viernes, 15 de noviembre de 2024

¿Cómo sabemos que Dios existe?

Hay personas que aseguran no creer en Dios pero, sin embargo, tienen dudas ¿sabes por qué? Porque en general todos sentimos a Dios en nuestro fuero interno, es más, sentimos que somos sus criaturas y que Él es el Creador. En la Biblia se asegura por medio del apóstol Pablo en su carta a los romanos, que las personas incrédulas conocieron a Dios, pero no le honraron como a Dios ni le dieron gracias: “Porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias; más bien, se hicieron vanos en sus razonamientos, y su insensato corazón fue entenebrecido.” (Romanos 1:21). También afirma que los incrédulos perversos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira”: “Ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y veneraron y rindieron culto a la creación antes que al Creador ¡quien es bendito para siempre! Amén.” (Romanos 1:25). La verdad que es capítulo de Romanos es una descripción terrible y muy realista de la situación espiritual de las personas hoy en día. Porque si leemos otra parte del capítulo afirma que “a propósito” y activamente, todas estas formas de proceder de la gente implica que rechazaron algo de la verdad en cuanto a la existencia de Dios que conocían, era algo evidente porque Dios se lo había revelado.

La Palabra de Dios (recogida en la Biblia), reconoce que también hay personas que niegan rotundamente la existencia de Dios; creo que ya lo he dicho en otras ocasiones porque es muy interesante ver que Dios, en Su Palabra, llama “necios” a estas personas: “Dijo el necio en su corazón:

“No hay Dios”. (Salmos 14 y 53). En el salmo 10 declara un poco más sobre estas personas a las que aquí llama “malas” o “impías” y “orgullosas” o “altivas”: “Porque el impío se gloría del apetito de su alma, y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR. El impío, por la altivez de su rostro, no le busca; no está Dios en ninguno de sus pensamientos.” (Salmo 10:3-4).

Estos pasajes que he seleccionado nos dejan claro que la influencia del pecado en la gente las llevan a pensar irracionalmente y en consecuencia a negar la existencia de Dios; la Biblia tiene la autoridad para hacerlo, nosotros no se lo podemos decir abiertamente porque se ofenderían y nos tratarían de intolerantes, o peor aún fundamentalistas, por eso nos recomienda “…estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia.” (1 Pedro 3:15).

Sin embargo para el creyente esta conciencia interna de Dios ( “…ha puesto eternidad en el corazón de ellos”) es cada día más fuerte, clara y real porque el propio Espíritu Santo que habita en el interior del verdadero cristiano da testimonio de que son “hijos de Dios” y es un testimonio palpable porque lo recibe nuestro propio espíritu: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:16); esta experiencia se ratifica en diferentes pasajes de la Palabra de Dios y muestran esta realidad en que aunque no hayan visto en persona al Señor Jesucristo, lo aman de verdad: “A él lo aman sin haberlo visto. En él creen y, aunque no lo vean ahora, creyendo en él se alegran con gozo inefable y glorioso,” (1 Pedro 1:8).

Además de esa ‘conciencia interna’ hay otras evidencias de la existencia de Dios que podemos comprobar, empezando, en primer lugar, en la Biblia. La Biblia da por sentado que Dios existe desde el versículo 1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1). Aquí se va al grano; la Biblia no empieza demostrando ni razonando la existencia de Dios, empieza contándonos lo que Él ha hecho para que entendamos el principio de todo, el por qué estamos aquí y cuál era el propósito divino cuando nos creó.

Otra evidencia importante de la existencia de Dios es la creación: “lo invisible de Él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:20). Si quitamos de nuestra mente los cristales del color que nos impiden ver con claridad y sin interferencias, simplemente el ver a otro ser humano, nos muestra lo compleja, meticulosa, perfecta y completa que es la Creación de Dios. No hace muchos días escuchaba a un científico alabando la perfección, complejidad y resistencia del corazón (El corazón es una maquinaria perfecta que late 100.000 veces diarias, 35 millones cada año y más de 2.500 millones de veces a lo largo de una vida promedio de unos 80 años.). Sin embargo, el hombre en su afán de eliminar a Dios asegura que esto es fruto del azar y de una evolución a través de millones de años de fallos y aciertos hasta llegar a lo que ahora podemos apreciar, como si la Naturaleza tuviera su propia sabiduría y se guiase por su intelecto inimaginable, algo que la Biblia declara que tiene Dios únicamente.

