martes, 15 de enero de 2019

¿Qué es la verdad?

que es la verdad
Jesús está hablando con Pilato en una situación crítica para Jesús porque se acercaba en un ambiente hostil a la cruz y en una situación incómoda para Pilato que no encontraba a Jesús culpable de nada y, además, sus respuestas activaban la parte supersticiosa del gobernador romano que temía equivocarse al juzgar a alguien que aseguraba ser Rey y además lo acusaban de proclamarse Hijo de Dios. Pilato le pregunta: “¿Tú eres rey?”, a lo que Jesús contesta: “Tú dices que soy un rey. En realidad, yo nací y vine al mundo para dar testimonio de la verdad. Todos los que aman la verdad reconocen que lo que digo es cierto.” Pilato se sintió sorprendido por lo que estaba sucediendo, por la majestuosa forma de responder que tenía aquel hombre; en su dilatada experiencia como gobernador, nunca se había encontrado un preso condenado a muerte que hablase con esa serenidad y, sorprendentemente, con esa autoridad. Pilato se sentía abrumado. Empezaba a sentirse mareado porque no lograba llevar la voz cantante en aquella conversación; aquel preso le hablaba de un reino ¡que no era terrenal! Y además le dice que ha sido enviado para manifestar la verdad. Él había escuchado y leído algunas manifestaciones de los filósofos, de los sacerdotes de los muchos templos que Roma tenía, cada uno filosofaba a su manera de la verdad y cada uno defendía que sus argumentos eran los únicos verdaderos. Sintiéndose acorralado, le suelta la famosa pregunta sin esperar la respuesta: “¿Qué es la verdad?”
Hace unos días leí esta historia en una de las hojas del calendario de la © Editorial La Buena Semilla:
“Siempre amé la verdad, nos contó Nicole. Desde que tengo memoria, la buscaba. En mi adolescencia esta búsqueda se transformó en una sed insaciable. ¿Cómo apaciguarla? Me volví hacia la filosofía y la psicología. Sin embargo, fue decepcionante: terminé mis estudios y no encontré la verdad. Todo me parecía relativo y triste. No creía más en Dios, la vida me parecía vacía y absurda.
Fue entonces cuando una colega cristiana me manifestó su amistad. Ella había notado mi tristeza, y tener contacto con ella me hizo bien. Poco a poco mi ateísmo tambaleó. La oración y la lectura de la Biblia (el Antiguo Testamento, porque soy judía) se convirtieron en la mano tendida para mí. Una mano que me sacó de las tinieblas para conducirme a una luz llena de esperanza.
Sin embargo el nombre de Jesucristo me detenía. ¿Podía ser él el Mesías anunciado? Finalmente decidí leer también el Nuevo Testamento. Mi razón se negaba a creer la menor frase. Durante horas llamé a Dios pidiéndole socorro. De repente dos palabras penetraron profundamente en mi alma: Jesucristo, la verdad. No era un sistema filosófico, ni una religión, sino una persona.
Por primera vez en mi vida oré en el nombre de Jesús, el Hijo de Dios. Nunca olvidaré la luz, el gozo y la paz que penetraron en mi ser. Acababa de hallar la entrada a la casa de mi Padre, de mi Dios, para nunca más dejarla”.
¿Por qué llegó Nicole a esta conclusión? Porque Jesús lo ha anunciado y repetido: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). No una de las posibles verdades, sino la única verdad. Es impresionante observar que Jesús no habla de poseer la verdad, sino de serlo. Jesús es la verdad personificada y como tal el único fiable con quien podemos conocer a Dios, el Padre, el que lo ha enviado para dar testimonio de la verdad. Él pudo decirles a los que habían creído: “Ustedes son verdaderamente mis discípulos, si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32). Nicole, la protagonista de nuestra historia, encontró la luz (en medio de las tinieblas), el gozo y la paz, al reconocer a Jesús como la verdad y, por otro lado, lo hizo leyendo la Biblia, la Palabra de Dios, en donde se registran las enseñanzas de Jesús, de ahí que “el que permanece en Su Palabra, conoce la verdad”. Conocer la verdad es algo más que un asunto intelectual, es una vivencia, una relación con la verdad, una relación con Jesucristo, una relación con el Autor de la Palabra, una relación con el Verbo (La palabra) encarnada, una relación con la Sabiduría, con el Autor de la Vida, con el Creador, con el Rey y Dios soberano.. Es más que una experiencia momentánea, es la razón de todo, la base para nuestros valores, el fundamento y el propósito para nuestra vida, ahora en la tierra y en la eternidad con Jesucristo eternamente.
Nicole pudo decir: “Acababa de hallar la entrada a la casa de mi Padre, de mi Dios, para nunca más dejarla”. ¿Recuerdas qué fue lo que hizo? “Oré en el nombre de Jesús, el Hijo de Dios”.

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