Ayer estuve viendo la película “El último tren a Auschwitz”
y, como siempre que veo algo
relacionado con las grandes masacres que ha habido
en la historia del mundo, quedé conmocionado. Como se puede comprender, el
argumento de esta película está relacionado con los trenes de mercancías que
llevaron a miles de judíos a los campos de concentración nazis con el objetivo
de diezmarlos y hacer desaparecer esa raza del planeta…
Lo que me sorprende es la asombrosa facilidad con la que el
hombre se convierte en un depredador contra sí mismo sin reparar en detalles…
Se transforma en una bestia ausente de compasión, humanidad, sensibilidad…
Mi pobre e insignificante mente se rebela y, partiendo de
esas imágenes, empieza a volar hacia otras dimensiones lejanas, hacia esas
preguntas sin respuesta… Es verdad que Dios nos ha dado algunas respuestas: las
consecuencias del pecado, los resultados de la corrupción pecaminosa del alma
humana, pero…
No puedo entrar en lo que Dios no nos ha querido revelar, “las
cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios” (Deut.29:29), pero es verdad
que, dentro de nuestra mente finita podemos llegar a idear preguntas de las que
tengo miedo por si pueden entrar en el terreno de la blasfemia…
Pero veamos que nos revela el Señor sobre esto y no nos
dejemos llevar por las especulaciones que nos van a llevar a las dudas y a
campos en los que no tenemos capacidad para discernir.
¿Dónde se origina todo lo relacionado con el mal? Nosotros
solo tenemos noticia de lo que nos dicen algunos pasajes que nos ponen en la
pista, por ejemplo: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo
peca desde el principio.” (1 Jn.3:8). En el Apocalipsis 12:9 encontramos otro
“título” que se le da al diablo: “la serpiente antigua, que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña al mundo entero”.
¿Por qué llegó el diablo a esta situación? ¿Lo creó Dios
así? Es en el libro de Ezequiel donde encontramos respuestas a estas difíciles
preguntas: "Tú eras el sello de
la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura... toda piedra
preciosa era tu vestidura... los primores de tus tamboriles y flautas
estuvieron preparados para ti en el día de tu creación... Perfecto eras en
todos tus caminos desde el día que fuiste
creado, hasta que se halló en ti maldad" (Ezequiel 28:12-15). Como nos
podíamos imaginar, es un ángel creado por Dios, perfecto, sabio, hermoso… "hasta
que se halló en ti maldad". ¿Cómo surge esta maldad? Esta es una de las preguntas
difíciles. Veamos que más encontramos: “A causa de la multitud de tus
contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del
monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín
protector.” (Eze.28:16). Un querubín protector, un ángel con una
responsabilidad específica, posiblemente con mucha autoridad. Pero surge “algo”
que provoca en él un cambio, iniquidad, pecado… Delante de Dios no puede
habitar el pecado porque él es Santo y aquel ángel fue expulsado. ¿Qué fue ese
“algo”? “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu
sabiduría a causa de tu esplendor” (Eze.28:17) ¿Qué pasaría para que sucediera
esto? No lo sabemos. La Biblia nos cuenta los cambios que experimentó aquel
hermoso querubín, pero no nos es revelado el origen profundo de aquella maldad
en un ser creado por Dios. Aquí tenemos que irnos a otro pasaje que habla sobre
esto, concretamente en Isaías 14: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido
de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la
mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.” Esto nos
lleva a la declaración de Jesús al respecto: “Yo veía a Satanás caer del cielo
como un rayo.” (Mt.11:18) Jesús-Dios parece como que recordase la escena con
tristeza… ¿Qué pasaría en aquel momento de la historia? Será una de las
respuestas que buscaremos anhelantemente cuando estemos con Él.