Además de las evidencias que podemos ver fácilmente en nuestro congéneres, están igualmente en el resto de la naturaleza: “jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando los corazones de ustedes de sustento y de alegría.” (Hechos 14:17); “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día, y una noche a la otra declara sabiduría.” (Salmo 19:1-2). Fíjate bien en lo que dice este texto, te está proponiendo que te fijes en el cielo, en un día brillante de primavera, o que mires al cielo de noche en una noche despejada de verano, que sientas la opresión de la maravilla y la grandeza de lo que ves, a ver si oyes la palabra de Dios dirigiéndose directamente a tu corazón y a tu conciencia, evidenciando la belleza y grandeza de un Creador poderoso y sabio que ha hecho todo lo que ves y lo sostiene en orden.

En ese orden, todo en la Biblia y todo en la Creación prueban con claridad que Dios existe y que es el Creador sabio y poderoso que la Biblia dice que es.

Dios es invisible porque la Biblia nos revela que Dios es Espíritu. Pero está claro que desde la Creación hay una evidencia visible que habla de su existencia y de su poder: lo creado: “Grandes son las obras del SEÑOR, buscadas por todos los que se complacen en ellas.”; “Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien.”; “Todas tus obras, oh SEÑOR, te alabarán; y tus fieles te bendecirán.” (Salmos 111:2; 139:14; 145:10). Además, Dios capacitó al hombre para que entendiera esa revelación como ya he mencionado antes pero no solo le niegan el reconocimiento sino también la gratitud de manera que en lugar de adorar y alabar a Dios como corresponde a criaturas suyas, creadas por Él, se ‘envolvieron’ en sus vanas teorías y razonamientos y eso los condujo a las tinieblas y a la confusión afectando a sus propios pensamientos, deseos y hechos al no estar en consonancia ni desear estarlo en la voluntad de Dios y esto produce que la ira de Dios esté sobre el hombre que le niega o lo desprecia.

Por lo expuesto, cuando creemos que Dios existe estamos basando nuestra afirmación y creencia en la abrumadora y abundante evidencia fidedigna de las palabras y las obras de Dios y esto es una característica de la verdadera fe que su confianza se basa en evidencias confiables. Son evidencias, como he dicho, que se pueden ver como pruebas válidas de la existencia de Dios, aunque muchos las rechacen pero este rechazo no quiere decir que esas evidencias no valgan, sino que los que las rechazan las están evaluando incorrectamente.

martes, 29 de octubre de 2024

Don't worry!

 Don't worry, be happy! decía la canción, ¡no te preocupes, sé feliz! Sin embargo vivimos en un tiempo en
el que se habla mucho de preocupación, de ansiedad, de temor a cosas... Se hace una encuesta que destaca lo que preocupa a las personas: la carestía de la vivienda, de los alimentos, de la vida; la política, el paro, las guerras tan amenazadoras con esos tambores de guerra nuclear o tercera guerra mundial... La preocupación es fuerte, desestabiliza, deja frustración, nos desconcierta, algunos hasta enferman de preocupación... oímos la expresión: enfermo de ansiedad, de depresión, de tristeza, de pena. Cualquier persona que experimenta algunas de estas enfermedades saben que son situaciones muy difíciles y se puede llegar a estar literalmente enfermo de preocupación.

Hay un texto en la Biblia que ya he mencionado en otras ocasiones pero que me gusta recordar cuando se habla de estos temas porque su escritor Pablo es contundente y por ende es el mismo Dios el que lo inspira. Según las diferentes versiones se utilizan distintos nombres para la preocupación, veamos: "Por nada os inquietéis, sino que sean presentadas vuestras peticiones delante de Dios mediante oración y ruego con acción de gracias." (Filipenses 4:6). "Por nada estéis afanosos..."; "Por nada estéis angustiados..."; "No se preocupen por nada...". El mismo Jesús habla sobre el no preocuparse en el evangelio de Lucas: "...No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida; y el cuerpo, más que el vestido... Porque todas estas cosas las buscan con afán las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas" (Lucas 12:22-23, 30). "Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia inquietud. Le basta a cada día su propio mal... Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:34 y 33). 

