentan en uno de sus diálogos: “…venía a confirmar lo que contaba por un lado, el mito de Viracocha, el dios inca, el llamado “anciano del cielo”, que había creado, en las inmediaciones de Tiwanacu, una primera humanidad que no le gustó, una raza de gigantes a los que destruyó con columnas de fuego y con un terrible diluvio…estoy absolutamente convencida de que ocurrió de verdad. Pero no porque la Biblia judeo-cristiana relate que Yahvé, descontento con la humanidad, decidiera destruirla con un diluvio (Génesis 6:5-7), que duró cuarenta días y cuarenta noches, sino porque, además, el mito de Viracocha cuenta exactamente lo mismo, y también la mitología mesopotámica, en el Poema de Gilgamesh, donde se cuenta que el dios Enlil envió un diluvio para destruir a la humanidad y que un hombre llamado Ut-Napishtim construyó un arca en la que cargó todas las semillas y las especies animales del mundo para salvarlas. También aparece mencionado en la mitología griega y en la china,… En los libros sagrados de la India, el Bhagavata Purana y el Mahabharata, se recoge el diluvio con todo detalle y se repite la historia del héroe y su barca salvadora. Los aborígenes de Australia tienen el mito del Gran Diluvio que destruyó el mundo para poder crear un nuevo orden social, y también los indios de Norteamérica cuentan una historia parecida, y los esquimales y casi todas las tribus de África.”

Los capítulos 6 al 8 de Génesis son uno de los pasajes más polémicos y discutidos de la Biblia entre los entendidos y sabios del mundo. Éstos prefieren hablar de meteoritos que chocan con la tierra, o de otro tipo de catástrofes antes de darle la razón a la Biblia, un libro que consideran una recopilación de fábulas y de historias antiguas, y a Dios del que prefieren asegurar que no existe y que si en algún momento ha existido, ha debido de morir porque no se sabe nada de Él. Cualquier investigación que los científicos no creyentes inicien, va predispuesta con estas bases y, por supuesto, a no adaptarse a lo que Dios dice en Su Palabra; mucho mejor creer las teorías sin comprobarlas o la imaginación de los artistas que pintan a nuestros ancestros con cara de mono.

Los creyentes no vamos a entrar en este tipo de debates porque creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y, en lo que respecta al diluvio universal, si tuviésemos alguna duda al leer el relato del Génesis, tenemos las palabras de Jesús en Mateo 24.- “Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. En esos días, antes del diluvio, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco. La gente no se daba cuenta de lo que iba a suceder hasta que llegó el diluvio y arrasó con todos. Así será cuando venga el Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39). Y si aún quisiésemos ahondar un poco más en esta historia, tenemos muchos libros escritos por investigadores y científicos creyentes que señalan las muchas señales que han quedado que evidencian muy claramente, el gran cataclismo que supuso para este planeta el diluvio universal anunciado en la Biblia.

Voy a repasar el relato de Génesis 6:1-22: ¿Qué estaba sucediendo cuando Dios se propone hacer un juicio de la envergadura del diluvio? Versículo 5.- “El Señor vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo.” ¿Qué había sucedido? Desde el capítulo 3 de Génesis podemos ver que el hombre había preferido escuchar el ofrecimiento de Satanás antes que obedecer a Su Creador y protector y por consiguiente, al desobedecer permitió que el pecado entrase en el mundo generando las tristes consecuencias que conocemos y que afectarían al hombre, la mujer y a la tierra en general: “Dado que hiciste caso a tu esposa y comiste del fruto del árbol del que te ordené que no comieras, la tierra es maldita por tu culpa. Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella. Te producirá espinos y cardos, aunque comerás de sus granos.” (Génesis 3:17). El pecado había entrado y comenzado su labor de desgaste, corrupción y destrucción y desde entonces, no ha parado hasta ahora, hasta el punto de que la misma creación siente su yugo y anhela ser liberada de él: “la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto;” (Romanos 8:21-22)

La maldad se fue extendiendo por la tierra, como recordó Jesús “la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos” y no entendieron ni quisieron entender nada hasta que vino el diluvio, pero, para entonces, ya era tarde y se los llevó a todos, en otras palabras, igual que hoy en día se dice “comamos y bebamos que mañana moriremos, que se trata de vivir dos días y después todo se queda aquí, terminamos en la tumba y ya no hay nada más… Es curioso que se mencione el hecho de que la gente disfrutase con casamientos… ¿qué está sucediendo hoy en día? Parece que lo del matrimonio de cualquier manera es una de las obsesiones actuales, por supuesto matrimonios entre dos personas, del sexo que sean y sin ninguna presencia de Dios en sus vidas y aquí nos encontramos con una tremenda realidad: Dios no puede estar delante del pecado sin condenarlo y eso es lo que dice Génesis 6:6.- “Entonces el Señor lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra. Se le partió el corazón.” La decepción de Dios es tan grande que, para nosotros entenderla, la Biblia la describe como que “le dolió el corazón”. Dios había creado al hombre para que le honrara, tuviese relación con él, pudiese obedecerle y servirle… le había dotado de todo lo necesario para vivir libremente, en paz y, ante todo eso, el hombre prefiere rebelarse, enorgullecerse, independizarse y conseguir que donde antes fluía la vida ahora surja la muerte.

