En estas fechas se habla mucho del Belén, del nacimiento de
Jesús, en definitiva de la Navidad, sin pensar, tal vez que la Navidad viene de
la palabra natividad que viene a significar el nacimiento de la divinidad. En
otras palabras, ¿quién es Jesús y qué ha hecho para que se le recuerde todos
los años en la fecha de su nacimiento aproximado? Y digo aproximado porque
desde que se usa este calendario, las fechas se han “acomodado” en cierto modo
para que coincidan con estas fiestas, pero no es la fecha exacta del nacimiento
de Jesús, aunque ese no es el tema que nos ocupa ahora sino contestar a la
pregunta: ¿Quién es Jesús y qué ha hecho?
Pablo contestó a esa pregunta en su carta a los Colosenses,
en el capítulo 1, con una revelación asombrosa que nos lleva a unas
descripciones de la persona de Jesucristo que superan toda inteligencia humana
y cualquier otra demostración de saber que no sea la propia del Único que puede
revelárnosla: Dios mismo.
Primeramente afirma que Cristo es la imagen visible del Dios
invisible. Esto es impresionante porque la misma Palabra de dios nos dice que a
dios nadie le vió jamás, sin embargo Jesús ha venido a este pequeño planeta
para reflejarlo y revelarlo (Colosenses 1:15). Esta afirmación corrobora otra
verdad que recorre la Escritura y deja constancia, muy especialmente, en el
evangelio de Juan: que Jesús, además de hombre, también es Dios, porque solo
siendo Dios puede manifestar Su imagen, por eso un poco más adelante puede
decir que “en Cristo habita corporalmente
la plenitud de la deidad” (Colosenses 1:19). El mismo Jesús dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” y también: “Yo
y el Padre uno somos” (Juan 14:9; 10:30).
Seguramente algún lector se estará haciendo mil preguntas
¿cómo es posible? Evidentemente la palabra “imagen” aquí no se está refiriendo
a una fotografía repetida de Dios, Jesús no puede mostrar la imagen
perfectísima de Dios, pero en su dimensión divina – humana, Cristo es la misma
imagen del Padre o como escribió Gregorio Nacianceno, un arzobispo cristiano de
Constantinopla del siglo IV, “se le llama
‘imagen’ porque es consubstancial y porque, en cuanto tal, procede del Padre,
sin que el Padre proceda de Él. La naturaleza de una imagen consiste, en
efecto, en ser una imitación del arquetipo del que se dice imagen… en el caso
del Hijo tenemos la imagen de un ser vivo, una imagen que tiene más semejanza
que la que tiene cualquier ser engendrado con su progenitor…”
Sé que cuando surge el misterio de la Trinidad, nuestro
cerebro se colapsa y no da para más porque es muy difícil poner en palabras
estos misterios divinos que, sin embargo, surgen y constan en la Palabra de
Dios constantemente y por lo cual siempre vamos a parar a ellos, solamente para
demostrar a Jesucristo, como Hijo de Dios, el Verbo de Dios hecho hombre,
descrito en estos textos de Colosenses con la maestría que solo la inspiración
del Espíritu Santo de Dios puede demostrar.
En segundo lugar, Pablo escribe que Cristo ya existía antes
de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación. Otras
versiones dicen que “es primogénito de toda creación”. Efectivamente Cristo es
Dios, ya existía como dice Juan 1:1: “En
el principio era el Verbo…” No en el principio de Génesis 1:1, sino antes
de que existiese nada ya era: “Yo soy”. Jesús es el primogénito en el sentido
de la relación que marca la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, así que
primogénito no se refiere en nuestro sentido al heredero en el orden de
sucesión, sino al único de esa manera, porque siendo el Hijo de Dios, ambos, en
unidad con el Espíritu, tienen una existencia eterna y Cristo, en cuanto es
Verbo eterno de Dios, es el primogénito de toda creación, no porque haya sido
creado, ni porque deba ser tenido en cuenta como una criatura más, sino porque
Él tiene la excelencia de ser el Único Dios verdadero y la causa y el motivo de
toda la creación de Dios. Así afirma el texto a continuación: “Porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales
y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales
como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue
creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16). ¡Jesucristo es Dios!
y por esa razón puede ser presentado como el Creador de todo, visible e
invisible. Quisiera destacar la frase “todo
fue creado por medio de él y para él”. De nuevo Cristo es mostrado como el
supremo Autor, y también como el Sustentador de todo lo creado, como dice Hebreos
1:3, “quien sustenta todas las cosas con
la palabra de su poder”. No hay duda que la Palabra de Dios nos está
diciendo claramente que todo lo creado está siendo sustentado por la autoridad
de Jesucristo, manteniendo un orden, poniendo reglas, límites, órdenes divinas
para que toda se sostenga bajo el mandato y las directrices de un Dios Creador.
De manera que Colosenses 1:16 nos confirma que tanto la creación como su
sostenimiento actual son consecuencia de la Palabra del Hijo de Dios, Jesús de
Nazaret, el humilde carpintero. ¡Que grande es nuestro bendito Salvador!
“Cristo también es la
cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo. Él es el principio, supremo sobre
todos los que se levantan de los muertos. Así que él es el primero en todo.” (Colosenses
1:18). Al igual que es el origen y la causa de la creación, Cristo es el origen
y la causa del reino espiritual de los creyentes, Él es quien da vida y
crecimiento a Su iglesia. La iglesia es un organismo vivo formado por todos los
que hemos creído en Jesús como el Autor de la vida y la salvación, y, como
Cabeza de este organismo, su vida depende de Él, controla a todos sus miembros,
nos controla a ti y a mí, dependemos de esa comunión y vivimos en ella. La
iglesia no puede existir por gracia sin la comunicación de vida que procede de
Cristo mismo.
Cristo es supremo en todo, y en Su iglesia por supuesto,
también. Cristo merece el primer lugar en la honra porque además conquistó la
muerte, ganó nuestros corazones con su gran amor y con su sacrificio perfecto
por lo que Él lo es todo para nosotros: supremo y Rey, Salvador y Señor,
eternamente, por tanto debemos darle la mejor posición honorífica en nuestra
vida. ¡Que así sea!
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