La Biblia repite esta constante para los que creen: "¡No os preocupéis!" Pero ¿no se preocupa todo el mundo? Puede, pero el verdadero cristiano, el que ha creído en Jesucristo como su Salvador, Rey y Señor, tiene que dejar de preocuparse porque el siguiente paso que Pablo señala es que en cada situación "sean presentadas vuestras peticiones delante de Dios mediante oración y ruego con acción de gracias." ¡En cada situación tenemos que orar! No hay nada lo bastante pequeño que no le podamos presentar a Dios. Sean del tamaño que sean nuestros obstáculos, todo se lo debemos presentar a Dios a través de la oración. No son necesarias oraciones largas, no es necesario esperar a estar a solas en nuestra habitación o de buscar el culto de oración en la Iglesia. Se trata de esa oración silenciosa en nuestro corazón que reconoce nuestra necesidad de apoyarnos en Su Gracia y Su Fuerza en todo, continuamente relacionándonos con la vida del Hijo de Dios que vive en nosotros. Dios nos dice en Su Palabra que nuestras oraciones pueden cambiar cosas. Insisto, no tienen que ser oraciones largas, sino breves y afectuosas, dichas en cualquier momento del día. En el trabajo, en la calle, conduciendo, en el transporte, como dice la Biblia, podemos orar sin cesar. A Dios le gusta oírnos orar durante el día. "Que sean presentadas vuestras peticiones". Y ahí van incluidas nuestros problemas e intereses, problemas e intereses que cuando surgen debemos atajarlos orando a Aquel que es capaz y competente en nosotros por medio de Su Vida que mora en nuestro interior.

"Con acción de gracias" surge de nuestro corazón sabiendo que Él va a responder de la manera que más nos conviene, aunque nosotros no entendamos a veces esa respuesta que no concuerda con la que teníamos planeada. Conociendo Su carácter por medio de la Biblia, sabemos que la respuesta será apropiada y será hecha conforme a Su Santa y Perfecta Voluntad. No se trata de pedir todo lo que queramos sino lo que necesitemos y siempre buscando Su Voluntad, como oró Jesús cuando estaba en el huerto de Getsemaní: "...hágase tu voluntad."  (Mateo 26:42). Cuando nos apoyamos en Él por medio de esa dependencia interna de fe que es la oración, podemos también dar gracias por la contestación y como consecuencia tendremos paz: Y la paz de Dios, que sobrepasa a todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4:7).

Que Dios nos enseñe a recordar que nos invita todos los días a echar nuestras ansiedades sobre Él pero haciéndolo con un corazón de continua acción de gracias.

viernes, 27 de septiembre de 2024

Todas las cosas

Por fe creo que la Biblia contiene toda la Palabra revelada de Dios y una de las revelaciones más conocida por los cristianos por el consuelo, la paz y la esperanza que nos da es la que se anuncia en el versículo 28 del capítulo 8 de Romanos: "Y sabemos que todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios, de los que son llamados conforme a su propósito."  Y resalto la frase 'todas las cosas' porque incluye todo, lo bueno y lo malo, lo agradable y lo desagradable. En contra de lo que muchos enseñan, la vida de un verdadero cristiano en este mundo no es un camino de rosas. El mismo Jesucristo dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero tened ánimo, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33). Más adelante Juan escribiría un añadido más a esta afirmación de Jesús: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:4-5). Cuando Pablo y Bernabé predicaban en Listra aseguraban que: "Es menester que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios." (Hechos 14:22). Pablo fue un ejemplo viviente de las muchas tribulaciones por las que puede pasar un verdadero cristiano mientras esté en el mundo debido especialmente a que ya no somos de este mundo sino ciudadanos del cielo.

Como hijos adoptados de Dios sabemos que nuestra vida está controlada y guiada por Dios mismo y Él nos asegura que todas las cosas que nos puedan pasar son útiles para que Dios nos haga crecer en su fe. Esto es, todas las cosas que nos pasen que consideremos buenas o malas desde nuestro corto punto de vista, desde el infinito punto de vista de Dios contribuyen al bien final y cumplen una obra: "cooperar juntas para el bien de los que aman a Dios". O sea, Dios las permite con el fin de formarnos.

