jueves, 4 de julio de 2013

¿Un Amigo Imaginario?

A veces se nos trata a los creyentes como a persona ingenuas por creer en la existencia de
arte, belleza, sensibilidad, creados a imagen de Dios
Dios; a veces se no compara con esos niños que como fruto de su fantasía, se inventan un amigo imaginario con el que juegan, hablan…

La Biblia dedica muchos textos para explicar las evidencias de la existencia de Dios, pero también nos revela la reacción divina ante la incredulidad humana, por ejemplo cuando dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad(Romanos 1:18).
Partiendo de la base de que Dios es un Dios de Verdad porque la Verdad forma parte de su esencia (“Dios de verdad y sin ninguna iniquidad en él” (Deuteronomio 32:4)), algo que reafirmó Jesús cuando dijo: “Yo soy la verdad”, es duro ver que hay hombres que dedican sus esfuerzos en detener esta Verdad mientras que no se inmutan ante el avance del poder de la mentira en el mundo.
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20). La misma creación habla de diseño, orden, denota sabiduría, son evidencias visibles que el hombre trata de encubrir con una espesa niebla de argumentos humanos interesados en ocultar Su presencia. Claro, tienen un problema: si Dios lo ha manifestado ¿cómo ocultarlo? Pues utilizando todas las artimañas posibles de las cuales se vale con gran destreza el príncipe de este mundo, el padre de mentira, Satanás, que en un esfuerzo titánico y concienzudo, riza el rizo consiguiendo poner en duda su propia existencia, de manera que puede aún trabajar en las mentes y en las conciencias de las personas como si ellas mismas fueran las inventoras de sus argumentos. “Cuando habla mentira de suyo hable; porque es mentiroso, y padre de mentira” dijo Jesús que lo conoce bien.

La misma conciencia humana denuncia la existencia de una Ley escrita en nuestros corazones que nos indica claramente lo que está bien y lo que está mal ¿De dónde saldría sino esta lógica para distinguir lo correcto de lo que no lo es si Alguien infinitamente superior y sabio no lo hubiese estipulado desde el principio de manera que nuestras propias conciencias nos acusan o defienden nuestros propios razonamientos?
Nuestra propia creatividad… ¿Qué decir de la música que componemos, de la belleza impresa en la poesía, de la sensibilidad y grandeza de los maestros pintores, de los que esculpen la piedra y reproducen auténticas maravillas…? ¿Cómo explicar esta explosión de belleza, de plástica, de armonía? ¿No será que estamos reflejando atributos del propio Creador? ¿Ha desarrollado el hombre esta maravilla evolucionando desde cero o será que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y de ahí su capacidad?
Fijémonos como habla la Biblia de algunos artistas: “Besaleel… lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce…”, “Aholiab… y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor e inventen todo diseño” (Éxodo 35:30-35).
Cuando leo como el Espíritu de Dios llenó a estos hombres en sabiduría, inteligencia, ciencia y en todo arte, recuerdo que lo primero que noto ante una buena obra de arte es la evidencia de la existencia de Dios. No hace mucho tiempo, visitando una exposición del pintor Sorolla en el Prado en Madrid, me quedé como hipnotizado por uno de sus cuadros, no podía seguir viendo los siguientes cuadros de la exposición, sentí una emoción que me embargaba porque me había “enganchado” la sencillez y la belleza de aquel cuadro. Y lo pensé: ¿Cómo el hombre ha podido desarrollar una sensibilidad tan especial simplemente evolucionando? Es evidente que el haber sido creados a imagen de Su Creador se denota en sus obras artísticas y en otras sin ser dentro del arte que hablan de un genio y una sabiduría superior.

