sábado, 6 de diciembre de 2025

¿Dios y hombre?

En el artículo anterior llegamos a la conclusión a la que llegaron hace más de 1500 años en Calcedonia, una antigua ciudad griega de Bitinia, hoy Turquía, hoy un distrito de Estambul ocupa lo que fue en el 451 d.C. Calcedonia o Calcedón donde se celebró un Concilio que lleva ese nombre en donde se discutió quién era en realidad Jesucristo. El Credo que allí firmaron decía así: “nuestro Señor Jesucristo es para nosotros Uno y el mismo Hijo, el Mismo Perfecto en la Divinidad, el Mismo Perfecto en la Hombría; verdaderamente Dios y verdaderamente Hombre; el Mismo de alma y cuerpo racionales; co-esencial con el Padre según la Divinidad, el mismo co-esencial con nosotros según la Hombría; como nosotros en todo, sin pecado…. Uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito; reconocido en dos naturalezas de forma inconfundible, inmutable, indivisible, inseparable; la diferencia de las naturalezas no desaparece por la unión, sino que se conservan las propiedades de cada naturaleza y (ambas) concurren en una sola persona y una sola hipóstasis; no como si estuviera dividido en dos personas, sino como si fuera el mismo Hijo y Unigénito Dios, el Verbo, el Señor, Jesucristo.” (Extracto del Credo acordado en el Concilio de Calcedonia.

Yo siempre digo que si fuese capaz de entender a Dios, no sería Dios porque nuestra mente no tiene la capacidad de entender al Creador del Universo y de todo lo visible e invisible, por eso con toda humildad debo de confesar que es muy difícil comprender como es que Jesús es un hombre igual que nosotros pero sin pecado y Dios. Los teólogos llaman a esto la relación hipostática de Cristo: “La Unión Hipostática es la doctrina central del cristianismo que explica que Jesucristo es una sola persona con dos naturalezas completas e inseparables: plenamente divina y plenamente humana, unidas sin confusión ni cambio en una única hipóstasis (sustancia).”

Como hacemos siempre, buscamos en la Biblia la respuesta a este misterio teológico y es en Ella donde encontramos claros ejemplos de que efectivamente Jesús era un hombre igual que nosotros, por ejemplo encontramos que Jesús se cansaba después de un día de mucho trasiego o de una buena caminata, tenía hambre y sed, pero además los que estuvieron con Él nos cuentan que trabajaba de carpintero con José su padre no biológico, aprendía, oraba, en fin, todo lo que un hombre podía hacer en la época en la que le tocó vivir.

¿Y que declara sobre su divinidad? La portentosa definición que de Él hace el evangelista Juan en su primer capítulo, no deja lugar a dudas: “En el principio era la Palabra (o el Verbo), y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. Ella era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho… Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1: 1-3, 14). El apóstol Pablo afirmó como escritor inspirado que “en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”, en otra versión más popular: “en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano.” (Colosenses 2:9).

¿Y que decía Jesús de estas afirmaciones? Pues tenemos un montón de afirmaciones y demostraciones por parte del mismo Jesús que corroboran lo que venimos diciendo: “Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:30), “El que me ha visto, ha visto al Padre.” (Juan 14:9), “Jesús mismo no confiaba en ellos, porque los conocía a todos y porque no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que había en el hombre.” (Juan 2:24-25), habla de su omnisciencia; a la mujer samaritana le confesó que Él era el Mesías, el Cristo profetizado: “Le dijo la mujer: —Sé que viene el Mesías —que es llamado el Cristo—. Cuando él venga, nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: —Yo soy, el que habla contigo.” (Juan 4:25-26); otra confesión similar es la que Jesús le da al sumo sacerdote cuando era interrogado antes de ser crucificado: “Otra vez el sumo sacerdote le preguntó y le dijo: —¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús le dijo: —Yo soy. Y además, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo.” (Marcos 14:61-62). Otra de las cosas que Jesús hacía y que llamaba poderosamente la atención es que no se oponía a que alguien lo adorase, cosa que solo le correspondía a Dios, hasta los ángeles rechazaban rápidamente ese gesto o igualmente el perdonar pecados: “Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.” (Mateo 9:1-2); “Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: —Hombre, tus pecados te son perdonados.” (Lucas 5:20); “Y a ella le dijo: —Tus pecados te son perdonados. Los que estaban con él a la mesa comenzaron a decir entre sí:  —¿Quién es este que hasta perdona pecados?” (Lucas 7:48-49); “—¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Él respondió y dijo: —Señor, ¿quién es para que yo crea en él? Jesús le dijo: —Lo has visto, y el que habla contigo, él es. Y dijo: —¡Creo, Señor! Y lo adoró.” (Juan 9:36-38); “Entonces Tomás respondió y le dijo: —¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: —¿Porque me has visto, has creído?” (Juan 20:28-29). Jesús podía haber rechazado esa muestras de adoración recordándoles el mandamiento de que solo al Señor tu Dios adorarás, pero al no rechazarlo demostraba que Él era quién decía ser.

