martes, 8 de julio de 2014

Preguntas sin respuesta

Ayer estuve viendo la película “El último tren a Auschwitz” y, como siempre que veo algo
el mayor depredador del hombre es el hombre mismo
relacionado con las grandes masacres que ha habido en la historia del mundo, quedé conmocionado. Como se puede comprender, el argumento de esta película está relacionado con los trenes de mercancías que llevaron a miles de judíos a los campos de concentración nazis con el objetivo de diezmarlos y hacer desaparecer esa raza del planeta…
Lo que me sorprende es la asombrosa facilidad con la que el hombre se convierte en un depredador contra sí mismo sin reparar en detalles… Se transforma en una bestia ausente de compasión, humanidad, sensibilidad…
Mi pobre e insignificante mente se rebela y, partiendo de esas imágenes, empieza a volar hacia otras dimensiones lejanas, hacia esas preguntas sin respuesta… Es verdad que Dios nos ha dado algunas respuestas: las consecuencias del pecado, los resultados de la corrupción pecaminosa del alma humana, pero…
No puedo entrar en lo que Dios no nos ha querido revelar, “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios” (Deut.29:29), pero es verdad que, dentro de nuestra mente finita podemos llegar a idear preguntas de las que tengo miedo por si pueden entrar en el terreno de la blasfemia…
Pero veamos que nos revela el Señor sobre esto y no nos dejemos llevar por las especulaciones que nos van a llevar a las dudas y a campos en los que no tenemos capacidad para discernir.
¿Dónde se origina todo lo relacionado con el mal? Nosotros solo tenemos noticia de lo que nos dicen algunos pasajes que nos ponen en la pista, por ejemplo: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio.” (1 Jn.3:8). En el Apocalipsis 12:9 encontramos otro “título” que se le da al diablo: “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero”.
¿Por qué llegó el diablo a esta situación? ¿Lo creó Dios así? Es en el libro de Ezequiel donde encontramos respuestas a estas difíciles preguntas: "Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura... toda piedra preciosa era tu vestidura... los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación... Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad" (Ezequiel 28:12-15). Como nos podíamos imaginar, es un ángel creado por Dios, perfecto, sabio, hermoso… "hasta que se halló en ti maldad". ¿Cómo surge esta maldad? Esta es una de las preguntas difíciles. Veamos que más encontramos: “A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.” (Eze.28:16). Un querubín protector, un ángel con una responsabilidad específica, posiblemente con mucha autoridad. Pero surge “algo” que provoca en él un cambio, iniquidad, pecado… Delante de Dios no puede habitar el pecado porque él es Santo y aquel ángel fue expulsado. ¿Qué fue ese “algo”? “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor” (Eze.28:17) ¿Qué pasaría para que sucediera esto? No lo sabemos. La Biblia nos cuenta los cambios que experimentó aquel hermoso querubín, pero no nos es revelado el origen profundo de aquella maldad en un ser creado por Dios. Aquí tenemos que irnos a otro pasaje que habla sobre esto, concretamente en Isaías 14: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.  ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.” Esto nos lleva a la declaración de Jesús al respecto: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” (Mt.11:18) Jesús-Dios parece como que recordase la escena con tristeza… ¿Qué pasaría en aquel momento de la historia? Será una de las respuestas que buscaremos anhelantemente cuando estemos con Él.
Según nos sigue contando Isaías, pasaron muchas cosas por la mente de Satanás: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” Este “seré semejante al Altísimo” es la prueba definitiva de la inmensidad del pecado, una declaración que nos recuerda la tentación en el Edén (“seréis como Dios”) y que parece ser siempre la máxima aspiración de Satanás, aunque Él sabe que es una aspiración inalcanzable.

¿Cómo pudieron entrar esas ideas en la mente de ese ángel? ¿Qué fue lo que le hizo llegar a pensar que podría llegar a algún puerto su rebelión? ¿Acaso no conocía a Dios? “Hasta que se halló en ti maldad”. Maldad. ¿De dónde salió esta maldad si todo lo que hay ha sido creado por Dios? Esta es la pregunta que me hace temblar porque de Dios no puede surgir nada malo, entonces, ¿Qué nos falta por entender?
Por lo que descubro en los versículos siguientes, en ese momento clave de la historia de la Eternidad, pasó algo que escapa a lo revelado y, por tanto, a nuestro entendimiento: “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos. Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres; no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo. Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová. Y la convertiré en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos.”
Evidentemente por lo que podemos deducir, en el Cielo hubo un gran enfrentamiento que desencadenó las consecuencias de rebelarse contra Dios y querer ser como Él. Satanás siempre quiso ocupar el trono de Dios para ser adorado y aún hoy su máximo deseo es que nosotros le adoremos en lugar de al único al que hay que adorar: Dios. “Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.” (Ap.13:4, 8). Esta declaración de lo que pasará en la Tierra según la profecía de Apocalipsis pone los pelos de punta porque habrá un tiempo y un momento en que conseguirá que muchos le adoren, aunque su destino en el lago de fuego es algo que no podrá evitar, según la Escritura: "Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre" (Apocalipsis 20:10).
Pero estas cosas están por suceder; lo que ha sucedido es lo que dio pie a mis preguntas al inicio de esta meditación, aunque algunas cosas estén todavía ocultas. Lo que entiendo es que cuando Dios creó a Lucifer (Lucero) era un ángel perfecto y sin pecado; Lucifer se transformó él mismo en un diablo. Uno de los principios que Dios ejerce en su creación es la libertad que da a sus criaturas, no crea robots, crea personas con libertad de escoger, de razonar, de optar por una cosa o por otra. No podemos entrar en la mente infinita de Dios porque entendemos que cuando Él lo creó sabía que pecaría y que desencadenaría todas las atrocidades que han pasado y pasan en el mundo. No podemos. Pero es evidente que si Dios se hubiese negado a crearlo, estaría contradiciendo su principio de libre albedrío. Con Adán y Eva sucedió igual, podían escoger y escogieron seguir al tentador. El don glorioso y crucial de la libertad sólo podría provenir de un Dios justo y amante.

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Is.55:8) El pecado ha sido vencido en la cruz del Calvario. En el tiempo que nos ha tocado vivir tenemos la opción de seguir y obedecer a Dios o al Príncipe de este mundo, el Diablo. Está profetizado que el Diablo, sus seguidores y el pecado serán eliminados; entonces se acabará ese problema por causa del cual tuvo que morir Jesús; el murió y resucitó, por tanto venció. Cuando estemos con Él, tendremos las respuestas a las preguntas que ahora no las encuentran. Mientras tanto, inclinémonos con reverencia en adoración, con humildad, ante Dios, Santo, Creador, Omnipotente, Amor y démosle gracias por lo que nos ha revelado, porque es la puerta a la inmensidad de Su Sabiduría Eterna.

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