Esto no deja de sorprendernos muchas veces aunque lo sepamos, especialmente cuando tenemos una enfermedad, o sufrimos un accidente, o perdemos a un ser querido, o perdemos un trabajo, etc. etc. Todas estas cosas duelen y sin embargo están bajo Su control: Él las está permitiendo y midiendo dentro de su plan y proyecto sagrado y sublime. El Dios de amor, el Dios sabio tiene un plan para cada uno de nosotros. Por eso los creyentes no creemos en las casualidades ni en el destino. Creemos en Dios quién está dirigiendo nuestros acontecimientos conforme a su sabio y perfecto plan. A veces llegamos a enterarnos de las consecuencias de algo que nos ha sucedido. Otras no lo vamos a saber hasta que estemos en Su presencia. Pablo escribió: Ahora vemos mediante espejo, borrosamente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré tan cabalmente como soy conocido." (1 Corintios 13:12). 

Por lo que aprendemos en la Biblia sabemos que Dios no hace las cosas al azar ni al buen tuntún, siempre tienen un propósito. Cuando creemos en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador el propósito de Dios es moldearnos conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Él quiere reproducir en los creyentes algunas de las perfecciones morales de Jesucristo: su mansedumbre, su piedad, su paciencia, su obediencia al Padre, de manera que como un escultor que tiene ante él un hermoso modelo, toma a los creyentes en estado bruto y mediante sucesivos retoque va quitando todo aquello que sobra de nuestra brutalidad para aproximarnos a la figura perfecta de Jesucristo. Un poco de nuestro "YO" de aquí, otro poco de nuestra voluntad por allí, bastante del orgullo o de la impaciencia, también de nuestra aspereza ¿y cómo lo hace? Por medio de todas las cosas que nos van sucediendo sean buenas o sean malas. Siempre se pone como ejemplo al tallista de los diamantes, una de las piedras más duras sino la que más. Esos 'golpes perfectos y medidos' van inspeccionándolo aunque sean golpes dolorosos, hasta que consigue sacar su máximo esplendor y belleza. Otro ejemplo muy conocido del Antiguo Testamento muestra a Dios como un alfarero: Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre las dos ruedas. Y siempre que la vasija que él hacía se echaba a perder en su mano, volvía a hacer otra vasija, según le parecía mejor hacerla." (Jeremías 18:3-4). El alfarero cuando pone un trozo de barro sobre la rueda tiene un propósito. Si yo que no sé nada de alfarería me pongo a mirar su trabajo, veré que está trabajando seriamente, profesionalmente, se le nota seguridad, sin embargo yo no veré nada nada más que movimientos de ballet hermosos, coordinados, quita por allá, pon por acá, no tendré ni idea de lo que va a salir de aquello, pero el alfarero estoy convencido de que sí.

Igualmente Dios tiene un plan perfecto y Él sabe ciertísimamente lo que está haciendo, de ahí que cuando nos pone en la rueda de nuestras circunstancias, su objetivo es hacer lo que Él en su infinita sabiduría tiene proyectado.Nosotros no lo sabemos, el que observa tampoco, pero algún día lo sabremos "entonces veremos cara a cara."

Job llegó a decir después de todas las tremendas pruebas que tuvo que sufrir: "Yo hablaba sin discernimiento; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía... De oídas te conocía; más ahora mis ojos te ven." (Job 42:3, 5).

sábado, 17 de agosto de 2024

¿Qué es el hombre?

Blaise Pascal (1623-1662), filósofo, matemático, físico, teólogo y apologista francés, escribió una
pregunta que bien podría haberla sacado del Salmo bíblico nº 62 en uno de sus muchos escritos influenciados por la Biblia en esa etapa teológica que experimentó a raíz de un trastorno depresivo y posterior experiencia religiosa que vivió cuando tenía 31 años: "¿Qué es el hombre en la naturaleza? Una nada respecto al infinito, un todo respecto a la nada, un término medio entre la nada y el todo."

El salmista llega a esta misma pregunta cuando observa la creación: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre, para que cuides de él?" (Salmo 8:3-4). Estos mismos versículos se aplican a Jesucristo en la carta a los Hebreos en el Nuevo Testamento porque Él es la única persona que de verdad consigue lo que había sido preparado para el hombre tal y como se menciona en Génesis, pero Adán y con él la raza humana, ya no cumplen esta posición de dominio desde la caída, es decir, desde el momento en que decide desobedecer a Dios, independizarse y, por consiguiente, enemistarse con Dios y, a estas alturas, dar por muerto a Dios y decidir que todo es fruto del azar y que Dios no ha sido el Creador ni tiene nada que ver con el designio, el orden y la belleza que se atisba en todo lo creado.