Volviendo al meollo de la cuestión, podemos decir que no queda claro como pueden convivir las dos naturalezas en una misma persona. Desde el principio de la Iglesia esto fue un debate que ocupó casi los primeros cinco siglos y que condujo también a la promulgación de lo que después se consideraron herejías cristológicas a la luz de la Biblia, hasta que por fin se llegó a la definición que hemos reproducido fruto del Concilio de Calcedonia. Y como allí declararon los llamados padres de la Iglesia, a pesar de que para nuestra mente es un misterio, desde aquí respetamos y sostenemos la postura bíblica que afirma tanto su humanidad como su divinidad.

William Edward Biederwolf fue un evangelista presbiteriano estadounidense que llegó a esta conclusión: “El hombre que lea el Nuevo Testamento y no sea capaz de ver que Cristo reclama ser más que meramente un hombre, podrá mirar al cielo durante el mediodía de un día sin nubes y no verá el sol.”

Termino con una palabras de Juan el Evangelista: “Por cierto, Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos las cuales no están escritas en este libro. Pero estas cosas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.” (Juan 20:30-31).

sábado, 22 de noviembre de 2025

¿Jesús es Dios?

Dentro de la serie de preguntas clásicas y Dios, surge la pregunta que Jesús le hace a sus discípulos:
“¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13). Ellos muy bien contestaron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o uno de los profetas.” Pero Jesús quería apuntar a los suyos y saber de sus labios lo que había en su corazón. El impulsivo Pedro, no se si en el pensamiento de todos, tuvo la respuesta que el mismo Jesús aclaró era inspirada por Dios mismo en la ‘persona’ del Espíritu Santo: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!” El Cristo y el Mesías es la misma persona; el Mesías era el Salvador anunciado en el Antiguo Testamento, el salvador y rey descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo hebreo. Para el cristianismo el Mesías es el redentor enviado por Dios para salvar a la humanidad. Jesús se anunciaba como ese Mesías, el Hijo de Dios, Dios mismo. Hay un texto muy definitorio en el Evangelio de Juan que explica de esta manera quién es Jesús: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14). ¿A que se refiere con La Palabra? Hay que leer los primeros versículos de ese capítulo para saber a qué se está refiriendo: “En el principio era la Palabra (o el Verbo), y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios.” “La Palabra era Dios, o sea, que según el verso 14, Dios se hace “carne”, se hace hombre. ¿Defendió Jesús en alguna ocasión esta afirmación del evangelista Juan? Sí lo hizo pero siempre apelando a lo que de Él se había dicho ya desde el Antiguo Testamento. Concretamente uno de los títulos que más se adjudicó fue el de designarse a sí mismo en tercera persona como “el Hijo del Hombre” mencionado en el libro de Daniel: “Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre. Llegó hasta el Anciano de Días y lo presentaron delante de él.  Entonces le fue dado el dominio, la majestad y la realeza. Todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su dominio es dominio eterno que no se acabará; y su reino, uno que no será destruido.” (Daniel 7:13-14). Los judíos que por aquella época estudiaban la Biblia de que disponían, el Antiguo Testamento, entendían que el Hijo del Hombre se refería al Mesías prometido, el Hijo de Dios encarnado, al que, según el texto, se le da autoridad, majestad y realeza hasta el punto de que las naciones le sirven. Bien, pues en el Nuevo Testamento Jesús se asigna este título al menos unas 40 veces.