En el relato de Génesis seis aparece Noé. Dice la Biblia que “con Dios caminó Noé”, la Biblia dice de él que era un hombre justo a los ojos de Dios y Dios, en su justicia, decide que este hombre justo no sucumba en el mismo juicio que ha decretado contra los demás, de manera que le da las instrucciones necesarias para que construya un gran barco en el que se van a salvar Noé, su familia y una representación de los animales que existían en ese momento para que, cuando el diluvio finalice y se seque la tierra, puedan repoblarla. Unas instrucciones para probar la fe, la confianza y la integridad de Noé.

Durante 100 años Noé hizo todo exactamente como Dios le ordenó (Génesis 6:22), obedeció a Dios y, por tanto, estuvo dando buen testimonio a aquellas gentes, de lo que Dios había dicho que iba a hacer. ¿Qué soportaría Noé durante ese siglo? Burlas, desprecios, ojos llenos de soberbia… Noé no solo construía el arca que Dios le había mandado, según 2ª Pedro 2:5 “Noé advirtió al mundo del justo juicio de Dios, y por eso Dios lo protegió cuando destruyó, con un gran diluvio, el mundo de los que vivían sin Dios.” Noé anunció el juicio que iba a venir y hoy los creyentes anunciamos del juicio que va a venir, pero, “como en los días de Noé”, los hombres siguen rechazando el anuncio de que Jesucristo volverá. 2 Pedro 3:9 dice: “En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan.” El arca está preparada, hay posibilidad de salvación, Dios quiere que TODOS se arrepientan y se salven y es paciente…

Pero hay un tiempo para todo y no sabemos cuando sucederán estas cosas. Noé tampoco sabía cuándo empezaría el diluvio aunque sabía que llegaría el día porque Dios se lo había anunciado: “Entonces Dios le dijo a Noé: «He decidido destruir a todas las criaturas vivientes, porque han llenado la tierra de violencia. Así es, ¡los borraré a todos y también destruiré la tierra!; ¡Mira! Estoy a punto de cubrir la tierra con un diluvio que destruirá a todo ser vivo que respira. Todo lo que hay en la tierra morirá, 18 pero confirmaré mi pacto contigo. Así que entren en la barca tú y tu mujer, y tus hijos y sus esposas.” (Génesis 6:13, 17-18). Igualmente ahora no sabemos el día en que Jesucristo volverá a la tierra, no lo sabemos pero es seguro que volverá: “¡Así que ustedes también deben estar alerta!, porque no saben qué día vendrá su Señor.”(Mateo 24:42). “Ustedes también deben estar preparados todo el tiempo, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen.” (Mateo 24:44). Jesucristo volverá cuando menos lo imaginemos, pero además, en estos versículos nos da algunas pistas: “Ahora, aprendan una lección de la higuera. Cuando las ramas echan brotes y comienzan a salir las hojas, ustedes saben que el verano se acerca.  De la misma manera, cuando vean que suceden todas estas cosas, sabrán que su regreso está muy cerca, a las puertas.” (Mateo 24:32-33). “¿Qué cosas Señor?” podríamos preguntarle. Veamos algunas respuestas en la Biblia: “Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión. Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios. Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles.” “Por esa razón, Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas. Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras. Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro de sí el castigo que merecían. Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes. 30 Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión. Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan.” (Romanos 1:21-23, 26-32). ¡Esta es la foto del mundo de hoy! ¡Y lo ha descrito el apóstol Pablo, inspirado por Dios, hace casi 2000 años. El mundo ha llegado a un estado igual a aquel que hizo que a Dios le doliera en su corazón ¿por qué? Por el amor que nos tiene, hasta el punto de que fue el mismo Dios quién buscó una solución para nuestra situación: “Ya que están perdidos en su pecado y llenos de soberbia, ciegos en su vanidad, voy a mandar a Mi Hijo muy amado porque a él seguro que le escucharán”. ¿Y qué hicieron? ¡Lo crucificaron! ¿Y qué hicimos? ¡Lo crucificamos! Porque Él murió por cada uno de nosotros, allí, en aquel lugar de tormento pagaba la culpa por cada uno de nuestros pecados, como la única solución de salvación para nuestra situación de condenados a muerte.

La gente del tiempo de Noé estuvo 100 años viendo construir aquel arca con aquella puerta de acceso que el mismo Dios cerró: “Luego el Señor cerró la puerta detrás de ellos.” (Génesis 7:16), una puerta que significaba el paso a la salvación… pero lo único que hicieron fue burlarse, vivir la vida a tope y despreciar el evangelio de la salvación que Noé les estaba predicando.

Jesús dijo: “Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos” (Juan 10:9) ¿Veis la similitud? Cristo no quedó en aquella cruz. Cristo pagó nuestra condena, murió y resucitó, de lo cual hubo más de 500 testigos. Los judíos que le entregaron intentaron por todos los medios ocultar la resurrección de Jesús pero nunca pudieron enseñar el cuerpo muerto de nuestro Señor. Antes de que sucediese esto, Jesús había anunciado que iba a preparar un lugar para sus discípulos, para nosotros los creyentes… ¡Vaya, otra preparación! Noé preparaba el arca para afrontar el juicio divino y el juicio llegó en su momento. Jesús dijo que ha ido a preparar un lugar para nosotros ¿le vamos a creer? Solo caben dos opciones: o hacer como hicieron los habitantes del mundo en aquella época de Noé que no creyeron y vieron como la puerta de la salvación se cerraba en sus propias narices o creer que lo que Jesús ha dicho y sigue anunciando a través de sus hermanos cristianos, es cierto, creer en el Señor Jesucristo y ser salvo: “a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” (Juan 1:12). Amén.

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