Cuando hablamos de ésto siempre surgen las frases cargadas de sabiduría de los escépticos, algunos de ellos muy famosos en la época de la Ilustración allá por el siglo XVIII; por citar alguno menciono a David Hume un filósofo, historiador, economista y ensayista escocés, una de las figuras más importantes de la filosofía occidental moderna y de la Ilustración escocesa. Él habló así de Dios: "¿Quiere él prevenir el mal, pero no puede?, entonces es impotente. ¿Puede, pero no quiere?, entonces es malévolo. ¿Puede y quiere?, entonces ¿de dónde sale el mal?" No fue nada original Hume al decir ésto porque muchos siglos antes Epicuro de Samos, un famoso filósofo griego (341-270 a.C.), escribió: "O Dios quiere evitar el mal y no puede; o Dios puede y no quiere; o Dios no quiere y no puede; o Dios puede y quiere. Si Dios quiere evitar el mal y no puede, entonces es impotente y esto contraría la condición de Dios. Si Dios puede y no quiere, entonces es malo, y esto es igualmente incompatible con Dios. Si Dios no quiere y no puede, entonces es tanto malo como impotente, y por lo tanto, no es Dios. Si Dios quiere y puede... entonces ¿De dónde vienen los males? ¿Y por qué no se los lleva Él?" Cuando leo estos comentarios siempre me viene a la mente la situación que se dará cuando estas personas se enfrenten a la realidad de Dios; Jesús lo llama "el lloro y el crujir de dientes".
Pero la realidad actual es que el mal existe. Claro, esta evidencia nos recuerda que Dios ha creado todo. Por la revelación que tenemos en la Biblia, en el relato de la Creación en los primeros capítulos del Génesis, se dice continuamente que Dios dice que lo creado era bueno, hasta llega a decir "bueno en gran manera"; lo que no se dice en ningún momento que Dios hubiese creado el mal. Mirando las diferentes teorías y opiniones, resalta la que dijo el escritor, teólogo y filósofo Agustín de Hipona en su famoso libro: "La ciudad de Dios": "...el mal no es otra cosa que la ausencia del bien". Alguien lo comparó a la oscuridad: "la oscuridad es la ausencia de luz", pues aplicándolo al mal es similar: cuando a algo le falta el bien es que es malo. En la Creación Dios dice que todo era bueno y para que todo fuera bueno y perfecto, sus criaturas tenían que poder decidir, lo que se llama el "libre albedrío", porque sino Dios habría creado robots (máquinas programadas). Por lo que sabemos en el capítulo 3 del Génesis, este libre albedrío sirvió como puerta de entrada al mal.
Evidentemente la Biblia no nos da todas las respuestas; como ya he dicho muchas veces Dios es soberano, Creador y por lo tanto puede hacer las cosas como Él quiera y solo nos revelará aquello que este al alcance de nuestra capacidad mental. En la Biblia está revelado todo lo necesario para conocer a Dios hasta donde podemos entender y todo lo necesario para alcanzar la Salvación y la posibilidad de restaurar la relación perdida con Él. ¿Porque digo todo ésto de nuevo? Porque en el capítulo 2 del Génesis se nos dice que Dios plantó un huerto en Edén y en el medio de ese huerto puso "el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal", árbol del que prohibió comer de su fruto bajo pena de muerte. Esto nos hace pensar que si había un árbol del conocimiento del bien y del mal, el mal ya estaba ahí y las personas en su libertad de escoger podrían hacerlo entre lo bueno y lo malo. No es fácil razonar ésto, entramos en la mente de Dios y no podemos, como cristianos nos humillamos ante la grandeza y la soberanía de Dios y aceptamos lo que Él en su infinita sabiduría haya querido hacer. Y lo que sí podemos asegurar es que nos creó libres, con la posibilidad de elegir, aún sabiendo que íbamos a elegir mal y aún así hizo las cosas y puso ese árbol allí para probar a Adán y a Eva; desconocemos los motivos del porqué Dios permitió la entrada del mal en el mundo, aunque la explicación más sencilla y que se desprende de este relato es que la maldad entró en la Creación como consecuencia de la mala elección de Adán y Eva, pero las razones divinas las desconocemos aunque todo ésto tuvo como consecuencia que el mismo Hijo de Dios sufriera en sí mismo las consecuencias del mal.