La forma de actuar de Jesús anunció siempre quien era: Perdonó pecados, dijo ser anterior a Abraham, habló de Dios como que era Su Padre, aceptó ser adorado como por ejemplo cuando alguno de sus discípulos reconocía su divinidad. Cuando Pedro, en el momento en que hizo aquella afirmación de “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús no lo corrigió, todo lo contrario, lo aceptó como una revelación directa del Padre celestial.

Hay dos momento en los que según los Evangelistas, Jesús afirma rotundamente ser el Mesías, ser Dios encarnado. Una es cuando está hablando con la mujer samaritana, vamos a recordar el pasaje: “Le dijo la mujer:—Sé que viene el Mesías —que es llamado el Cristo—. Cuando él venga, nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo:—Yo soy, el que habla contigo.” (Juan 4:25-26). Y otro es cuando está siendo sometido a interrogatorios antes de ser crucificado, concretamente cuando está hablando con el sumo sacerdote Caifás: “Otra vez el sumo sacerdote le preguntó y le dijo:—¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús le dijo:—Yo soy. Y además, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo.” (Marcos 14:61-62). La reacción del sumo sacerdote ante semejante afirmación fue de escandalizarse, acusó a Jesús de blasfemar y lo entregó como condenado a muerte. No solo no creían a su respuesta sino que pensaban que estaba loco. El decir que era el Mesías, el decir que era Dios: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30), fueron algunas de las razones por lo que lo mataron crucificándolo. Lo que no sabían era que estaban colaborando en el Plan divino para que Él cumpliese en sí mismo la profecía de Isaías: “el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53: 6).

viernes, 17 de octubre de 2025

IA ¿qué tal?

Hay bastante inquietud en el ambiente cristiano respecto a la IA y lo que puede influir en las personas o el mal uso que se puede dar de la Inteligencia Artificial a la hora de utilizarla.

Yo la he descubierto hace poco y ¡ni tan mal, oye! Claro que la he descubierto como una utilidad para practicar inglés con alguien que no se va a reír de mis torpezas sino que, muy educadamente, me corrige y platica conmigo como si yo dominase el idioma de Shakespeare con fluidez, todo lo contrario.

No hace mucho, un hermano de la iglesia me confesaba que la redacción de una carta que yo había considerado de una redacción impecable, la había hecho con la ayuda de la IA. Me hizo gracia la confesión a la vez que me sorprendió ver que hay aplicaciones que pueden muy bien ser útiles como lo fue en su día el móvil, Google o el ordenador personal.

Otra cosa es utilizarla de forma fraudulenta como por ejemplo para resolver exámenes, estudios, etc. utilizándola y poniendo los resultados como si los hubiera hecho uno: sencillamente eso es mentir, engañar y no es aceptable en ninguna manera en el comportamiento de un verdadero seguidor de Jesús.

Pero está surgiendo un problema más gordo: el de los jóvenes que, por ejemplo, utilizan ChatGPT como si fuese un adivino, un maestro o un guía espiritual, o sea, ChatGPT que es una de las herramientas más famosas que usa la IA, pasa de ser una herramienta a ser una puerta abierta a algo más grande y casi con personalidad propia de deidad.

El mes pasado, leí dos ejemplos de este tipo de relación en la revista Edificación Cristiana Nº 320, en un artículo que escribió Julio Martínez titulado “IA ¿La última gran religión?”:

“Sem, un hombre de 45 años con problemas de salud mental comenzó usando ChatGPT para su trabajo como programador. Poco después, afirmó que la IA había desarrollado una personalidad divina, adoptando un nombre mitológico y un estilo poético y etéreo. Él creyó que había sido el catalizador de esa transformación.”*

“Una profesora de 27 años relató cómo su pareja, tras siete años de relación, se involucró emocionalmente con un chatbot en apenas un mes. Lo que empezó como una herramienta para organizar la agenda, se convirtió en una voz dominante. "Escuchaba al bot antes que a mí", explicó a la revista Rolling Stone . "Se emocionaba con los mensajes y lloraba mientras los leía en voz alta". El bot incluso le otorgó apodos como "niño espiral" y "caminante del río", lo que alimentó su creencia de estar viviendo una transformación espiritual.”*

Para los que no lo sepan, un ‘chatbot’ es un programa informático que simula una conversación humana para responder preguntas y realizar tareas.