Según nos sigue contando Isaías, pasaron muchas cosas por la
mente de Satanás: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio
me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y
seré semejante al Altísimo.” Este “seré semejante al Altísimo” es la prueba
definitiva de la inmensidad del pecado, una declaración que nos recuerda la
tentación en el Edén (“seréis como Dios”) y que parece ser siempre la máxima
aspiración de Satanás, aunque Él sabe que es una aspiración inalcanzable.
¿Cómo pudieron entrar esas ideas en la mente de ese ángel? ¿Qué fue lo que le hizo llegar a pensar que podría llegar a algún puerto su rebelión? ¿Acaso no conocía a Dios? “Hasta que se halló en ti maldad”. Maldad. ¿De dónde salió esta maldad si todo lo que hay ha sido creado por Dios? Esta es la pregunta que me hace temblar porque de Dios no puede surgir nada malo, entonces, ¿Qué nos falta por entender?
Por lo que descubro en los versículos siguientes, en ese
momento clave de la historia de la Eternidad, pasó algo que escapa a lo
revelado y, por tanto, a nuestro entendimiento: “Mas tú derribado eres hasta el
Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te
contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que
trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus
ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las
naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado
eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a
espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No
serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra,
mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los
malignos. Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres; no
se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo.
Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de
Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová. Y la convertiré
en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la barreré con escobas de
destrucción, dice Jehová de los ejércitos.”
Evidentemente por lo que podemos deducir, en el Cielo hubo
un gran enfrentamiento que desencadenó las consecuencias de rebelarse contra
Dios y querer ser como Él. Satanás siempre quiso ocupar el trono de Dios para
ser adorado y aún hoy su máximo deseo es que nosotros le adoremos en lugar de
al único al que hay que adorar: Dios. “Y adoraron al dragón que había dado
autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia,
y quién podrá luchar contra ella?” “Y la adoraron todos los moradores de la
tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que
fue inmolado desde el principio del mundo.” (Ap.13:4, 8). Esta declaración de
lo que pasará en la Tierra según la profecía de Apocalipsis pone los pelos de
punta porque habrá un tiempo y un momento en que conseguirá que muchos le
adoren, aunque su destino en el lago de fuego es algo que no podrá evitar,
según la Escritura: "Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de
fuego y azufre" (Apocalipsis 20:10).
Pero estas cosas están por suceder; lo que ha sucedido es lo
que dio pie a mis preguntas al inicio de esta meditación, aunque algunas cosas
estén todavía ocultas. Lo que entiendo es que cuando Dios creó a Lucifer
(Lucero) era un ángel perfecto y sin pecado; Lucifer se transformó él mismo en
un diablo. Uno de los principios que Dios ejerce en su creación es la libertad
que da a sus criaturas, no crea robots, crea personas con libertad de escoger,
de razonar, de optar por una cosa o por otra. No podemos entrar en la mente
infinita de Dios porque entendemos que cuando Él lo creó sabía que pecaría y
que desencadenaría todas las atrocidades que han pasado y pasan en el mundo. No
podemos. Pero es evidente que si Dios se hubiese negado a crearlo, estaría
contradiciendo su principio de libre albedrío. Con Adán y Eva sucedió igual,
podían escoger y escogieron seguir al tentador. El don glorioso y crucial de la
libertad sólo podría provenir de un Dios justo y amante.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Is.55:8) El pecado ha sido vencido
en la cruz del Calvario. En el tiempo que nos ha tocado vivir tenemos la opción
de seguir y obedecer a Dios o al Príncipe de este mundo, el Diablo. Está
profetizado que el Diablo, sus seguidores y el pecado serán eliminados;
entonces se acabará ese problema por causa del cual tuvo que morir Jesús; el
murió y resucitó, por tanto venció. Cuando estemos con Él, tendremos las
respuestas a las preguntas que ahora no las encuentran. Mientras tanto,
inclinémonos con reverencia en adoración, con humildad, ante Dios, Santo,
Creador, Omnipotente, Amor y démosle gracias por lo que nos ha revelado, porque
es la puerta a la inmensidad de Su Sabiduría Eterna.
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