Pero a través de los siglos la Biblia sigue proclamando que la Creación es testimonio claro y contundente del Creador: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día, y una noche a la otra declara sabiduría. No es un lenguaje de palabras ni se escucha su voz; pero por toda la tierra salió su voz y hasta el extremo del mundo sus palabras." (Salmo 19:1-4). "Los cielos cuentan... el firmamento anuncia... un día comunica su mensaje... no se escucha su voz pero por toda la tierra salió su voz..." Una imagen vale más que mil palabras, dice el dicho y las imágenes se multiplican para declarar la evidencia.

Los investigadores no creyentes se devanan los sesos inventando teorías que traten de explicar las maravillas de la naturaleza como fruto del azar, sin un designio, sin un propósito y para eso utilizan su cerebro ¡uno de los testigos de la complejidad que se aprecia en todo lo creado! Miles de millones de células unidas por multitud de puntos de conexión crean un número inimaginable de interacciones, y esto es la base del pensamiento humano.

¿Qué es el hombre? La Biblia le devuelve la dignidad al hombre que algunos científicos ateos tratan de quitarle como sea porque la Palabra de Dios dice que el hombre y la mujer son más que un conjunto de células y el resultado de una creación compleja; el hombre y la mujer, a diferencia de los animales recibió "aliento de vida" de Dios quien los formó personalmente de manera que son, no un ser viviente solamente, sino un alma, una unidad de lo físico y lo espiritual. ¿Qué es el hombre? Es más que un conjunto de células, es un alma viva, un ser responsable, una persona que puede decir :"Existo" y que, si quiere, puede relacionarse con su Creador: Dios mismo.

Al contrario de lo que muchos aseguran, Dios no está escondido, ni lejos, ni ocupado en otras cosas; Dios se revela no solo a través de la creación, también lo hace a través de Su Palabra y de Su Hijo Jesucristo. Es en Su Palabra donde asegura que a los que reciben a Su Hijo como Salvador, Dios les da derecho de ser sus hijos (Juan 1:12) porque todo el que cree en Jesús, el Hijo de Dios, está .unido a Él. Es tan sencillo como decírselo, pedirle que te perdone, que entre en tu corazón y que sea el Señor de tu vida. Entonces entenderás qué significa ser salvo gracias a la obra preciosa y completa de Jesucristo.

sábado, 10 de agosto de 2024

La obediencia

Esta semana he leído una frase del pastor Tripp que me ha parecido muy impactante en lo que concierne a los creyentes cristianos y a los no creyentes: “Para el creyente, la obediencia no es algo doloroso, sino un motivo de gozo. Cada acto de obediencia celebra la gracia que lo alienta y capacita.”