Entonces ahí empezamos a tener un problema: a fin de cuentas se trata de herramientas creadas por el hombre que utilizan gracias a su capacidad de ordenar y clasificar, una gran cantidad de información que el hombre ha metido, una información que puede ser muy útil como herramienta para determinadas cosas como hemos visto antes, pero que no se puede convertir en una ‘fuente de autoridad' mas fiable que un médico, un maestro o un pastor. Si tú le planteas un disparate a esa potente herramienta, lo va a reforzar; de hecho, según informa Julio Martínez, “versiones anteriores de ChatGPT fueron modificadas por mostrarse excesivamente entusiastas incluso ante ideas peligrosas y aunque cada versión mejora filtros de seguridad para evitar el suicidio, autolesiones, o propagar ideas extremistas, las posibilidades son demasiado grandes para que no se termine produciendo un fallo en los mecanismos de seguridad.”*

“Un adolescente de 14 años llamado Sewell Setzer, diagnosticado con Asperger, se obsesionó con una IA que interpretaba a Daenerys Targaryen, personaje de los libros y serie “Juego de Tronos”. En febrero de 2024, Sewell se quitó la vida. Su madre, Megan García, ha demandado a la empresa Character.ai por incitación al suicidio. Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/05/23/ciencias/jueza-en-eu-permite-demanda-contra-characterai-por-homicidio-involuntario”.*

Lo sé, puede que estemos mencionando casos de personas vulnerables a estas influencias (problemas de salud mental, Asperger, etc.), pero no quita para que salte la alarma y debamos de aumentar la vigilancia cuando se trata de familiares que tengan algún tipo de vulnerabilidad o incluso de niños, hijos o nietos, que pueden ser auto-engañados en un mundo irreal disfrazado de autenticidad logrando que la voz amable de una máquina se convierta en su líder espiritual, educacional o lo que sea.

Hay que tener cuidado también con la pornografía: “El uso de la pornografía dirigida por IA´s está entrando lentamente. Todos los servicios de charla con personalidades IA como Replika y Character no sólo incluyen relaciones románticas, sino flirteo y cuestiones más explícitas en conversaciones que no sólo incluyen texto, sino audio e incluso generan imágenes.”*

Como todos los inventos nuevos, la IA tiene muy buenas aplicaciones incluso para detectar enfermedades o investigar nuevos medicamentos, como también ofrece esas variantes de auto ayuda que en personas sensibles y fáciles de manipular, puede generar una dependencia peligrosa para la salud espiritual del individuo.

Esto lo digo en el sentido de crear nuevos dioses que suplante al Único y Verdadero Dios, a su doctrina y a su Palabra. La IA, como tantos otros adelantos, puede tener un uso diabólico y es donde debemos de tomar precauciones.

“Se multiplicarán los dolores de quienes se apresuran tras otro dios” (Salmo 16:4).

 

Bibliografía:

*Revista Edificación Cristiana, nº 320, septiembre – octubre 2025, artículo “IA ¿La última gran religión?” de Julio Martínez.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Oiréis de guerras

