lunes, 30 de enero de 2012

FE DE HABACUC

Habacuc es el nombre de uno de los libros de la Biblia en el Antiguo Testamento. Seguramente si preguntásemos en la calle, nadie sabría decirnos qué o quién es Habacuc, a menos que entre los encuestados nos encontrásemos con un estudioso de la Biblia. Aún entre los que tenemos por buena costumbre el leer o estudiar la Biblia, reconocemos cierta dificultad para encontrar sus humildes páginas en medio de los 39 libros que componen la biblioteca del Antiguo Testamento.
Sin embargo, el profeta Habacuc fue el que escribió algunas de las citas más conocidas hoy entre los creyentes, especialmente por estar incluidas en las cartas de Pablo o, más recientemente, en los cánticos que entonamos en nuestros cultos. Por ejemplo: “”El justo por la fe vivirá” (Hab.2:4). “La tierra estará llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.” (Hab.2:14).
Pero la razón principal por la cual me he acordado de este profeta, es porque estamos viviendo tiempos difíciles en los que, si solo descansamos en el ‘dios’ de este mundo, el dinero, descansamos en una base resquebrajada, inestable, que solamente se siente fuerte cuando abunda, pero que nos produce inestabilidad cuando escasea e incertidumbre cuando ponemos nuestra esperanza en él.
Habacuc escribió:
“Aunque la higuera no florezca
ni en las vides haya fruto,
aunque falle el producto del olivo
y los campos no produzcan alimento,
aunque se acaben las ovejas del redil
y no haya vacas en los establos,
con todo, yo me alegraré en Jehová
y me gozaré en el Dios de mi salvación.”
(Habacuc 3:18).
O sea, la situación que plantea Habacuc es que aunque no haya nada material sobre lo que sostenerme, cuando las “cosas” escasean, mi confianza y mi esperanza está en Dios. Escribe también el autor de los Salmos: “Cuando los fundamentos son destruidos ¿qué le queda al justo?” (Sl.11:3). Bueno, el justo es aquel que ha creído a Dios y confía en él y por tanto ha sido hecho “justo” porque ha sido justificado por la fe por medio de nuestro Señor Jesucristo; es alguien que no pone su confianza en ninguno de los débiles e ilusos dioses que nos ofrece el mundo, es alguien que exclama: “Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré” (2 Samuel 22:3).
Dios quiera que la fe de Habacuc sea una realidad en nuestra vida, de manera que podamos asegurar con firmeza: “¡Jehová, el Señor, es mi fortaleza!” (Hab.3:19).

sábado, 21 de enero de 2012

CUENTAN, ANUNCIAN, COMUNICAN, DECLARAN

Las cuatro palabras del título denotan comunicación, revelan Algo que no se oculta, Algo que es Alguien que transmite Su presencia inexcusable plasmado en lo que ha hecho, y en este caso en concreto, en lo que ha creado. Hay una línea de información que no se corta, constante, intensa, que es imposible ocultar.



Este vídeo muestra a nuestros asombrados ojos la belleza de esta creación. Las palabras magistrales e inspiradas del salmista, definen perfectamente este lenguaje:

Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría.
No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz,
Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
(Salmo 19:1-4)

John Boys escribió: “La predicación de los cielos es maravillosa en tres aspectos: 1) como predicación realizada toda la noche y todo el día, sin interrupción (vers.2); 2) como predicación en todos los lenguajes (vers.3); 3) como predicación en todas partes del mundo, y en cada parroquia de cada parte, y en cada lugar de cada parroquia (vers.4). Son pastores diligentes, que predican sin cesar; son pastores entendidos, que predican en todas las lenguas; y pastores ecuménicos, o católicos, que predican en todas las ciudades.
Éste es el primer libro de lectura de Dios, como si dijéramos, para toda clase de personas.”
Y leyendo este “libro” podemos fácilmente llegar a decir como el protagonista de la canción: “Yo creo”. Yo creo porque no solo me muestras la belleza de todo lo creado sino porque lo que veo rezuma sensibilidad, arte, designio, perfección… ¿Dónde podemos encajar en todo esto el azar del que nos hablan los incrédulos? Sencillamente, no cabe.