Si tú que lees esto no eres un verdadero seguidor de Cristo, un cristiano,  encontrarás difícil entender esto porque habla de gracia: se refiere a la gracia de Dios, ese favor inmerecido que tiene con todos los que una vez hemos sido enemigos de Él y que hoy nos hemos reconciliado gracias a la Obra de Jesús en la cruz por medio de la cual somos perdonados y limpiados de nuestro pecado. La Biblia, la Palabra de Dios dice que somos salvos por Gracia, por medio de la fe, como un regalo de Dios. La Gracia nos sostiene y como dice la frase mencionada arriba nos anima y capacita para obedecer aquellas cosas que le agradan a Dios. Esas cosas suelen estar en frontal oposición con la “corriente” del mundo porque entre ellas se encuentran las instrucciones o estatutos que Dios nos da para que crezcamos espiritualmente de manera que nuestras vidas le den a Él la gloria, el único digno de recibirla. La gente no creyente, a los que la Palabra de Dios llama pecadores, precisamente porque desobedecen o no tienen ningún interés en Dios ni en sus cosas, prefieren tener sus propias reglas que atienden principalmente a sus propios intereses casi siempre egoístas e interesados. Sé que alguien puede decir que esto es muy genérico, que hay personas muy generosas, buenas y cariñosas con los demás, claro que eso es siempre desde “su” perspectiva. La Biblia dice que ante la santidad de Dios, no hay nadie bueno hasta el punto de que nuestras obras son como “trapos de inmundicia” a Su vista. Claro que los pecadores tienden a pensar que son más sabios de lo que realmente son y suelen convencerse muy fácilmente de que sus errores no son tan malos como parecen. Hay una sentencia impactante en la Biblia, en la carta de Pablo a los Romanos que ratifica lo que acabo de escribir: “Profesando ser sabios, se hicieron necios.” El hombre y la mujer que no conocen a Dios ponen a Dios a su altura y se consideran capaces de juzgarle y de opinar como si fuesen más sabios que Él; Dios, simplemente les llama necios. ¿Qué cómo se ha llegado a esto? En su alejamiento de Dios y de Su Palabra, los pecadores tienen un código moral formado por sus deseos en lugar de la ley de Dios que es sabia y perfecta. La Biblia trata de explicarnos con palabras que podamos entender lo que es inexplicable e incomprensible para nuestra capacidad: conocer a Dios. Veamos un ejemplo: “He aquí que las naciones son como una gota de agua que cae de un balde, y son estimadas como una capa de polvo sobre la balanza. Él pesa las islas como si fueran polvo menudo. El Líbano no bastaría para el fuego ni todos sus animales para un holocausto. Todas las naciones son como nada delante de él; son consideradas por él como cosa vana, y como lo que no es. ¿A qué, pues, harán semejante a Dios; o con qué imagen lo compararán?” (Isaías 40:15-18).

Ante estas verdades, los pecadores tienden a rebelarse en vez de someterse porque en su condición su orgullo y amor propio les lleva a no querer someterse a Alguien superior, Alguien que se anuncia como el Creador y Dueño de universo que como tal pone unas normas donde impera la bondad, la generosidad, la misericordia, el amor y el reconocimiento de que somo meras criaturas creadas por Dios, el que como dueño y Señor pedirá cuentas un día de lo que hemos hecho con Su creación y especialmente con Su Hijo al que envió para poder habilitar el Camino que nos lleve a la Reconciliación y a la Adoración de Su Santo Nombre.

Ante este contraste, los salvos por la gracia de Dios reconocemos que es un milagro de Su Gracia que seamos capaces y deseemos obedecerle, nosotros que en su momento hemos estado totalmente en contra de Sus estatutos, algo enteramente normal ya que el hombre natural no puede hacer las cosas que a Dios le agradan porque estas cosas solo se pueden descifrar espiritualmente. Pero el verdadero cristiano vive conforme al Espíritu porque el Espíritu de Dios vive en Él desde el momento en que acepta a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.

Dios nos ha dado la bendita capacidad de ser felices y gozarnos profundamente cuando obedecemos a Dios a pesar de que sea Alguien al que no podemos ver ni tocar pero en cambio es Alguien a quien sí podemos escuchar a través de Su Palabra registrada en la Biblia. Es en ella dónde podemos encontrar la razón de nuestro gozo al obedecer a Dios ya que la obediencia celebra la Gracia, cada momento de sumisión a Su Voluntad celebra esta realidad: “Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes, ya que no están bajo la ley sino bajo la gracia.” (Romanos 6:14).

Por tanto es una realidad en el verdadero creyente que mientras obedecemos estamos experimentando las riquezas de la Gracia de Dios hasta el punto de que damos gracias sinceramente cuando nos sometemos a Dios porque sabemos que hemos sido rescatados por la Gracia.

 

miércoles, 10 de julio de 2024

Julio

Me refiero al mes de julio porque en el noroeste de España, donde ahora me hallo, veo un cielo gris, nubes
repletas de agua deseando descargar su carga como si aquí hiciese falta y como si aún no fuese verano que lo es pero que no lo parece mientras en la otra mitad el sol hace subir los termómetros hasta los números rojos que rozan el 40. Seguramente muchos tendrán envidia de mí y no me extraña ya que puedo decirles que estoy escribiendo esto con una chaqueta y un pantalón fino pero largo puestos ¡a mediados de julio!

No me afecta mucho porque a mi edad solo voy a la playa a pasear o a acompañar a mis nietos que ellos sí desean que luzca el sol y puedan meter sus piececitos en las frías aguas norteñas, aunque ahora me dicen que el agua no está tan fría como antes pero eso no es lo que siento yo que me ducho con agua caliente todo el año para refrigerio de mis huesos.