En marzo del 2022 hablé de la guerra de Ucrania y mencioné las palabras de Jesús: “Oirán de guerras y 
de rumores de guerras. Miren que no los turben, porque es necesario que esto acontezca; pero todavía no es el fin.”
El pasado domingo mencioné este mismo texto en una breve meditación porque no me acostumbro a estar oyendo de guerras y de rumores de guerras, especialmente ese lacerante run-run sobre la posibilidad de que se inicie una tercera Guerra Mundial que se imagina devastadora por causa de las armas nucleares.
Comenté ese domingo y en otros artículos semejantes a éste, que las guerras ha sido lo habitual en la historia de la humanidad desde el principio y, de hecho, las guerras entre naciones son una de las señales más destacadas en el tiempo final de esta dispensación que estamos viviendo y la última guerra profetizada será la de Armagedón (Apocalipsis 16).
Como he escrito al principio, Jesús dijo que todo esto es necesario que ocurra, está profetizado, pero Él añade: “Aún no es el fin”. A los creyentes en Cristo todos estos acontecimientos no nos deben de sorprender ni producir alarma. Estamos avisados por la Biblia, la Palabra de Dios, pero, al menos en mi caso, no deja de producirme sorpresa y dolor la evidencia de tanto mal en el corazón de las personas. Santiago, el autor inspirado, dice en su carta: “¿De dónde vienen las guerras y de dónde los pleitos entre ustedes? ¿No surgen de sus mismas pasiones que combaten en sus miembros? Codician y no tienen; matan y arden de envidia pero no pueden obtener. Combaten y hacen guerra… Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores y purifiquen su corazón, ustedes de doble ánimo. Aflíjanse, lamenten y lloren. Su risa se convierta en llanto, y su gozo en tristeza. Humíllense delante del Señor, y Él los exaltará.” (Santiago 4:1-2, 7-10).
Las guerras surgen de nuestras mismas pasiones, dice Dios a través de su siervo. ¿Y esto qué significa? No hace falta ser un gran analista para verlo en las personas que lideran los Países que están en guerra: tal vez la palabra que lo condense todo es ‘hedonismo’, según la RAE: “Teoría que establece el placer como fin y fundamento de la vida.” En la Biblia lo define así: “situación propia del hombre perdido”, el hombre en general sin principios, alejado de Dios, satisfaciendo su orgullo, amor propio… La Palabra de Dios afirma que la causa de donde vienen los conflictos se apoya en las concupiscencias sensuales de quienes pretendiendo alcanzar lo que no tienen o lo que piensan que se puede perder, generan contiendas. En otras palabras y analizando el corazón del hombre desde nuestra ignorancia, las pasiones íntimas y los intereses ilegítimos, ficticios o fraudulentos, generan un estado de conflicto continuo.
Lo que está claro es que los miembros controlados por la situación de pecado del mundo rebelado y de espaldas a Dios, se ponen al servicio de la maldad y de la injusticia. De ahí que cualquier persona que vea las imágenes que diariamente ponen las guerras en pantalla como si estuviésemos asomados a través de una ventana a esas barbaridades, pronuncia desde lo más profundo de su ser: ¡injusticia! Porque es una injusticia que unos pocos poderosos puedan matar, herir y destrozar pueblos enteros por no bajar un poco de su soberbia, orgullo y ambición en una reunión ante sus potenciales ‘enemigos’.
Siguiendo el texto de Santiago antes expuesto, y ante el peligro de esa arrogancia y ambición, se anima al sometimiento a Dios. Esta actitud de humildad y reconocimiento solo la puede provocar Dios en nuestros corazones. Por eso clamamos a Dios para que cambie esos corazones de piedra en corazones de carne, para que caigan las escamas que cubren los ojos de los gobernantes y vean el producto de su ceguera: sangre, dolor, muerte.
Dios quiere producir este cambio en el hombre. Dice: “Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros.” ¿Con que propósito? Con el de purificar nuestros corazones.
Cuantas más confianza se tenga en Dios así disminuye la inquietud ante tanta guerra y rumores de guerras. “Aunque ande en valle de sombra, no temeré mal alguno..." (Sl.23:4), las promesas de Dios afirman la confianza de los suyos: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso. Diré yo al SEÑOR: “¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!”. Porque Él te librará de la trampa del cazador y de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas te refugiarás; escudo y defensa es su verdad. No tendrás temor de espanto nocturno ni de flecha que vuele de día ni de peste que ande en la oscuridad ni de plaga que en pleno día destruya. Caerán a tu lado mil y diez mil a tu mano derecha pero a ti no llegará. (Sl.91:1-7). “¿Qué pues diremos a esto? Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?” (Ro.8:31). 
Jesús aseguró: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero acerca de aquel día y aquella hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino solo el Padre.”

viernes, 13 de junio de 2025

El problema del mal

Hace ya más de 7 años escribí dentro de la serie de las "Preguntas clásicas sobre la existencia y Dios" un comentario que titulé: "Si existe Dios ¿por qué permite las guerras, el hambre, el sufrimiento de los niños, etc.?" No es un tema fácil pero suele ser la pregunta que la gente te hace cuando intentas hablar de Dios o dices que crees en Dios. En su momento ya lo dije pero como sigue siendo un tema de debate que siempre está ahí, hoy vuelvo a decir que el hecho de que exista el mal parece que no concuerda con la defensa de la existencia de un Dios de amor.

