sábado, 26 de enero de 2013

VIENTO


Hoy ha amanecido un día con mucho viento aunque sin frío, lo que ya es de agradecer porque cuando además de viento hace frío la sensación térmica es que la temperatura es más baja de lo que es en realidad y se sufre un poquito más.
El viento: Es curioso ver cuántas veces y en qué circunstancias se menciona este fenómeno meteorológico en la Biblia. Posiblemente el pasaje que primero se nos viene a la cabeza es aquel en el que Jesús calma la tempestad cuando están cruzando el Mar de Galilea ante el asombro de los discípulos que comentan maravillados: “¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?”
Otra historia protagonizada por Jesús y el viento es más conocida porque Jesús camina sobre el agua para acercarse a la barca en la que bogaban sus discípulos “azotada por las olas, porque el viento era contrario.” Luego se cuenta la “prueba de fe” de Pedro que intenta andar sobre el mar como Jesús y finalmente dice “Cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca le adoraron diciendo: ¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!” La divinidad de Jesús se pone en evidencia en este versículo en el que no se opone a ser adorado sabiendo que sólo a Dios se le puede adorar, tal y como los judíos sabían perfectamente.
El viento es usado a menudo para ilustrar algunas de las enseñanzas más complejas como, por ejemplo, cuando Jesús lo compara al Espíritu Santo: “El viento sopla de dónde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del Espíritu”, en el sentido de que en el llamado ‘nuevo nacimiento’ es una obra hecha según la voluntad de Dios, no es algo que nosotros podamos controlar o hacer por nuestro deseo y, en segundo lugar, es algo invisible, solo conocido entre Dios y la persona nacida de nuevo; es algo invisible pero si se pueden ver los resultados de ese nuevo nacimiento en la persona al igual que se pueden ver los resultados del efecto del viento invisible. Y como éste, el nuevo nacimiento es impredecible, es imposible saber cuándo y donde tendrá lugar. Una vez más ¡sólo Dios lo sabe!
En el capítulo 12 de Oseas se utiliza el viento como ilustración para explicar la decadencia de la tribu de Efraín: “Efraín se apacienta de viento; todo el día se va tras el solano. Continuamente aumentan la mentira y la destrucción…”, al igual que lo hace en otros pasajes para ilustrar comportamientos negativos, como las expectativas frustradas que menciona Isaías: “Concebimos; tuvimos dolores de parto, pero fue como si diéramos a luz viento…”, o los miedos a que hace referencia Job: “Los terrores se han vuelto contra mí; mi honor es perseguido como por el viento…”.
Pablo utiliza el viento para calificar a las falsas doctrinas, de ahí que esta amonestación la tengamos muy fresca en nuestra mente porque los creyentes anhelamos madurar en los caminos del Señor y no queremos vivir el cristianismo como niños fluctuantes, “sacudidos por las olas”, inmaduros en el conocimiento y, por tanto, “llevados a donde quiera por todo viento de doctrina”, generalmente doctrina mal explicada o incluso falsa. Algo parecido utiliza el profeta Isaías de nuevo cuando se encuentra orando a favor del pueblo y tiene que pedir perdón por los pecados cometidos: “Todos nosotros nos hemos marchitado como hojas, y nuestras iniquidades nos han llevado como el viento.”
Hay gente que le tiene miedo al viento basándose en lo que ya hemos mencionado: no sabemos de dónde viene ni a dónde va, por tanto, cuando surge con violencia, puede producir muchos daños y, especialmente, si vives en un piso alto, sientes un profundo respeto cuando se oye ulular con su fuerza entre las rendijas de las puertas y las ventanas. “Me apresuraría a buscar refugio del viento tempestuoso, de la tempestad”, dice el salmista y Elías, en un momento de su impresionante descripción del encuentro con Jehová, relata: “Y he aquí que Jehová pasaba. Un grande y poderoso viento destrozaba las montañas y rompía las peñas delante de Jehová, pero Jehová no estaba en el viento.” Un viento similar lo utilizó Dios cuando Jonás trató de huir a Tarsis (probablemente Tartesos en España), un viento que se calmó cuando la asustada tripulación arrojó a éste al mar “El habló y desató el viento de la tempestad, e hizo que se elevaran sus olas.” (Salmo 107:25).
No siempre Dios utiliza el viento para juzgar o probar; hay también situaciones en las que es utilizado para bendecir: servir comida, en este caso codornices servidas por el viento a un pueblo hastiado del maná y deseoso de carne (Números 11) o para eliminar la molesta plaga de las langostas en Éxodo 10. Es en ese mismo libro donde se menciona el milagro del Mar Rojo dividido por un fuerte viento del oeste para que Israel pudiese cruzarlo en seco. Y para situaciones de sequía como la que se menciona en 1 Reyes 18, fue el viento el encargado de traer la lluvia después de que Elías hubiese orado al Señor.
“El hombre, como la hierba son sus días: Florece como la flor del campo que cuando pasa el viento, perece; y su lugar no la vuelve a conocer” (Salmo 103:15-16).

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