En España es tradición tomar 12 uvas con las 12 campanadas
que anuncian la entrada en el primer día
del nuevo año; mientras se toman las
uvas, se piensa en un deseo que deseamos se cumpla en ese año, deseo que se
cumplirá si tomamos las uvas en el orden correcto, una por campanada y justo,
ni antes ni después. Es una tradición relativamente joven ya que se dio por
instaurada en todo el país en 1909, aunque hay referencias sobre celebraciones
con las doce uvas en 1894 y 1895.
Evidentemente se trata de una tradición simpática por lo que
supone de juntarse la familia y empezar el nuevo año juntos; lo importante es
que dejen a un lado las supersticiones, y, por el contrario, empezar el nuevo
año descansando en la providencia y la misericordia de Dios quien es el único
que tiene el control.
Lo triste de este año ha sido la noticia trágica que ha
sucedido en Gijón, donde un niño de tres años falleció atragantado con una uva.
Según La Nueva España, que cita a la Sociedad Española de Otorrinolaringología
y Cirugía de Cabeza y Cuello, comer uvas es la tercera causa de asfixia entre
los niños. ¿Quién va a convencer a esos padres de que se trata de las “uvas de
la suerte”? Para ellos se tratará de las uvas de la muerte de su pequeño y no
creo que vuelvan a entrar en un nuevo año tomándolas. Viene muy a propósito lo
que leía esta mañana en el devocional “Nuevas misericordias cada mañana” de
Paul Tripp: “Él [Dios] te sostiene a ti y a tus misterios en Sus
manos amorosas y, debido a eso, puedes encontrar descanso cuando la oscuridad
toca a tu puerta”. La oscuridad ha tocado a la puerta de esta familia, el 1
de Enero de 2019 será para ellos el aniversario de la muerte de su pequeño
Tiago. ¿Quién se podía imaginar que Tiago moriría con 3 añitos? ¿Quién podría
hacer planes de futuro tan nefastos? ¿Podemos hacer planes de futuro? Por
supuesto que sí, pero no tenemos el control de ese futuro, ni con
supersticiones, ni con fuertes deseos. La Biblia es muy clara en esto: “Presten atención, ustedes que dicen: “Hoy o
mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios
allí y ganaremos dinero”. ¿Cómo saben que será de su vida el día de mañana? La
vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se
esfuma. Lo que deberían decir es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto
o aquello”. De lo contrario, están haciendo alarde de sus propios planes
pretenciosos, y semejante jactancia es maligna.” (Santiago 4:13-16).
Para muchas personas el jactarse forma parte de la seguridad
con la que hay que afrontar la vida apoyándose en sus propias fuerzas,
decisiones y resoluciones, por supuesto sin contar para nada con Dios.
Cualquier otra circunstancia forma parte del azar y las casualidades. Antes oíamos
en la radio, por ejemplo: “Nos oímos mañana, si Dios quiere”, o expresiones
similares. Hoy ya se asegura que nos vemos mañana, o quedamos para la próxima
semana, asegurándolo como si fuese a suceder sí o sí, y eso supone desechar a
Dios quien es quien tiene el control soberano, aunque muchas veces nos parezca
que no, desde nuestro orgulloso punto de vista.
“El futuro no está escrito” asegura el periodista Iñaki
Gabilondo en un spot que creo hace de un programa suyo, algo que está
totalmente en contra de lo que dice Dios en Su Palabra: Jesús sigue ‘edificando’
Su Iglesia y afirma que un día vendrá a buscar a todos los que creen en Él, los
reunirá de todas las partes del mundo y los llevará consigo. Esto se conoce
como ‘el arrebatamiento’ y se explica en la primera carta a los Tesalonicenses,
capítulo 4: “Y ahora, amados hermanos,
queremos que sepan lo que sucederá con los creyentes que han muerto, para que
no se entristezcan como los que no tienen esperanza. Pues, ya que creemos que
Jesús murió y resucitó, también creemos que cuando Jesús vuelva, Dios traerá junto
con él a los creyentes que hayan muerto. Les decimos lo siguiente de parte del
Señor: nosotros, los que todavía estemos vivos cuando el Señor regrese, no nos
encontraremos con él antes de los que ya hayan muerto. Pues el Señor mismo descenderá
del cielo con un grito de mando, con voz de arcángel y con el llamado de
trompeta de Dios. Primero, los creyentes que hayan muerto se levantarán de sus
tumbas. Luego, junto con ellos, nosotros, los que aún sigamos vivos sobre la
tierra, seremos arrebatados en las nubes para encontrarnos con el Señor para
siempre.” Es una de las cosas más claras y detalladas que ha revelado Dios
y no deja de impresionarme cada vez que la leo porque anhelo formar parte de
esa experiencia inenarrable y maravillosa, privilegio de todos aquellos que
crean en Jesús como Salvador. Tú puedes serlo hoy, ahora mismo. Simplemente ora
y di: “Señor Jesús, te confieso mis pecados, sálvame.”
La Biblia anuncia que luego de este acontecimiento se presentará un hombre con soluciones radicales. No sabemos si ya existe, si está entre nosotros. Esta persona seducirá a las multitudes mediante sus palabras y su poder, porque dará la impresión de que va a solucionar todos los problemas existentes en el mundo, hasta el punto que la tierra se alegrará por vivir un tiempo de paz y seguridad. Pero la Palabra de Dios hace una seria advertencia para cuando llegue ese momento de la historia: “Pues ustedes saben muy bien que el día del regreso del Señor llegará inesperadamente, como un ladrón en la noche. Cuando la gente este diciendo: “Todo está tranquilo y seguro”, entonces le caerá encima la catástrofe tan repentinamente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada; y no habrá escapatoria posible”. Dios enviará terribles juicios sobre la tierra, principalmente sobre los que no hayan creído. Después de todos estos terribles e impactantes acontecimientos que están profetizados y por lo tanto sucederán cuando llegue la hora, Jesucristo vendrá a establecer su reino en la tierra durante un período de mil años, un tiempo en el que habrá verdadera justicia: “¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!, y príncipes honrados gobernarán bajo su mando.” (Isaías 32:1). En ese tiempo, Jesús será aclamado como Rey de reyes y Señor de señores y toda rodilla se doblará ante él. Esta escena es magnífica: ¡todo el mundo reconociendo a Jesús de Nazaret en toda su gloria y poder! Luego sucederán más cosas importantes y tremendas por su grandiosidad, pero la que yo destacaría será aquella en la que todos los que no hayan creído en Jesús serán juzgados por sus actos. Sí, es la burla y la mofa de los no creyentes, pero será el momento de que todos paguen por lo que han hecho con sus vidas, nadie podrá librarse de pasar ante el tribunal de Cristo: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse. Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros. El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho. Entonces la muerte y la tumba fueron lanzadas al lago de fuego. Este lago de fuego es la segunda muerte. Y todo el que no tenía su nombre registrado en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:11-15).
El futuro está escrito y lo más impresionante, las cosas que
estamos haciendo mientras estemos aquí, también. Ahora muchos escapan de la
justicia humana, algunos incluso son juzgados injustamente, pero en esa fecha
será la justicia divina la que actúe y sólo aquellos que tienen a Jesucristo
como abogado podrán salir indemnes del gran juicio, porque Jesús ha pagado el
castigo por nuestras faltas en la cruz. Si creemos esto, seremos salvos de un
futuro sin Dios y, además, seremos bendecidos con el regalo de una vida eterna
junto al Señor. El tener esta certeza y esta seguridad, solo la da Dios: ¡pídesela
ahora!
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