Cuando hablamos de ésto siempre surgen las frases cargadas de sabiduría de los escépticos, algunos de ellos muy famosos en la época de la Ilustración allá por el siglo XVIII; por citar alguno menciono a David Hume un filósofo, historiador, economista y ensayista escocés, una de las figuras más importantes de la filosofía occidental moderna y de la Ilustración escocesa. Él habló así de Dios: "¿Quiere él prevenir el mal, pero no puede?, entonces es impotente. ¿Puede, pero no quiere?, entonces es malévolo. ¿Puede y quiere?, entonces ¿de dónde sale el mal?" No fue nada original Hume al decir ésto porque muchos siglos antes Epicuro de Samos, un famoso filósofo griego (341-270 a.C.), escribió: "O Dios quiere evitar el mal y no puede; o Dios puede y no quiere; o Dios no quiere y no puede; o Dios puede y quiere. Si Dios quiere evitar el mal y no puede, entonces es impotente y esto contraría la condición de Dios. Si Dios puede y no quiere, entonces es malo, y esto es igualmente incompatible con Dios. Si Dios no quiere y no puede, entonces es tanto malo como impotente, y por lo tanto, no es Dios. Si Dios quiere y puede... entonces ¿De dónde vienen los males? ¿Y por qué no se los lleva Él?" Cuando leo estos comentarios siempre me viene a la mente la situación que se dará cuando estas personas se enfrenten a la realidad de Dios; Jesús lo llama "el lloro y el crujir de dientes".

Pero la realidad actual es que el mal existe. Claro, esta evidencia nos recuerda que Dios ha creado todo. Por la revelación que tenemos en la Biblia, en el relato de la Creación en los primeros capítulos del Génesis, se dice continuamente que Dios dice que lo creado era bueno, hasta llega a decir "bueno en gran manera"; lo que no se dice en ningún momento que Dios hubiese creado el mal. Mirando las diferentes teorías y opiniones, resalta la que dijo el escritor, teólogo y filósofo Agustín de Hipona en su famoso libro: "La ciudad de Dios": "...el mal no es otra cosa que la ausencia del bien". Alguien lo comparó a la oscuridad: "la oscuridad es la ausencia de luz", pues aplicándolo al mal es similar: cuando a algo le falta el bien es que es malo. En la Creación Dios dice que todo era bueno y para que todo fuera bueno y perfecto, sus criaturas tenían que poder decidir, lo que se llama el "libre albedrío", porque sino Dios habría creado robots (máquinas programadas). Por lo que sabemos en el capítulo 3 del Génesis, este libre albedrío sirvió como puerta de entrada al mal.

Evidentemente la Biblia no nos da todas las respuestas; como ya he dicho muchas veces Dios es soberano, Creador y por lo tanto puede hacer las cosas como Él quiera y solo nos revelará aquello que este al alcance de nuestra capacidad mental. En la Biblia está revelado todo lo necesario para conocer a Dios hasta donde podemos entender y todo lo necesario para alcanzar la Salvación y la posibilidad de restaurar la relación perdida con Él. ¿Porque digo todo ésto de nuevo? Porque en el capítulo 2 del Génesis se nos dice que Dios plantó un huerto en Edén y en el medio de ese huerto puso "el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal", árbol del que prohibió comer de su fruto bajo pena de muerte. Esto nos hace pensar que si había un árbol del conocimiento del bien y del mal, el mal ya estaba ahí y las personas en su libertad de escoger podrían hacerlo entre lo bueno y lo malo. No es fácil razonar ésto, entramos en la mente de Dios y no podemos, como cristianos nos humillamos ante la grandeza y la soberanía de Dios y aceptamos lo que Él en su infinita sabiduría haya querido hacer. Y lo que sí podemos asegurar es que nos creó libres, con la posibilidad de elegir, aún sabiendo que íbamos a elegir mal y aún así hizo las cosas y puso ese árbol allí para probar a Adán y a Eva; desconocemos los motivos del porqué Dios permitió la entrada del mal en el mundo, aunque la explicación más sencilla y que se desprende de este relato es que la maldad entró en la Creación como consecuencia de la mala elección de Adán y Eva, pero las razones divinas las desconocemos aunque todo ésto tuvo como consecuencia que el mismo Hijo de Dios sufriera en sí mismo las consecuencias del mal.