La epístola a los Hebreos en su introducción, hace un repaso sobre las diferentes maneras en que Dios se nos ha dado a conocer: Primero, hablando. Dios es un Dios de comunicación y quiso revelarse desde el principio hablando a los hombres. Me gusta esa descripción que se hace en Génesis 3 cuando dice que Adán y Eva oyeron la voz de Jehová que se paseaba por el jardín en la brisa del día… Esa era la comunión perfecta que Dios había pensado, que el hombre pudiese tener conversaciones naturales con Dios, conversaciones jugosas para aprender sabiduría y conocer más a nuestro Padre, sin obstáculos, sin interferencias, de tú a tú… ¡Qué maravilla! “Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas” (Hebreos 1:1). Solo el Antiguo Testamento desde el libro más antiguo, probablemente Job, hasta el último Malaquías, fue escrito en un arduo trabajo conjunto del Espíritu Santo y los profetas durante siglos, revelando las palabras que Dios les decía (“para que recordéis las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas…” (2ª Pedro 3:2)), de manera que cada uno de los textos proféticos es Palabra inspirada por Dios y contienen toda la autoridad de la voz de Dios de la voz de Dios hablando en ellos.
“En estos últimos días, sigue diciendo Hebreos 1, nos ha hablado por el Hijo. Cristo revela cómo es Dios en forma humana. Dios ha estado enviando mensajes a través de mensajeros a los que se ha despreciado, perseguido e incluso matado. Eran mensajeros con Su mensaje enviados a un “campo enemigo” que nunca quiso confraternizar con Él, de manera que se presenta Él mismo en persona, en forma humana, en la segunda persona de la Trinidad, el Hijo: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Es la máxima revelación, es la evidencia definitiva de la existencia de Dios. Jesús hace visible a nuestros ojos al Invisible. Juan de la Cruz, un religioso y poeta místico del renacimiento español, escribió sobre Hebreos 1 en su obra ‘Subida del Monte Carmelo’: “En lo cual (Hebreos 1:1) da a entender el apóstol que Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos al Todo que es su Hijo. Por lo cual el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no solo haría una necedad, sino hará agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera diciendo: ‘Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte, y si pones en Él los ojos, lo hallarás en todo; porque Él es toda mi locución y respuesta, y es toda mi visión y toda mi revelación’.”

La última evidencia que tenemos los creyentes de la existencia de Dios es la comunión y la participación del Espíritu Santo en nuestro corazón. Josh McDowell escribe en su libro ‘Evidencia que exige un veredicto’:
“Las declaraciones de gran número de personas que confiesan a Cristo son asombrosamente similares, a pesar de las diferencias de lugar, tiempo, medio ambiente o formación cultural. Ellos confirman que Cristo satisface las más profundas necesidades mentales y espirituales de todos los intelectos, edades, razas y nacionalidades. Las siguientes citas apoyan estos puntos.

Bernard Ramm: “Nosotros los cristianos sentimos que hemos tenido las mismas experiencias esenciales… No solamente decimos cosas similares, sino que nos sentimos del mismo modo respecto de ellas, y las valorizamos de la misma manera. Es el espíritu el que da testimonio al espíritu. La razón que está debajo de todo es que hemos sido salvados por el mismo Dios, mediante el mismo Salvador, y por el mismo Evangelio.”

E. Y. Mullins: “Yo tengo, al menos para mí, evidencia irrefutable de la existencia objetiva de la Persona que me mueve de este modo. Cuando yo añado a esta experiencia personal la de las decenas de miles de cristianos vivientes, y una línea ininterrumpida de ellos que se remonta hasta Cristo, y cuando encuentro en el Nuevo Testamento un registro múltiple de experiencias semejantes, junto con un relato claro del origen y causa de todos ellos, mi certidumbre llega a los límites de lo absoluto. Una de las tareas más urgentes que descansa sobre la moderna cristiandad es declarar con claridad y vigor las cosas ciertísimas de la experiencia cristiana.”

Gordon Allport: El cristianismo “… lo tiene todo. Para la mente teórica, él puede acomodar todo lo que la ciencia puede descubrir y aun desafía a la ciencia a cavar cada vez más profundamente. Para la mente social, contiene todas las carreteras que conducen a las relaciones sociales exitosas y justas, aun hasta la solución a los problemas de la guerra. Para la mente estética, le da una concepción absolutamente satisfactoria de la armonía y de la belleza. Para las mentes económicas y políticas, les da un significado a la producción y al poder, y una guía de conducta.
Sus metas e ideales están siempre más allá de lo que cualquier ser humano puede lograr plenamente. El cristianismo nunca puede hartar, pues aun para los más santificados, la perfección cristiana es una meta que está delante de ellos. Los objetivos cristianos son demasiado altos como para hacer posible un logro completo. Habiendo experimentado una vez la bendición de la certidumbre, aunque sea por un momento, uno jamás estará satisfecho, sino que será impulsado a buscar ganar de nuevo esta experiencia y extenderla durante toda su vida.”

En el análisis final, se ve claro que es el contenido de la fe cristiana lo que la hace única. Robert O. Ferm concluye: “Es por esta razón que debe insistirse en que es necesario estudiar el fenómeno completo de la conversión, no desde el punto de vista del psicólogo, sino desde el del estudiante de las Escrituras, pues el psicólogo como tal, no tiene medios por los cuales juzgar su genuinidad. Debe, por consiguiente, convertirse en un estudiante de las Escrituras, y plenamente informado en ellas, y renacido por el Espíritu de Dios, estará equipado para estudiar el fenómeno tal como se aplica a los evangélicos.””

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