Hace poco más de un año, leí este testimonio publicado en la Editorial La Buena Semilla:
Clayton tenía leucemia. A la cuarta recaída en la enfermedad, el médico tuvo que decirle: “Clayton... quizá solo te queden tres meses de vida”. Entonces este joven, de apenas 18 años de edad, consagró sus últimas fuerzas a hablar de su fe y a advertir a numerosos jóvenes. Dijo lo siguiente: “Yo sé cuándo voy a morir, pero ustedes no. Y se dejan distraer por las cosas de la vida que les impiden pensar en lo que realmente es importante”.
Alguien le preguntó: “Clayton, ¿tiene miedo?”. “Sí, respondió, tengo miedo, estoy aterrado. Pero no por mí, no me asusta morir, pues sé a dónde iré después de la muerte, porque creí en mi corazón que Jesús es Señor, y lo reconozco públicamente. Solo hay un camino que conduce al cielo, y yo lo conozco.
En cambio tengo miedo por ustedes. Tengo miedo por cada uno de los que no saben a dónde irán después de la muerte. Tengo miedo por los que creen saber a dónde irán después de la muerte, pero no están seguros. Y sobre todo tengo miedo por los que están distraídos por este mundo, por la escuela, el trabajo, el deporte, los compañeros, y muchas otras cosas... ¡De esto tengo verdaderamente miedo por ustedes!”.
Con la ayuda de sus amigos, Clayton hizo un vídeo. Cuando lo terminó, lo vio y declaró: “Sí, eso es exactamente lo que quería decir antes de morir”. Al día siguiente partió para estar junto a su Señor, habiendo terminado la obra que él le había encomendado: ser su testigo.
Hay un texto en la Biblia que dice: “Si con tu boca
reconoces a Jesús como tu Señor, y en tu corazón crees que Dios lo resucitó de
la muerte, serás salvado” (Romanos 10:9). Creer con el corazón es aceptar la
obra de Jesucristo como plena, completa y regeneradora; no se trata de una
aceptación intelectual. Además esta declaración está corroborando la verdad
histórica de que Dios ha levantado de los muertos a Jesús porque no se puede
confesar que Jesús es el Señor sin creer que fue resucitado de los muertos ya
que por medio de la resurrección es posible el señorío de Jesús. La fe y la
resurrección de Jesús son el núcleo del evangelio: “Este es el mensaje que ustedes aceptaron, y en el cual están firmes.
También por medio de este mensaje ustedes son salvados, si siguen lo que les
prediqué y si no han creído en vano. En primer lugar, les he dado a conocer la
enseñanza que yo recibí. Les he enseñado que Cristo murió por nuestros pecados,
como dicen las Escrituras; que lo sepultaron, y que resucitó al tercer día,
como también dicen las Escrituras; y que se apareció a Pedro, y después a los
apóstoles. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, y muchos
de ellos viven todavía, aunque algunos ya murieron”. (1 Corintios 15:1-6).
Sin la muerte no hay expiación y sin la resurrección no hay justificación: “[Jesús] fue entregado a la muerte por
nuestros pecados y fue resucitado para ponernos en la debida relación con Dios.”
(Romanos 4:25).
La consecuencia de esa fe es que serás salvo. Somos
justificados por gracia, por medio de la fe y esa justificación nos lleva a la
seguridad de la salvación. Esta es la Buena Noticia del mensaje del Evangelio:
Aquel que cree, el que deposita su fe en el Salvador, el que recibe a Cristo y
es recibido por Él, recibe con el Salvador la salvación. La respuesta a la fe
es el perdón de los pecados y la vida eterna.
¡Que el Señor te ayude a tomar la mejor determinación para
tu vida!
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