No sé si es que todos se han hecho mayores al mismo tiempo que yo pero cada vez viene más gente para el norte en estas fechas; tiene sentido, de momento aquí no sufrimos las aglomeraciones lógicas de las zonas con más turistas, no sufrimos el calor agobiante de los treinta y muchos grados, en las playas puedes jugar a la pelota o a las palas sin molestar a nadie porque hay sitio, aquí todo es más tranquilo, más barato y más relajante para aquellos que quieran disfrutar de un tiempo eternamente primaveral; los que busquen mucho sol, calor y playa, tienen que tirar hacia el este o el sur, aquí es otra cosa.

En La Biblia encontramos muchas referencias al sol, casi siempre son simbólicas, otras señalan al Creador y otras, como en el libro del Eclesiastés (el Predicador), hablan del sol propiamente como hablamos nosotros, con la normalidad que se espera de nuestro astro: “Sale el sol, se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.” (Eclesiastés 1:5). El escritor utiliza la “normalidad” de la vida para comparar la brevedad de nuestra vida con la secuencia continua del tiempo que recorre su ciclo una y otra vez, algo alterado a veces por la contaminación o la influencia egoísta del hombre, pero nosotros tenemos una vida breve y una vez que “nos ponemos” ya no nos volvemos a levantar, no al menos hasta la resurrección final que según la Biblia experimentaremos todos, unos para una eternidad sin Dios (como han elegido) y otro para una eternidad con Dios con todo lo que eso supone de inimaginable.

En los salmos encontramos una analogía del sol con Dios: “Porque sol y escudo es Jehová Dios; gloria y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” (Salmo 84:11). El contraste es muy claro: en el mundo andamos espiritualmente en tinieblas pero si tenemos relación estrecha con Dios el es para nosotros como el sol iluminando nuestra vida, descubriendo el sentido y el propósito de Dios para cada uno dándonos un objetivo y una esperanza basadas firmemente en Su Palabra y en las promesas que Ésta contiene para los que “andan en integridad”. Este andar en integridad se refiere a andar rectamente que es la forma de andar del verdadero creyente que es guiado por el Espíritu Santo que vive en su corazón desde el primer momento que cree en Jesucristo como su Señor y Salvador. “No quitará el bien…”, esto es una promesa y al mismo tiempo una seguridad en el sentido que desde la sabiduría de Dios se nos dará todo aquello que redunde en nuestro bien y no se refiere exclusivamente a lo material que es perecedero, sino a lo espiritual que nos relaciona con Dios de una manera íntima y personal de una manera que nos enriquece la vida y le da sentido a todo lo que hacemos.

“Tenía en su mano derecha siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.” (Apocalipsis 1:16). Esta es la visión que tiene el apóstol Juan de Jesús en el lugar de poder y majestad que ya disfruta ahora y dentro de la terrible e impresionante descripción que Juan da de esta visión, me quedo con el aspecto de su rostro que era como el sol cuando brilla en todo su esplendor y al que es imposible mirar sin que te dañe la vista por su potencia y su brillo. Cada cosa descrita tiene una interpretación espiritual y simbólica pero la descripción del rostro sigue la línea de diferentes descripciones que encontramos en la Biblia: “A vosotros los que teméis mi nombre os nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación;” (Malaquías 4:2). Una vez más aquí el Sol de justicia se identifica con Cristo a quien describe como un sol creciente en representación de la Justicia con mayúsculas que traerá en su regreso.

“El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, que venía a este mundo.” (Juan 1:9). La afirmación que hace Juan de que Dios es luz y no hay ninguna tinieblas en Él hace referencia a lo que señala en Santiago 1:17 de que Dios es el padre de las luces y aquí en Juan se entiende en perfecta conexión con la revelación de Cristo.

El mismo Jesús habló de sí mismo así: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue de ningún modo andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juan 8:12). Otra vez vemos el mismo paralelo ya que el contraste entre la luz y las tinieblas nos indica que la luz es el símbolo de la salvación mientras que las tinieblas simbolizan la confusión, el caos y la condenación. Jesús en persona es “la luz del mundo” y como leíamos antes se trata de la luz verdadera, única, irrepetible, solo Él puede iluminar nuestra vida con la Luz y la Verdad que emanan de Él Mismo.