martes, 30 de diciembre de 2025

Influencers y atletas jóvenes fallecidos

2025 está a punto de finalizar su andadura y no quería dejarlo ir sin escribir algo sobre una noticia que
últimamente se está repitiendo mucho: la muerte repentina de jóvenes y atletas Influencers. Me ha llamado este año la atención el hecho de que se anuncian estas muertes como de pasada, como si se intentase ocultar una realidad como evitando que impacte en la sociedad, tal vez pensando en que no afecte demasiado a los jóvenes, no lo sé, pero este año se ha repetido la noticia demasiado a menudo últimamente y me da la sensación de que no se habla, o no se quiere hablar demasiado de ello.

Indagando en los titulares he visto que sí se ha escrito sobre el tema: “Los 'influencers' están de luto: las alarmantes cifras de un otoño negro.” Mónica Sánchez escritora y periodista española especializada en temas sociales y de solidaridad notó que algo estaba pasando y escribió un artículo que, de que yo sepa, solo se publicó en la revista “Hola”, que me ha llamado la atención porque destaca una realidad que no sé muy bien que esconde pero que tal vez sea una, hasta ahora, pequeña alarma, pero que no deja de ser interesante. Mónica Sánchez lo describe así: “La muerte de un joven británico en España abre el debate sobre las luces y las sombras de las redes sociales.”  Es interesante el enfoque porque se vende demasiado, entiendo yo, lo de las luces, esto es, la fama, el dinero que se gana, y, en definitiva, esa popularidad semi ficticia que asombra y deslumbra a los más jovencitos que aspiran a ser conocidos al menos en el ámbito de sus amistades por la cantidad de likes o visitas conseguidas a una información publicada en las dichosas redes sociales.

Y es que parece que la obsesión de destacar en estas redes es una especie de enfermedad contagiosa por lograr récords que sorprendan, para su envidia, a nuestros conocidos y, más tarde, a nuestros seguidores. Mónica destaca como ejemplo la muerte de Taylor Rousseau a sus 25 años, de una enfermedad que parece que tenía pero que se cuidaba muy bien de comunicársela a sus más de 1.000.000 de seguidores en TikTok y más de 200.000, que se dice pronto, en Instagram. Cifras de vértigo de personas que verían en ella un modelo de vida a seguir por lo bonito y bello de la vida que ella vendía a sus seguidores… pero, finalmente murió tan joven, como si la realidad quisiese recordar a la gente de que se vive y se muere y no hay una edad estipulada para morir, la muerte llega de la manera más inesperada, pero la gente quiere aferrarse a la frase: “Comamos y bebamos que mañana moriremos” frase que cita el apóstol Pablo de Isaías, en el sentido de una vida que cierra los ojos al hecho de que estamos aquí de paso a una eternidad que se corresponderá con lo que hayamos decidido en este tiempo a la hora de escoger: ojos cerrados a la existencia de Dios u ojos abiertos al hecho de que tendremos que dar cuentas al Creador de la Vida de lo que hemos hecho con la nuestra el tiempo que hemos estado aquí.

Taylor Rousseau murió por enfermedad pero hay otros influencers que mueren a causa de los riesgos que corren en su afán de sorprender a sus seguidores por una foto extrema conseguida, una forma de vida super arriesgada, o la búsqueda de un objetivo o un récord que sorprenda y haga subir la obsesionante cifra de seguidores. Sorprendentemente estos jóvenes están muriendo por intentar alcanzar metas de vanidad que, como escribía Salomón en su libro “el Eclesiastés” no tienen otro objetivo que el de la auto-satisfacción pasajera y momentánea de algo que no busca un éxito momentáneo y totalmente insatisfactorio. Desde la perspectiva bíblica es un engaño satánico para reírse de la vida y de su Autor que lleva a muchas personas a dejarse llevar sin un sentido eterno de la existencia que proclama Dios en Su Palabra.

Un ejemplo terrible lo tenemos en el caso de la influencer turca Kubra Aykut que con más de 1.000.000 de seguidores en TikTok se suicidaba tirándose desde un quinto piso dejando una nota digna de una película de terror: “Salté por voluntad propia. Ya no quiero vivir más.” Una explicación de alguien al que siguen más de un millón de personas, alguien que los influye y alguien que no tiene más explicación de la vida que un “ya no quiero vivir más” o tal vez: “Esto no tiene propósito, ni sentido, no hay nada más, no alcanza nada más, Dios no existe, no hay eternidad, Jesucristo ha muerto en vano.” Esto lo escribo yo, no lo ha dicho Kubra, pero es que su reacción me deja sin sangre y me apena en gran manera el comprobar con el Demonio sigue engañando a la gente como el primer día que surge n el Huerto del Edén para engañar a Eva y a Adán con las mismas palabras huecas. Kubra tenía un millón de seguidores pero realmente se encontraba sola, ni una amiga con quien hablar ni a quien confesar su soledad.

Cada vez que escucho en las noticias la muerte de un joven de estas características pienso en las consecuencias de dejarse llevar por las luces de la popularidad vana de las redes sociales. Si miras la lista, solamente en este último año, es para quedarse con la boca abierta un buen rato: Juliana Marins, 26 años, influencer brasileña que murió mientras hacía senderismo en un volcán activo en su País. Jordi Vance, 20 años, culturista e influencer que murió por deshidratación severa en marzo. Alessandro Antonicelli, 26 años, influencer de fitness italiano que falleció por un agresivo osteosarcoma (cáncer de huesos) en diciembre. Natallie Stichova, 23 años, murió al caer de una altura de 80 metros cerca de un castillo en Alemania intentando hacer un selfi que aumentara el número de seguidores.

Parece que estemos hablando de un mundo de fantasía e irrealidad, pero podemos mirar las o los que comen poco o siguen dietas imposibles o los que al contrario comen excesivamente riéndose de los posibles problemas de salud que van a acarrear y, posiblemente, provocar muertes fulminantes.

Podríamos añadir muchos más nombres de jóvenes que han fallecido en este último año o el año pasado, jóvenes muy conocidos en las redes y que de repente desaparecen por haber jugado con la vida de una manera infantil y sin sentido precisamente por no haber encontrado sentido a la vida, y, pensemos, son personas seguidas por millones de otras, como dice la Biblia, ciegos que guían a otros ciegos directamente al precipicio del Infierno prometido para aquellos que prefieren escoger vivir sin Dios y sin Jesucristo en sus vidas.

Solo en Cristo hay esperanza: Él da sentido y propósito a la vida porque nos enseña que después de este tiempo breve aquí, hay una eternidad con Él prometida a los que le buscan como el modelo perfecto para vivir siguiendo sus pisadas. Él ha prometido vida nueva a los que se lo piden. Lee la Biblia y búscalo entre tanto tengas tiempo. Como dice el viejo himno: “¡Busca a Dios!

“Busca a Dios, busca a Dios;

Entretanto tengas tiempo,

¡Busca a Dios!

Si te atreves a esperar,

Dios la puerta cerrará;

Te dirá: “Es tarde ya”,

¡Busca a Dios!

 

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