escribí sobre cómo podemos saber si Dios existe y hoy le voy a dar otra vuelta de tuerca al tema porque aunque creamos que existe está claro que nunca podremos conocerle plenamente porque cuando hablamos de Él, de lo que la Biblia nos revela de Su Persona, nuestra capacidad de comprensión es muy limitada para poder entenderlo plenamente. Los mismos escritores inspirados de la Biblia tuvieron que buscar palabras y adjetivos muy aproximados para poder darnos a conocer un poco de cómo es Dios por eso hasta los mismos teólogos llegan a la conclusión de que Dios es “incomprensible” en el sentido de lo que he escrito antes, “nunca lo podremos entender plenamente”, lo que sí podemos entender es lo que Él quiere que entendamos y es, precisamente, lo que revela de sí mismo en Su Palabra.
Veamos algunos ejemplos: “Grande es el SEÑOR y digno de suprema alabanza. Su grandeza es inescrutable.” (Salmo 145:3). De nuevo aparece la palabra “escrutar” solo que en este caso en negativo: “inescrutable”, atendiendo a la definición del diccionario: que no se puede explorar, ni examinar cuidadosamente. En otra versión dice: “su grandeza es insondable”, o sea, está más allá de lo que podemos buscar, es demasiado Grande como para poder conocerlo completamente. De ahí que al buscar Su Presencia reconociendo cómo es, lo menos que podemos hacer es reconocerlo y humillarnos entendiendo que a Su lado somos menos que nada: siempre se pone el ejemplo de la hormiga y el hormiguero, pero pienso que aún una hormiga es demasiado grande, prefiero pensar en un granito de arena diminuto perdido en la inmensidad de una duna llena de esos granitos. Así me veo ante Su grandeza y así pensaría que me ve Él, sin embargo en la Biblia dice que Dios nos ve como piedras vivas, valiosas e importantes, lo que me llena de asombro y gratitud.
Otro ejemplo: “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; su entendimiento es infinito.” (Salmo 147:5). Infinito: Que no tiene ni puede tener fin ni término. El diccionario nos pone de nuevo en la realidad porque aquí habla de Su entendimiento, pero si buscamos más definiciones de Dios en la Biblia también ésta nos revela que uno de los atributos más difíciles de entender de Dios es que es infinito: “¿Acaso podrá alguien ocultarse en escondrijos para que yo no lo vea?, dice el SEÑOR. ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?, dice el SEÑOR.” (Jeremías 23:24). Dios es infinito porque no tiene límites: no está limitado por el tiempo o por el espacio. Cuando hablamos de Él llenamos los adjetivos hasta lo supremo: es omnisciente (conoce todo), omnipotente (todo lo puede), omnipresente (está presente en todas partes). Dios es infinito y está muy por encima de todo lo creado. Dios es eterno: No tiene principio ni fin, siempre ha sido y siempre será. “la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen;” (Salmo 103:17).
En las cartas de Pablo cuando habla de este tema, llega a exclamar como sobrecogido ante lo que está descubriendo del Dios Santo: “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33). Es como si Pablo corroborase lo que estoy escribiendo desde el principio: nunca podremos entender completamente a Dios: Su grandeza, entendimiento, conocimiento, riquezas, sabiduría, juicios y caminos están mucho más allá de nuestra capacidad de entenderlos plenamente. La parte positiva de este descubrimiento es que nunca podremos saber “demasiado” de nuestro Dios de manera que nunca agotaremos esa fuente de conocimiento y descubrimiento lo que concluye en que nunca nos cansaremos de disfrutar al descubrir más y más de Él, de Su excelencia, de Su grandeza y de Sus obras.
Sin embargo la muralla no es tan alta que sea insalvable porque aunque es verdad que nunca podremos conocer exhaustivamente a Dios, si podemos conocer muchas verdades de Él porque ha querido decírnoslas a través de Su Libro: La Biblia, la Palabra de Dios revelada a los hombres. Jesús dijo que esta Palabra es verdad por lo cual es verdad decir que Dios es amor, luz, espíritu, justo, porque así se descubre por ejemplo en el Evangelio y las cartas de Juan y aún con todo, nunca podremos saber todo en profundidad sobre su amor, su justicia y cualquiera de los atributos revelados de Dios, porque aunque se nos han revelado muchas cosas de Él, no está todo revelado porque es imposible para nuestra pequeña mente asimilar todo el conocimiento de Dios en toda su plenitud.
Lo más grande e impresionante de la revelación bíblica es que a través de ella, no llegamos a conocer todos los datos en profundidad de Dios, pero sí llegamos a conocerlo a Él por medio de la relación que podemos tener con Él por medio de la Palabra, la oración y la Obra de su Hijo Jesucristo que puede restablecer esa relación que Dios anhela desde el tiempo de la Creación. Varias partes de la Biblia hablan de la posibilidad de conocer a Dios mismo: “Así ha dicho el SEÑOR: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas. Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que yo soy el SEÑOR, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice el SEÑOR.” (Jeremías 9:23-24). No tenemos capacidad de conocer a Dios en profundidad pero si tenemos la posibilidad de conocerlo y relacionarnos con Él porque Jesús ha abierto esa puerta. Él mismo lo ha dicho: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.” (Juan 17:3). Las riquezas de la vida cristiana se disfrutan en esa relación personal con Dios: hablamos con Él por medio de la oración y el nos contesta por medio de Su Palabra o por otros medios como puede ser otro cristiano, un mensaje, un libro, etc. Cuando estamos en el Culto a Él en una Iglesia le adoramos y le alabamos conscientes de que Él está ahí presente porque así lo ha prometido: “Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20). Para llegar a vivir esta relación, tenemos que conocerlo personalmente primero. La Biblia dice: “sabemos que el Hijo de Dios está presente y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.” (1 Juan 5:20); “Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin de ganar a Cristo y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo; la justicia que proviene de Dios por la fe. Anhelo conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte;” (Filipenses 3:8-10); “Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio…Les he escrito a ustedes, niñitos, porque han conocido al Padre.” (1 Juan 2:13). Esta relación personal con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo es la mayor de las bendiciones de toda la vida cristiana.
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