sábado, 14 de enero de 2012

TRANSFORMADOS

Del 8 al 15 de Enero estamos participando en la Iglesia donde me congrego,  en la Semana Unida de Oración, una semana que organiza la Alianza Evangélica Española en coordinación con las Alianzas Evangélicas de los diferentes países europeos y que este año lleva como lema “Transformados por la victoria de Cristo que reina en nosotros”.
A lo largo de todos estos días, hemos estado viendo diferentes aspectos de esta realidad: nuestra transformación lenta pero constante, diaria, a la imagen de nuestro bendito y amado Salvador Jesucristo. Cristo nos ha dejado su ejemplo para que sigamos sus pisadas (1 Pedro 2:21) y ahí estamos, con más o menos acierto, con más o menos seguridad, poniendo la vista en Él, que vamos avanzando en nuestro peregrinaje por la tierra con un mapa inefable que nos guía hacia nuestro destino y nos va marcando las pautas en cada etapa para saber cómo proceder: este Mapa con mayúsculas es la Biblia, la Palabra de Dios.

miércoles, 4 de enero de 2012

Crisis? What crisis?

En 1975 el grupo musical británico Supertramp lanzaba un disco con este título: “¿Crisis, qué crisis?” Posiblemente “crisis” sea la palabra más repetida en lo que ha sido el final del 2011 y el inicio del nuevo 2012. Nunca tanto hemos oído hablar de dinero, finanzas, bancos, políticos, todo rodeado siempre por esta palabra que se ha mezclado en nuestras vidas como si de una planta trepadora y envolvente se tratase, como si quisiese formar parte de nuestra diaria existencia, con una enfermiza obsesión por entumecer nuestros movimientos, nuestras fuerzas, nuestro optimismo para avanzar en este camino que nos ha tocado recorrer...
Pero, si últimamente lo que más se oye y se repite, especialmente en los medios informativos, es sobre la “crisis financiera”, a lo largo de estos últimos años se ha hablado de otros tipos de crisis: crisis de gobierno, crisis de valores o moral, crisis matrimonial o de pareja, crisis de autoridad, crisis de ansiedad, crisis religiosa, crisis, crisis, crisis...
¿Alguna de estas crisis afecta a tu vida?
Seguramente, aunque sea indirectamente, algunas de estas crisis nos afecta de una manera o de otra. Una crisis de gobierno afecta a la estabilidad del país y por tanto nos afecta. La crisis de valores afecta a nuestro vivir diario, a la relación con nuestros conciudadanos, a la educación de nuestros hijos... Y no digamos una crisis de pareja, o de ansiedad que afecta directamente a nuestra salud.
Parece como si todo se confabulara para complicarnos la vida. Como comentaba al principio, cuando surge una crisis, del tipo que sea, lo primero que sentimos, yo al menos así lo creo, es una falta de estabilidad, inseguridad, dudas, miedos...
Uno de los “protagonistas” de la Biblia sabía mucho sobre esto y lo dejó escrito. Hablo de David, el autor de la mayoría de los Salmos. En muchos de ellos se aprecia claramente su estado de ánimo en momentos de crisis, lo que nos habla también de la familiaridad con que nos llegan los sentimientos y las inquietudes de los escritores bíblicos, ya que sus dificultades, sus anhelos, sus pruebas, son una muestra real, vívida, tangible, de los nuestros. Un ejemplo de esto que digo lo podemos ver en el Salmo 13.

¿Hasta cuándo, oh Jehová?
¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mi?

Charles Spurgeon comenta sobre este texto: “¡Ah David!, ¡qué necias son estas palabras! ¿Puede Dios olvidar? ¿Puede el Omnisciente fallar en el recuerdo? Por encima de todo, ¿puede el corazón de Jehová olvidar a su hijo amado? ¡Ah, hermanos, echemos lejos de nosotros la idea, y escuchemos la voz de nuestro Dios del pacto, por boca del profeta: “He aquí te tengo grabado en las palmas de mis manos; tus muros están continuamente delante de mí”!

¿Hasta cuándo tendré conflicto en mi alma,
Y todo el día angustia en mi corazón?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?